Peces, hambre, riesgos. – SOLUCIONES FÁCILES: EL PROBLEMA DE LOS PROBLEMAS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El senador uruguayo Alejandro Fernández Huidobro emitió conceptos, como los que se transcriben bajo el título, a propósito de un pez exótico en América, la tilapia. Con este nombre se identifican tres especies originarias de África; la foto
Resulta que tanto la orina como las heces del cerdo, generan en esas lagunas un bio y un fitoplancton ideales para la alimentación de los «pichones», que además, gracias a ese alimento, ganan peso a gran velocidad y «degradan» ecológicamente dichos efluentes. Luego hay que darle ración vegetal: la que un chacarero pequeño puede tener a mano. Esta vez en simbiosis con la agricultura de poco espacio, sin desmedro de serlo también en los grandes espacios.

Tiene un defecto: no soporta el frío.No obstante, en el Uruguay una pesquera, Industrial Serrana, montó a la vera de su planta industrial, un laboratorio y tres piletas para la cría experimental de tilapias, más otras en Aguas Blancas. Contrató a varios científicos con el objetivo de recoger de datos experiencias en marcha. Este pasado invierno fue crucial para el experimento científico de marras: se dejaron tilapias al «aire libre» en Aguas Blancas y otro «rebaño» en una lagunita de Solís de Mataojo bajo la protección de un invernáculo (como las flores).

De las de Aguas Blancas, sobrevivió, a la intemperie, un número inesperado y estimulante. De la segunda, la del invernáculo, sobrevivieron –y gordas– todas. La DINARA (Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca) ha estado al lado del emocionante emprendimiento.

Los alevines para la nueva zafra del criadero de Solís de Mataojo vienen desde Brasil enviados por la generosidad brasileña y la sabiduría uruguaya exiliada. Cada alevín vale diecisiete centavos de dólar (sic), tiene el tamaño de una larva y llega en bolsas de plástico con agua.
Cada hembra pone de cincuenta a doscientos huevos en un nido que hace en el barro. El macho irriga con semen el nido y, luego de fecundados, la hembra incuba los huevos en su boca. Pero para todo ese proceso, y también para que puedan vivir todos los días del año –y sacar dos cosechas anuales de las grandes o cuatro de las chicas, sería ideal tener agua tibia.

Para ello se piensa en las regaladas aguas termales del norte, hasta hoy solamente usadas, y luego desperdiciadas, para bañarnos… ¡Faltaba más! Uruguay tiene, si así lo quiere, un formidable futuro industrial en el norte de las aguas calientes para la incubación de todo tipo de huevos, la producción de alevines incluso para exportar, y la cría de innumerables animales que requieran ciertas temperaturas…
Pero para ello, entre otras cosas, debemos terminar con la soledad de los pioneros. Las Intendencias Municipales tienen mucho para impulsar y aprovechar. En especial las del sur, las de más chacras chicas, las de más tajamares. Incluso la de Montevideo, en su espacio rural.

Addenda
EL MILAGRO PUEDE SER UNA MONSTRUOSIDAD

La Revista Chilena de Historia Natural en marzo de 2004 advertía sobre la introducción de especies foráneas exóticas para el cultivo acuícola; entre otras menciona salmónidos y tilapias. El artículo, responsabilidad de un equipo interdisciplinario chileno-venezolano, puede leerse en ella en castellano o inglés; hay una versión en pdf (www.scielo.cl.

Señalan sus autores, los académicos e investigadores Julio Pérez, Carlos Muñoz, Laura Huaquín y Mauro Nirchio que estos peces «poseen cualidades que las convierten en organismos de gran interés para la acuicultura, entre las cuales destacan: crecimiento acelerado, tolerancia a altas densidades, resistencia a enfermedades, carne de amplia aceptación y alta capacidad de hibridación que pudiera permitir el vigorizar caracteres deseables»

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Advierten, sin embargo: «Las mismas características que permiten justificar su cultivo aunadas a otras como la agresividad, tolerancia a amplias variaciones de salinidad, temperatura y concentraciones de oxígeno disuelto, amplitud de alternativas de alimentos, adaptabilidad ecológica, plasticidad fenotípica y sobre todo la alta eficiencia reproductiva debido al cuidado parental de huevos y de alevines, y la reproducción semipermanente y precoz, las convierten en organismos con un enorme potencial para competir exitosamente con especies nativas».

Chile comienza a padecer de un modo inocultable en sus especies autóctonas la capacidad depredadora de especies importadas, como la trucha arcoiris y el salmón. Establece el informe a que aludimos: «En Chile se han introducido en aguas continentales, al menos unas 23 especies ícticas. De estas, unas 15 especies han sido capaces de establecer poblaciones reproductivas. Ante un número tan elevado de introducciones de peces se han pronunciado autorizadas voces (…) Es de destacar que en 1993 la Asociación Chilena de Ictiología solicitó la suspensión de todo tipo de introducción de especies acuáticas».

«La alteración de los hábitat, la contaminación, la hibridación, la consanguinidad y la introducción de exóticos son actividades vinculadas a la acuicultura que conducen a la disminución de la biodiversidad en organismos acuáticos (…) Las actividades de acuicultura fundamentada en especies exóticas puede ser un problema más que una solución. (…) Debemos señalar que los escapes de las instalaciones de acuicultura son inevitables y estos organismos podrían perfectamente invadir aguas continentales (si se elige criar en aguas marinas). Al respecto la FAO (1997) ha señalado que: ‘en el caso del medio acuático, la experiencia ha demostrado que los animales rebasan fácilmente los límites de las instalaciones dedicadas a su cultivo. Por lo tanto, la introducción de organismos para actividades acuícolas debe considerarse como una introducción deliberada en un espacio natural, aun cuando el centro de cuarentena o la piscifactoría puedan ser un sistema cerrado'».

Más adelante se lee: «Un ejemplo a considerar es la pérdida de biodiversidad íctica a consecuencia de la introducción de tilapias en Venezuela. La especie O. mossambicus fue introducida en 1959, cuando se liberaron en el Lago de Valencia, uno de los grandes reservorios naturales de agua dulce de nuestro continente. En la actualidad O. mossambicus se ha convertido en la especie dominante del lago y se considera que ha sido la principal causa de la extinción del aterínido Atherinella venezuelae.

«En 1964 se sembraron 800 ejemplares en la Laguna de Los Patos, en el oriente venezolano, donde se produjo una reducción del número de especies de peces de 23 a 10 en apenas 12 años, pérdida atribuida en gran medida al ataque agresivo del que eran objeto larvas y juveniles de las especies locales por la población de tilapias que se había establecido en ese ecosistema (…) Recientemente hemos capturado en el mar individuos sexualmente maduros, algunos con alevines en la boca, claro indicio de que se han adaptado y se están reproduciendo en el medio marino».

«Posteriormente, la promoción del cultivo de la tilapia roja, en base a un supuesto beneficio socioeconómico, fue de tal magnitud que se instalaron numerosas granjas de cultivo. Hoy podemos afirmar que la actividad no rindió los beneficios económicos esperados, pero gran parte de los ríos y lagos de Venezuela están invadidos por este híbrido».

En suma…

Tanto la leyenda del rabino de Praga y el golem como la novela del modeno Prometeo de Mary Shelley advierten sobre los riesgos de jugar a modificar la naturaleza o crear nuevas naturalezas. Los conocimientos contemporáneos –nada esotérico, nada espiritualista, nada metafísico– y la cada vez más frágil área donde se equilibra la vida sobre la Tierra hacen aconsejable buscar fuentes de alimentación y sobre todo de trabajo en áreas donde ese equilibrio no se ponga en juego.

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