Primero fue la bombachita. – Y AHORA SUS DELGADECES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Una no es princesa, por lo tanto ¿quién la fotografiaría en el primario, imperceptible, lento iniciarse el desmoronamiento de los encantos que por ahora bien hacen soñar a miles?

Nadie (la verdad a veces es triste).

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La revista Hola! afirma que se trata de Confidencias bajo el sol de Mallorca, pero si una imagen equivale a mil palabras, hubiéramos preferido los «cholulos» que de este mundo somos las palabras confidenciales a las fotografías no demasiado nítidas que dispararon las ventas de la publicación.

En ellas se ve a la Princesa de Asturias repartida en un conservador bikini charlando con una dama indudablemente mayor enfundada en un dos piezas de color casi fluorescente: la reina de España.

Las señoras están solas en uno de los barcos de la monarquía. Una pena. Si hubiera estado S.M. el rey quizá nos hubiera dejado otra vez entrever sus graciosos atributos; si hubiera estado el príncipe heredero quizá hubiéramos visto, ¿por qué no?, una casta caricia conyugal.

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De su católica y griega majestad Sofía nada se puede decir: adivina una que sus gestos son medidos y sus palabras simpáticas.

Quizá aconsejaba a la colega devenida realeza sobre qué hacer si su primogénito –de ella, no de la princesa– comienza a parecerse al padre: ¡ése gusto por cierto tipo de mujeres, ésa gana de cazarlo todo!

O tal vez sólo charlaban sobre la educación de los nietos.

Doña Leticia –o Letizia– es mona; un poco dura de expresión para mi gusto, pero puede ser que no fotografíe bien. Se la ve delgadita (poco de dónde afirmarse el pobre Borbón, dice el grosero de mi cuñado), lo cual no es para preocuparse: al fin y al cabo tiene dos hijas para correr detrás de ellas.

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Tal vez la princesa tenga mala suerte ante una cámara; siempre le pasan cosas cuando hay una con el obturador a punto. Por ejemplo un poco de viento y la falda que hace de las suyas. Pero los españolitos –recen o no– discutirán felizcotes en los días por venir si se le aprecian a doña Letizia (o Leticia) rasgos anoréxicos, expresiones de pena, de aburrimiento, de sumo contentamiento o lo que sea.

Una aquí, más prosaica, piensa: ¿quién pagó, si se pagaron, esos € 300.00: la revista por tomar las fotos o la Casa Real para que las tomen? Queda dicho: no es el glóbulo la porquería, es la globalización.

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