Sáhara: 20 años de negociaciones frustradas

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¿Significa esto que algunos saharauis han de renunciar a su deseo de independencia? La respuesta es que no, pero a partir de aceptar en primera instancia una fórmula de autogobierno. En España, hay sectores independentistas en el País Vasco y en Cataluña, pero expresan su proyecto de futuro aceptando una realidad autonómica, a la espera de que en un futuro se den unas mayorías y unas condiciones que hagan posible sus proyectos.

En el Sáhara habría que partir de la misma base, con una población saharaui instalada en el territorio histórico, bajo soberanía marroquí, y con la libertad de expresión necesaria para que los sectores independentistas pudieran expresar sus anhelos, sin que las autoridades marroquíes ejercieran represión por ello. ¿Es esto viable? Nadie lo sabe con seguridad, pero las garantías de seguridad personal y de expresión son también un tema de negociación.

Para salir del atolladero hay que hacer nuevos movimientos y cambiar la perspectiva. En este sentido, sería interesante que el secretario general de la ONU convocara a Nueva York al rey de Marruecos y al líder del Polisario, Mohamed Abdelaziz, que por cierto lleva ya más de 35 años como secretario general del Frente Polisario. Necesitamos planteamientos nuevos y gente nueva. Al drama saharaui le falta renovación, y a los 20 años del alto el fuego, lo único que no es admisible es la vuelta a las armas.

En los tiempos actuales nadie lo apoyaría y el Frente Polisario se quedaría solo y sin recursos. Sería suicida, y más dada la situación de inestabilidad que vive la región saheliana, con Al Qaeda de por medio.
Aceptar el autogobierno no es traicionar al pueblo saharaui. Pedir lo imposible y aceptar 30 años más de desierto es, en cambio, un mal favor a una población que tiene el derecho, después de tantos años, de retornar al Sáhara y ser protagonista de su destino, aunque inicialmente sea dentro del marco de una autonomía marroquí, eso sí, lo más avanzada posible.

Quedará pendiente otro capítulo doloroso, que es el reconocimiento marroquí de que hace 36 años ocupó un territorio, desalojó por la fuerza a la mitad de su población y la bombardeó en su exilio. Una verdad histórica que será necesario admitir para empezar un lento pero necesario proceso de reconciliación. 5/01/2012
 
*Vicenç Fisas es director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona

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