Querubines. – EL PASADO SE EXORCIZA RECORRIÉNDOLO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Garib ha escrito la decadencia de un torturador cuando el tiempo de la fuerza bruta comienza a desvanecerse. Moroso, el autor establece los elementos de la génesis de quién será en el futuro un asesino que saquea bienes materiales y aquellos incorpóreos que deja en la oscuridad de la mazmorra o en el lugar de su muerte la víctima que le ha tocado al Querubín.

No es gratuita la elección del nombre con el cual el torturador se precipita a sus terribles trabajos por la oscuridad; en la angelología judeo cristiana los querubines –segundo coro del primer estamento angélico, próximos a a la divinidad– trabajan por la sabiduría, transmiten energía cósmica, son ángeles de fundamento y del firmamento; ellos pueden interceder, representan categorías del saber.

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Los querubines, guardianes de los sagrados recintos divinos, sólo por debajo de los serafines –que son el amor que rodea al trono del creador de las cosas–, además, fueron dotados por su creador de voluntad, que es el principio del discernimiento: son algo más que herramientas. Sin embargo fracasaron los querubines cuando su señor, allá en el principio del Tiempo los sometió a una prueba que, si la pasaban, los iba a premiar con la Felicidad eterna. No pudieron alcanzarla y millones de millones de ellos engrosaron la lista de los ángeles caídos, condenados a vagar entre la Tierra y el Cielo a la espera del final de los tiempos.

Ese tránsito entre cuerpos y elecciones, la incapacidad de convertir conocimiento en humanidad conforma la saga del Querubín de Walter Garib. Un libro que por cierto no se leerá por el solo placer de la lectura (¿algún libro se lee sólo por ese placer?), pero que una vez comenzado arrastra hasta su sórdido, inevitable completamiento. Viaje que será a la vez un exorcismo necesario y una lección evidente: si no se enfrenta el pasado y sus historias no se hará más que mojar la pluma –o encender el computador– para seguir escribiéndolas.

Prueba también el escritor que es posible el intento de bucear en las podridas aguas de lo que es menos que humano (aunque pueda temporalmente sacudir y negar lo humano) sin dejarse atrapar por una literatura del horror y la venganza; que es posible intentar comprender los delicados mecanismos del pilar de la Justicia.

En suma: 178 páginas escritas desde lo más clásico y desnudo del arte de novelar que muestran una fuga condenada –la de Querubín–, y la posibilidad de dejar atrás esos días terribles a condición de asumir la tarea de revivirlos para proceder no a su olvido, sino a su entierro.

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Me dicen El Querubín, Librería Nobel (Santiago de Chile) / La pluma del ganso (México, DF), 2007. 178 páginas.

La novela se encuentra a la venta ($ 6.500) en Librería Nobel, Providencia 2653, Santiago.
Distribuye: emirgarib@vtr.net.

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