Si la propiedad privada es un robo… – APROPIARSE DE OTRAS VIDAS ES PEOR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Pasando al estadio previo del consumo, quien tiene/posee animales –sea como mascota, juguete, herramienta, diversión, comida ,estatus–, reproduce la lógica principal del sistema económico en que estamos sumergidos, donde el tener animales es símbolo también de ostentación, a la vez perpetúa las cadenas del espejismo.

Quien se apropia de la vida y adueña de otros seres no merece la propia; pongámonos a analizar el odio a los esclavistas del siglo XIX, los negreros, o a los diferentes imperios que esclavizaban pueblos enteros para hacerlos producir, convirtiéndolos en simples piezas de recambio, al igual que los regímenes totalitarios contemporáneos o recientes: nazis, estalinistas.

Pensemos acerca del odio a los tratantes de blancas, los proxenetas y vividores de mujeres, de niños/as, o trasladémonos a las multinacionales instaladas en el sureste de Asia, donde unos granos de arroz suponían –¿suponen todavía?– la paga para hacer un par de zapatos.

Nuestra empatía es generalmente para la especie humana, negando lo que las otras sufren y padecen por la discriminación especista, que padecen el ejercicio del poder y la dominación –aunque hagamos oídos sordos a esta cuestión–.

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Las más de las personas (tanto en el campo libertario como fuera de él) sueñan con tener su vaquita, su ovejita, sus abejas, sus colmenas, sus gallineros… Como si eso fuera símbolo de autogestión (pero especista claro está), al igual que quienes desean tener un harén o tener personas a su mando: el paradigma es el mismo, la dominación, el uso del poder sobre otros seres, más que nada ejercido sobre los que no pueden organizarse ni ofrecer resistencia.

La propiedad de animales, sea privada o de uso colectivo, es una lacra del especismo, la propiedad de animales es violencia antinatural, un ejemplo de desprecio a las demás formas de vida.

Aquellos que dicen «querer» a ciertas especies animales, ¿por qué las tienen en jaulas, peceras, establos?… En primer lugar, ¿por qué las tienen?

La pregunta va al fondo de la cuestión ética, porque el asunto de tenerlos no tiene en cuenta la voluntad/naturaleza de esos animales, voluntad/naturaleza de vivir donde es su hábitat, donde la libertad no sea reprimida, donde su instinto natural les indica…Tener animales es aceptar un modelo autoritario y reproducirlo, sin cuestionarlo; es darle la bienvenida a lo que muchas personas están contra, es darle la bienvenida a la domesticación.

Dentro de la mercadotecnia animal es muy común ver personas ostentando animales, sean perros, ratas, animales exóticos, etc… como símbolo de estatus, para el ser bien vistos por los demás integrantes de los «guettos» donde actúan, como una especie de vidriera, algo adornado.

¿Dónde queda el instinto de reproducción, de juego de esos animales? Quedan reprimidos a merced del egoísmo de quienes los poseen.

Negarse al especismo es negarse a ejercer el poder y la dominación a las espeies animales –incluida la nuestra–. Tal vez algo más grande que el amor a la liberación animal es el odio al especismo.

* loslemeslima@yahoo.com.

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