Periodismo: 2004, el año de la hecatombe

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El año 2004 fue uno de los más trágicos para el periodismo pues con 117 asesinados en todos los continentes de los cuales 20 corresponden a Latinoamérica superó la cifra de 83 caídos registrada en 2003 y se acercó al número récord de 154 registrado en 1994.

La cuota más elevada corresponde a Iraq con 42 muertos por violencia, 36 de los cuales eran ciudadanos iraquíes. En Filipinas fueron eliminados l2, en la India ocho y en América Latina se aumentó a una veintena, la cantidad de 19 de 2003.

Un informe anual de la FELAP y de su Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP) acota que los crímenes en contra de los trabajadores de prensa en el subcontinente se vienen repitiendo, cuando menos desde los años 1971/80, década que coincide con las dictaduras castrenses en buena parte de los países centro y sur americanos y con el inicio de las estadísticas sobre la materia.

Del total de l9 asesinados en 2003, once fueron colombianos, lo que se atribuyó a la virtual guerra civil que allí existe. En 2004, empero, entre los 20 muertos, sólo hay tres de Colombia, en tanto que México, con cinco, se convirtió en el país con la mayor cuota de víctimas. La siguiente es la fúnebre nómina:

Argentina: Jacqueline Carina Santillán, 28 años, de la radioemisora FM Class (Caseros) y Luis Santana, del canal Crónica TV. Según Argenpress murieron en el incendio de una discoteca, en Buenos Aires, adonde concurrieron para cubrir un show de rock.

Brasil: Samuel Román (36) el 20 de mayo, en la ciudad de Coronel Sapucaia (Mato Grosso do Sul); Jorge Lourenzo Dos Santos, de la radioemisora comunitaria Criativa FM, el 12 de julio en Santa do Ipanema; José Carlos Araujo (37), periodista radial, el 24 de abril, en Timbaúba (Pernambuco).

Colombia: Oscar Alberto Polanco Herrera (37) director y presentador en CNCTV, el cuatro de enero, tiroteado en Cartago; Martin La Rotta Duarte (51), de la radioemisora La Palma Estéreo, apuñalado; Alberto Madero Muñoz, distribuidor de periódicos, tiroteado el 20 de setiembre.

Haití: Ricardo Ortega, español, del Antena Cinco TV, Madrid, el siete de marzo, con disparos.

México: Roberto Javier Mora García, del diario La Mañana y de la revista North México Business, ambos de Nueva Laredo, apuñalado el 19 de marzo; Francisco Javier Ortiz Franco, co-director del semanario Zeta (Tijuana), el 22 de junio, con disparos; Francisco Arratia Saldierna (55), articulista en los periódicos El Regional y El Imparcial, en Matamoros (Tamaulipas), baleado; Leodegario Aguilar Lucas: su cadáver calcinado fue encontrado en septiembre. Había sido secuestrado en mayo y probablemente fue asesinado entonces; Gregorio Rodríguez Hernández, de El Debate de Mazatlán, el 30 de noviembre, con disparos a quemarropa.

Nicaragua: Carlos Guadamuz, del canal CDN33, el 10 de febrero, recibió cinco balas; María José Bravo (26) corresponsal del diario La Prensa de Managua, el nueve de noviembre en la localidad de Santo Tomás; fue un crimen a sangre fría ejecutado por el cacique político local Eugenio Hernández González.

Perú: Antonio de la Torre Echandía (43), el l4 de febrero, en Yungay, apuñalado; Alberto Rivera Fernández, presidente de la Federación de Periodistas de Uyucalli, se desempeñaba en la radioemisora Frecuencia Oriental, asesinado en Pucallpa.

República Dominicana: Juan Andújar, corresponsal de El Listin Diario deSanto Domingo, el 14 de setiembre, por disparos en Compostela de Azúa, donde trabajaba en Radio Azúa.

Venezuela: Mauro Marcana, concejal y periodista de Radio Maturín, el primero de setiembre, asesinado en Maturín, Estado de Monagas.

Esa vieja costumbre de la impunidad

Los crímenes aquí reseñados provocaron repudios, protestas y acciones legales de la FELAP y de las organizaciones de periodistas de los respectivos países, pero como es ya una lamentable tradición, en la mayor parte de los casos, no se ha logrado imponer sanciones a los ejecutores.

Aparte de los delitos materializados en homicidios, los periodistas de Guatemala, Nicaragua, Colombia, Costa Rica, Perú, Panamá, fueron objeto de agresiones físicas, amenazas de muerte, secuestros y sentencias judiciales por supuestos delitos de difamación, conformándose así un agresivo cuadro de factores atentatorios de la libertad de expresión.

Al finalizar 2004, se conoció en Chile el informe de un comité estatal encargado de investigar sobre Prisión Política y Tortura y la consiguiente violación de los derechos humanos por la dictadura de Augusto Pinochet. El documento confirma la detención de 230 periodistas, algunos de los cuales fueron sometidos a brutales torturas físicas y psicológicas.

Bajo la tiranía castrense (1973-1999) fueron eliminados 25 periodistas y trabajadores de la prensa chilenos y extranjeros que se encontraban en Chile.

En el plano internacional, el informe CIAP-FELAP apunta que desde el inicio de la invasión estadounidense han muerto en Iraq 54 periodistas y trabajadores de la prensa, algunos en fuego cruzado, pero la mayoría por disparos directos de las tropas ocupantes.

El 19 de abril perecieron en Samara, Asaad Jadin y su chofer Husein Seleh, del canal televisivo iraquí montado por Estados Unidos Al-Iraquiya. Ambos fueron baleados por soldados estadounidenses. En septiembre pasado y en Bagdad fue muerto con disparos -desde un helicóptero militar de las fuerzas invasoras- el palestino Mazen al Tomazi, reportero de la estación de TV Al-Ekbiriya, de Arabia Saudita. En marzo se había denunciado el asesinato de Alí Abdel-Azis y de Alí al Jatiba, de Al Arabiya con sede en los Emiratos Arabes Unidos. Ambos fueron tiroteados por los ocupantes.

En 2004, el ejército estadounidense declaró oficialmente que «no hubo culpa ni negligencia» en las muertes del periodista español José Couso, TV5, Madrid, y del ucraniano Taras Protsyuk, de Reuters, acaecidas cuando un tanque cañoneó el Hotel Palestina, de Bagdad.

En el IV Encuentro Mundial de Corresponsales de Guerra efectuado en octubre pasado en La Habana se puso de relieve la impunidad de ese crimen en la persona de un civil que, además de su evidencia abrumadora, viola las Convenciones de Ginebra acerca de la guerra.

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(*) Periodista y escritor. Dirigente de la Federación Latinoamricana de Periodistas.

La Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) es una organización no gubernamental asociada a la UNESCO. Está integrada por organizaciones de periodistas -asociaciones, federaciones, uniones, círculos, colegios, y sindicatos- de América Latina y el Caribe, representando a más de 80 mil periodistas.

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