Secuestro en Bagdad: anomalías e interrogantes

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En los últimos días surgieron detalles cada vez más inquietantes sobre el secuestro de las voluntarias italianas Simona Pari y Simona Torretta -y dos personas iraquíes- por un comando compuesto por unas veinte personas, que penetró el martes en la tarde a la sede de la organización donde trabajaban, Un ponte per Bagdad (Un puente para Bagdad), en uno de los barrios más controlados de la capital iraquí.

El comando, según los testigos, se movía con seguridad, vestía uniformes militares implecables y usaba armas muy sofisticadas, todas con silenciador; asimismo, no sólo actuaron con estilo militar, sino que también llevaban el pelo muy corto y ninguno tenía barba. Más aun, la persona de civil que hacía las veces de jefe tenía hasta un bastón con punta eléctrica -artefacto tristemente conocido en Iraq, ya que eran usados por la policía política de Sadam Husein para torturar a los prisioneros-.

Otro detalle no menos preocupante es que el grupo llegó en una caravana de autos, entre ellos cinco jeeps, que no podrían haber pasado inadvertidos en la capital iraquí, donde, si bien reina el caos, existen férreos y frecuentes controles militares.

Las delirantes reivindicaciones aparecidas en algunos sitios árabes, que piden rescate o exigen condiciones como la liberación de las mujeres musulmanas detenidas en las cárceles iraquíes, son poco creíbles a juicio de los expertos, tanto del gobierno italiano como de las organizaciones de cooperación internacional que trabajan desde hace años en Iraq y que bien conocen la intrincada telaraña de relaciones, grupos y grupúsculos que recorren sus hoy destruidas calles.

No olvidar lo sucedido en Grozny

En conversación con este corresponsal, una experta de ONG -que ha vivido mucho tiempo en Iraq- señaló que a pesar de que se ha puesto en marcha una amplia red de organizaciones y estructuras iraquíes de la más diversa índole -desde grupos religiosos integristas hasta asociaciones de mujeres- no se ha descubierto ni la más ínfima traza de las dos jóvenes italianas y sus dos colegas.

El médico Gino Strada, fundador de Emergency, una organización humanitaria que entrega asistencia médico-quirúrgica a las víctimas de guerra, expresa -en un comentario publicado en el diario Il Manifesto– un sentimiento de aprensión generalizada, a propósito del secuestro, y una duda que parecería la trama de una novela de política ficción, pero que tiene bases sólidas: la responsabilidad de quienes quieren evitar testigos incómodos, que puedan informar al mundo acerca de las atrocidades cometidas por quienes aseguran que su única finalidad es «llevar la democracia» a Iraq.

Strada recuerda la masacre de un grupo de seis voluntarios de la Cruz Roja Internacional, asesinados hace algunos años con armas provistas de silenciador -mientras dormían- en Grozny (Chechenia). De ese modo el gobierno ruso, señala el cirujano, logró el objetivo de alejar testigos incómodos, porque séxtuple asesinato obtuvo el efecto de obligar a dejar el país a las organizaciones humanitarias, que podían informar al mundo qué sucedía verdaderamente en esa república rebelde.

¿Y si también ahora sucediera lo mismo?, se pregunta Strada. «¿Si esta fuese una estrategia definida, como el secuestro de los dos periodistas franceses (aun en manos de sus captores, con quienes, sin embargo, los intermediarios del gobierno de Chirac han tenido contactos), no tendríamos por qué asombrarnos».

«Quienes hacen tiro al blanco contra civiles inermes, quienes devastan las aldeas, quienes crearon la cárcel de Abu Grahib (y Guantánamo) no ven con buenos ojos la presencia en Iraq de voluntarios pacifistas, ni de periodistas que no sean embedded («incrustados» por las fueras invasoras entre los grupos en el terreno, que trabajan con su autorización y con frecuencia bajo sus instrucciones).

Buscar responsabilidades

fotoConseguir que la presencia incómoda de voluntarios de organizaciones humanitarias y periodistas relativamente independientes les signifique cada vez más riesgos, e incluso eliminar dicha presencia, puede ser un objetivo del «amigo George» -que es como Silvio Berlusconi se refiere al presidente estadounidense- tal como lo fue del «amigo Vladimir». No hay que molestar al maniobrador. Que se vayan todos. Sucedió en Chechenia, en Afganistán, y podría estar pasando también en Iraq», sostiene Strada.

Esta situación implicaría directas y graves responsabilidades de los servicios secretos estadounidenses, añade el cirujano, «y probablemente también de los países que apoyan la agresión estadounidense, ingleses e italianos en primer lugar».

Tampoco el resto de la prensa italiana ha podido esconder la anomalía del secuestro y ante la evidencia disponible de que no se trata ni de fanáticos religiosos ni de delincuentes habituales el diario de centro derecha Il Messaggero tituló, hoy viernes, en primera página que el secuestro es obra de la mano de obra desocupada «los servicios secretos de Sadam Hussein», lo que podría ser probable.

Si ello fuere así, la pregunta entonces es: ¿para quién trabajan hoy los agentes del ex Raiss, quién les paga? Para nadie es un misterio que en el mundo de los servicios secretos nunca es claro quién hace qué, y quién está con quién, ya que es señal de eficiencia hacer contraespionaje, tener confidentes e infiltrarse en el campo adversario.

La única cosa cierta es que el secuestro fue muy bien organizado y que las víctimas no fueron elegidas por casualidad: «Los secuestradores sabían a quienes querían raptar», señaló el Presidente de la asociación Un puente para Bagdad, Fabio Alberti. «No tenían fotos, pero sí una lista de las personas que trabajaban en la oficina de Bagdad. Pasaron lista en voz alta y luego se llevaron a las dos italianas, a la joven iraquí y al ingeniero, también iraquí».

Solidaridad y «solidarios»

En la tarde del viernes miles de personas desfilaron por las calles de Roma para pedir la liberación de las jóvenes. No hubo insignias de partidos, solo banderas de paz. De todas maneras, todos los partidos de izquierda y centro izquierda adhirieron a la manifestación. No así las fuerzas del bloque de centro derecha, que olvidaron sus llamados a la fraternidad y a la «solidaridad humana» cuando se intentaba rescatar a los tres mercenarios italianos -guardaespaldas de una multinacional- secuestrados hace unos meses en Iraq. Mientras uno de ellos fue ejecutado en circunstancias poco claras, los otros tres fueron liberados -según se dice después que el gobierno de Berlusconi pagara el rescate-.

Es evidente la integridad moral de la derecha que se refería a los tres mercenarios, denominándolos «nuestros muchachos», mientras no se han escuchado las mismas afirmaciones cuando se trata de defender la vida de estas dos voluntarias, cuyo único error fue el de haber intentado llevar un poco de consuelo a un pueblo que le tocó estar en el momento equivocado en el lugar equivocado del mundo.

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* Exclusivo desde Roma para Piel de Leopardo.

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