Segunda Independencia

1.212

Luis Britto García*
Más sabe Nuestra América por vieja, que por Nuestra.
De doscientos años de miserias y de grandezas, nos queda por lo menos la experiencia de lo que nos ha funcionado, y de lo que no.
 

No nos funcionó

– Recibir a los invasores como Dioses.
– Rendirse al atropello: nuestros antepasados claudicantes fueron de todos modos aniquilados, vejados, esclavizados, aculturados.
– Resistir a la invasión imperial por separado, para posibilitar que nos sometieran pueblo tras pueblo, cultura tras cultura, región tras región.
– Prestarse a colaborar con el agresor: los indígenas totonacas y chichimecas que ayudaron a Cortés contra los aztecas, los guatemaltecos que auxiliaron a Pizarro contra los incas, los aruacos que apoyaron a Losada contra los caribes, todos los americanos que sirvieron de verdugos al Imperio contra otros americanos fueron luego esclavizados, oprimidos o exterminados.
– Prolongar nuestras rencillas internas incluso ante la presencia del enemigo: Huáscar contra Atahualpa, Moctezuma contra Cuautémoc fueron los más eficaces agentes de los conquistadores.
– Dejar durante siglos en manos de un imperio foráneo la administración de nuestro suelo y subsuelo, de nuestros recursos naturales, de nuestra economía, de nuestras finanzas, de nuestra política.
– Permitir que antes y después del atropello algunas de nuestras sociedades originarias igualitarias degeneraran en sistemas de castas, con privilegios económicos y políticos hereditarios.
– Inculcar en el pueblo  la obediencia ciega, de manera que la rendición de las dirigencias equivaliera a la del pueblo, que dejar sin cabeza a las jefaturas fuera dejar a los gobernados sin ideas.
– Mimetizar la cultura opresora con la esperanza de ser reconocidos como iguales y la certidumbre de terminar ridiculizados como remedos o perdonados como pintorescos.
– Juzgarnos con el rasero del enemigo, medirnos con la medida del opresor, valorarnos según la tabla de valores de los genocidas.

Sí nos funcionó

– Atrevernos contra los imperios.
– Resistir las intervenciones en el campo cultural, económico y estratégico.
– Conquistar por la violencia las reivindicaciones sociales y económicas que nos son negadas con la fuerza bruta.
– Movilizar de nuevo a las clases oprimidas y cumplirles los programas de reivindicación social.
– Rechazar la integración tutelada por los imperios y culminar la iniciada por nosotros mismos.
– Rechazar la instalación de bases militares foráneas y denunciar, incomunicar, aislar o expulsar las ya instaladas.
– Reconquistar el control de nuestras riquezas naturales, así como el de las industrias relativas a su explotación.
– Pensar con nuestras ideas, nuestros valores, nuestras cabezas.
– Ser nosotros mismos en la América Nuestra.
 

*Escritor, dramaturgo, ensayista.
Ilustraciones de Oswaldo Guayasamín

 

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.