Patricia Politzer y la cola del sionismo

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Cristian Joel Sánchez.*

En medio del formidable despertar de la sociedad chilena que estuvo anestesiada por 20 años, las reacciones de un gobierno de derecha que responde sólo con represión, no sorprenden a nadie. Ellos están ahí, claramente visibles en la vereda de enfrente, como dijo Camila Vallejo. Sin embargo, como en toda batalla cuerpo a cuerpo, también a éste lado de la vereda hay que cuidarse: no conviene dar la espalda a dudosos “compañeros” de lucha. La señora Patricia Politzer, que ha oficiado de progresista por años, traía su puñalito debajo del poncho.
Veámoslo.

En el diario electrónico El Mostrador[1] apareció hace un par de días, un escrito de la señora Patricia Politzer titulado “Los dirigentes estudiantiles no se merecen un socio antisemita”. Parto diciendo que no conozco el árbol genealógico de esta señora. En otras palabras, no sé si tiene origen judío, arabe, chino o algún otro. Podría meterme al wikipedia, ese oráculo que ahora es más omnisciente que Dios, pero no es necesario porque usted ya sabe que ese detalle no interesa a la hora de poner a prueba la consecuencia de los principios, atributo que no tiene nada que ver con nacionalidades.

Tampoco sé, lo digo de verdad, si doña Paty ofició alguna vez de pinochetista para luego darse vuelta el corsé cuando le fue conveniente. Lo digo porque esa dudosa voltereta se la cuelgan muchos de los lectores que comentan su artículo. Tal vez lo dicen con fundamento, pero a mí no me consta.

Y aunque así fuera, tampoco es un pecado muy grande porque cualquiera puede equivocarse en algún tramo de la vida.

¿En dónde está entonces la cola de don Sata que muestra en su artículo la que fuera ex directora de prensa del canal nacional cuando volvió la democracia? Partamos desde el otro extremo.

Una táctica largamente manida que ha utilizado el sector de ultra derecha que gobierna en Israel, es meter en un solo saco al semitismo, a la religión judía y a la nacionalidad israelí haciéndolas sinónimo del sionismo, una tendencia rabiosamente fascista, genocida y represora y que es el sustento ideológico de los que han detentado siempre el poder en la nación israelí y de muchos otros que aún viven la diáspora milenaria.

Es decir, camuflar el sionismo detrás de conceptos religiosos, lingüísticos o territoriales como los nombrados antes, le permite a sus gestores descalificar bajo el sambenito de “antisemita” cualquier conato de crítica y denuncia de los crímenes que Israel perpetra a diario contra el pueblo palestino y contra otros ciudadanos del mundo, como los asesinados en la flotilla de la paz que iba rumbo a Gaza con ayuda humanitaria.

Esta actitud de tergiversar conceptos profundamente respetables de una nación con los de una ideología repudiable, tiene su lógica si se considera que ahí descansa la supervivencia del gobierno fascistoide instalado en Tel Aviv. Lo que no resulta lógico es que personajes que ofician de devotos progresista en la vida diaria, salten a la palestra como furiosos cancerberos del sionismo apenas alguien les recuerda los crímenes que el ejército israelí comete a diario contra el pueblo palestino, para lo cual esgrimen la vieja táctica de acusar de antisemita, de antijudío o antisraelí a los que se atreven a recordarles estas felonías.

A la postre, esto no resulta tan extraño porque en honor a la verdad, la presencia de sionistas en “comisión de servicio” en los movimientos y partidos de izquierda, no es nada nuevo. Para la Guerra de los Siete Días en 1967, se excluyeron de la condena mundial a los invasores varios connotados “izquierdistas” en el mundo y también en Chile, incluso algunos militantes comunistas que hasta ese momento vociferaban “urbi et orbi” su condena al imperialismo norteamericano, corriendo a alinearse con el gobierno militarista de Tel Aviv que es, además, el brazo armado de EE.UU. en Medio Oriente.

Pero volvamos a este lado del Jordán. ¿Cuáles fueron las palabras que utilizó Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores, para calificar la orden de reprimir a los estudiantes dada por Rodrigo Hinzpeter a la fuerzas policiales y que ofendieron tanto a la señora Politzer? Textualmente dijo: “Esta represión nos recuerda los métodos sionistas y del Apartheid” agregando que Hinzpeter tenía “…alguna formación en alguna escuela de Israel porque aquí se están repitiendo los mismos métodos”.

Que sujetos como Shai Agosin, presidente de la comunidad judía en Chile, reaccionen con la virulencia acostumbrada cuando se trata de defender el sionismo, es algo totalmente esperable. También es esperable que a ello se agreguen connotados derechistas que no les importa mucho la ofensa “racista”, como la califica doña Paty, sino que entienden que al defender a Hinzpeter están defendiendo la brutal represión desatada el jueves pasado contra los escolares.

Pero, ¿Patricia Politzer cuadrada al lado del sionismo? Porque fue a esa ideología fascistoide a la que se refirió textualmente Gajardo y de ninguna manera al semitismo. Doña Patricia comienza su artículo utilizando una vieja táctica que hace tiempo dejó de cazar incautos: lanza primero una verborrea calurosa “defendiendo” el movimiento estudiantil para dejar en claro su carácter de mujer progresista y de leal apego al 80% de chilenos que apoyan las demandas de los escolares.

Son pocas líneas, menos de 10, para de inmediato sumergirse en un exabrupto donde, además de su defensa del sionismo, sorprendentemente y a propósito de escopeta, salta a la palestra para defender al gobierno de las acusaciones de utilizar los mismos métodos de la dictadura para reprimir al pueblo.

Qué dice al respecto la ofendida dama: “Duele que la represión absurda y desmedida provocada por la falta de manejo político del gobierno de Sebastián Piñera se compare con la dictadura”. Agrega más abajo “comparar al gobierno de Piñera con la dictadura es una barbaridad…”

¿Qué parte del cuerpo le duele tanto a la señora Patricia cuando se alude al pasado dictatorial de los que hoy gobiernan el país? ¿Su corazoncito? ¿O acaso no son los mismos, los Lavín, los Chadwick, los Larroulet, sólo por nombrar algunos, los que , un poco más jóvenes como ella misma dice, juraban lealtad al dictador mientras en las mazmorras se torturaba y se asesinaba sin que ni siquiera hoy ninguno de ellos ha mostrado al menos un hipócrita arrepentimiento? ¿O también en ese tiempo adolecían de “una falta de manejo político en esa represión absurda y desmedida”?

Defender al sionismo camuflando esa defensa como un antirracismo para luego erigirse en abogada de los herederos de Pinochet, no debe extrañar si se recuerda que durante los años de dictadura Israel fue un estrecho colaborador del sátrapa, sobre todo en materia de represión.

La vida nos da sorpresas, señora Patricia: justo en los momentos en que el articulo aparecía en la página electrónica de El Mostrador, 250.000 israelitas, principalmente jóvenes como en Chile, copaban las calles de las principales ciudades de su país para protestar contra el gobierno sionista al cual “ofendió” Gajardo. ¿De qué lado se pondrá la señora Politzer, en el conflicto de estos nuevos “indignados” que se alzan ahora contra el gobierno de Tel Aviv? Quién puede saberlo, ¿verdad?

Es el problema de los que navegan en dos aguas: nunca se sabe qué es lo que traen debajo del poncho.

En todo caso acá en Chile, podríamos apelar a una solución salomónica —para estar en onda bíblica— que podría dejar contenta a doña Paty haciéndole, de paso, un gran favor al movimiento estudiantil: exportar de inmediato a Tel Aviv a don Rodrigo Hinzpeter, experto en aplastar a jóvenes rebeldes, para que aplique sus métodos ensayados en las calles de Chile.

Total, en un mundo globalizado, se puede exportar cualquier cosa. ¿O no?

[1] El artículo de Politzer se encuentra aquí.

* Escritor.
 

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