¿Por qué los objetivos del Milenio? (II)

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Gisela Ortega.*

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluyen ocho propósitos, y tienen plazo de consecución en 2015. La base de referencia es 1990 con la cual se comparan los adelantos realizados. La segunda meta es asegurar que para el año 2015, las y los niños de todo el mundo puedan terminar el ciclo completo de enseñanza primaria.

Las esperanzas son cada vez mas débiles de que en 2015 se logre la meta de la enseñanza primaria universal, a pesar de que muchos países pobres han hecho enormes avances. La matriculación ha continuado aumentando, habiendo llegado al 89% en las naciones en vías de desarrollo. Pero el ritmo de este avance no es suficiente para asegurar que todos los niños completen la instrucción básica para 2015.

Enseñanza primaria universal

Para alcanzar la meta en la fecha establecida, todos los niños con edad de ingresar a la escuela deberían haber asistido a la escuela aproximadamente en 2009, dependiendo del curso y de la capacidad de las escuelas de retener a los alumnos para que finalicen el ciclo. Sin embargo, en la mitad de los países de África subsahariana de los cuales se dispone datos, al menos uno de cada cuatro infantes en edad escolar no estaba concurriendo a clases en 2008.

Para cumplir con estos propósitos los Estados también tienen que tener suficientes maestros y aulas para satisfacer la demanda. Entre ahora y 2015, la cantidad de nuevos docentes necesaria en África subsahariana es la misma porción total actual en la región.

A pesar de estos desafíos se ha logrado mucho en varias partes del mundo. Si bien la matrícula en África subsahariana sigue siendo la más baja en todas las regiones, entre 1999 y 2008 aumentó 18 puntos porcentuales —de 58% a 76%—. También se registraron avances en el sur de Asia y el norte de África, donde la inscripción creció 11 y 8 puntos, respectivamente, durante la década pasada.

Sin embargo, el hecho de que las mujeres estén desproporcionadamente representadas en actividades temporales y constituyan una parte sustancial de la fuerza laboral en industrias manufactureras principalmente exportadoras en muchos países en vías de desarrollo, podría hacer que el desempleo femenino sea más altas.

Si bien la crisis ha atraído la atención sobre los niveles de paro, la calidad de los servicios disponibles también es preocupante. Muchos asalariados que perdieron sus trabajos, así como mucha gente que deseaba ingresar por primera vez al mercado laboral en medio del caos financiero, ha recurrido a tareas independientes o familiares no retribuidas, con el consiguiente deterioro de las condiciones de trabajo y un descenso en la indemnización de los más pobres.

Es muy común que las mujeres estén en plazas más vulnerables que los hombres, y esa brecha es particularmente evidente en las regiones en las que las oportunidades de empleo remunerado para las mujeres son menores, como ocurre en Asia Occidental y África septentrional.

Es probable que la reciente crisis financiera haya provocado un crecimiento del empleo informal, debido a la perdida de puestos de trabajo en el sector formal. En algunos países en vías de desarrollo, más del 80% de los trabajadores tienen obligaciones independientes, ya sea como dueños de negocios, empleados de la familia, sin contratos por escrito o sin prestaciones sociales.

Si bien la cantidad de mujeres que obtuvo trabajos remunerados fuera del sector agrícola aumento entre 1990 y 2008, ellas en general no han podido acceder a cargos de mayor nivel.

Los grados más altos –oficiales, gerentes— siguen dominio de los hombres. En todo el mundo, solo muy pocos oficiales "senior" o gerentes son mujeres. Y en todas las regiones, ellas son minorías entre los trabajadores de alto nivel: obtienen el 30% o más de tales posiciones en solo tres de 10 regiones. En Asia Occidental, sur de Asia y Norte de África, menos del 10% de los puestos de alto nivel están en manos de mujeres.

En el campo legislativo y político

El porcentaje global parlamentarias continua incrementándose lentamente, habiendo llegado al récord de 19% en 2010. Esto representa una ganancia del 67% respecto a 1965, cuando sólo el 11% de todos los legisladores del mundo eran mujeres. Pero está muy lejos de la meta de 30% de ellas en puestos de dirección o liderazgo político —que debía alcanzarse en 1995— y mucho mas lejos aún de la meta de los Objetivos del Milenio en cuanto a paridad de géneros.

Las mujeres constituyen el 30% o más de los integrantes de las cámaras bajas de los congresos en 26 países, y el 40% o más en siete. En enero de 2010 había 35 mujeres presidiendo 269 cámaras parlamentarias, 13%, en 1995 había 24.

Después de las elecciones parlamentarias del 2009 se registraron avances en África subsahariana, ya que el 29% de los puestos fueron ganados por mujeres lo cual elevo el promedio regional al 18%. En Suráfrica ganaron el 44% de los escaños en las elecciones de la cámara baja, logrando un tercer puesto en el ranking mundial, después de Ruanda y Suecia. De forma similar hubo algunos progresos en la mayoría de los países de America Latina y del Caribe, donde el 25% de los escaño fue ganado por mujeres. Para la cámara alta de Bolivia se eligió a más de un 40%, lo cual elevo el promedio regional al 23%.

En el extremo opuesto del espectro, 58 países tienen 10% o menos legisladoras, y en nueve cámaras, no hay ninguna mujer. Durante 2009 nadie obtuvo nuevos puestos parlamentarios en Comoras, los Estados Federados de Micronesia o Arabia Saudita.

Los sistemas electorales, los convenios de cuotas y otras medidas tomadas por los partidos políticos siguen sirviendo como pronosticadores clave del progreso de las mujeres. Durante 2009 el promedio de congresistas alcanzo el 27% en los países que aplicaron tales medidas; en contraste ellas ganaron sólo un 14% de los escaños en las regiones que no lo hicieron. A ellas se les elige en porcentajes muchos mayores en los sistemas que tienen representación proporcional y no tanto en los sistemas electoral basados en mayoría o pluralidad.

Además de sistemas electorales y cuotas, los convenios elegibles sensibles al género, las candidatas bien capacitadas y financiadas, y la voluntad política en los niveles más altos de los partidos políticos y de los gobiernos son cruciales para superar los desequilibrios de género en los parlamentos del mundo. Dado que en los congresos todavía hay cuatro hombres por una mujer, será necesario redoblar esfuerzos en todos esos frentes para poder alcanzar la meta propuesta del 30%.

Los avances para lograr una mayor representación femenina en la rama ejecutiva del gobierno son mas lentos que en las legislativas. En 2010 apenas nueve de los 151 jefes de estado electos (6%) y 11 de 192 jefes de gobierno (6%) eran mujeres. Esto es una mejora con respecto a 2008, cuando solo siete fueron electas como jefas de Estado y ocho como jefas de gobierno.

En promedio, ellas tienen el 16% de los puestos ministeriales y sólo 30 países tienen más de un 30% de ministras. Por otra parte, 16  no tienen ninguna ministra. La mayoría de esos países habitan territorios del norte de África, Asia Occidental, el Caribe y Oceanía.
(Fuente: UNICEF-España).
 
* Periodista.
El primer artículo de la serie se encuentra
aquí.
 

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