Socialismo chileno: ¿renovación o falta de ideas?

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Wilson Tapia Villalobos.*

Por estos días, los socialistas chilenos están realizando sus más grandes aportes a la discusión ideológica en veinte años. Y lo han hecho desde la elaboración intelectual y también en la práctica. Dos áreas que, si se comparan, permiten sacar conclusiones. Puede que lo que se encuentre no guste, pero hay que reconocer que es un avance.

Pese a que a muchos de los renovados dirigentes del Partido Socialista (PS) no les parezca adecuado, Carlos Altamirano Orrego sigue marcando pautas ideológicas. La reciente aparición de su biografía, escrita por el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, dejará a pocos indiferentes. Sobre todo que Altamirano revisa lo ocurrido con su Partido, del que fue Secretario General y líder en los cruciales días previos al golpe militar de 1973.

Las conclusiones que saca no son halagüeñas para la clase dirigencial actual. Algo similar ocurre con la Concertación. Lo que seguramente hará que muchos se sientan tentados a levantar nuevamente la imagen del verdugo de la Unidad Popular. Un ícono que encierra más hipocresía que realidad histórica.

Los juicios críticos apuntan a que la renovación socialista no existió. Y que las concesiones que se hicieron al neoliberalismo fueron más allá de lo que podía presumirse para una colectividad socialista. Incluso, sobrepasando lo conveniente. La Concertación, que dio dos presidentes socialistas de los cuatro que ejercieron en estos 20 años, tampoco queda libre de cuestionamientos.

Pero eso significaría, también, que la razón de ser del socialismo habría cambiado de escenario social. Los trabajadores tendrán que buscar otros aleros. Y si se trata de reconocer el rol fundamental del mercado y de la iniciativa privada, tal vez es un error quitar protagonismo al Estado. Una cosa no puede significar automáticamente la otra. Si es así —y es lo que ha ocurrido en Chile—, la iniciativa privada se queda sin regulación, y ya sabemos que el mercado no es un buen asignador de recursos. En especial cuando se trata de los sectores más desprotegidos que son, curiosamente, a los que el socialismo decía representar y defender históricamente.

La renovación socialista es presentada como una mirada más pragmática. ¿Pero el pragmatismo puede significar la renuncia a principios fundantes? Tal vez un pragmatismo llevado hasta le límite de la confusión con políticas neoliberales está en la base de la explicación de lo que está ocurriendo en Chile con la política.

Y la responsabilidad hoy no es de Carlos Altamirano.

* Periodista.

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