Sondeos, tendencias, fantasmas que son reales

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Lagos Nilsson

Lo que se advierte en los almacenes de barrio, ferias libres de Santiago, bares de provincia, paraderos de buses, conversaciones de sobremesa, en fin, cobró cuerpo: la candidatura concertacionista inició un declive que llevará al candidato a su casa y a muchos dirigentes al rincón donde se lamen las heridas o de ellas se muere. Y si la izquierda se estancó es por su propia y tozuda voluntad de ceguera.

Mientras el mundo político espera en Chile la encuesta CERC, Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea, con fama de ser un trabajo serio –el sondeo de opinión se conocerá en setiembre–, los encuestófagos pudieron alimentarse el miércoles 19 de agosto con los resultados del sondeo Estudio de Opinión Pública IPSOS.

La entidad, de carácter internacional, cuyo lema es "Nobody’s unpredictable" (nadie es impredecible) midió por primera vez al candidato independiente Marco Enríquez-Ominami en segunda vuelta con una "performance" superior a la de Eduardo Frei, ex presidente, DC, que busca, como dicen en Chile, "repetirse el plato" y en empate técnico con el candidato de la derecha. Sebastián Piñera marca 43 puntos, Marco Enríquez-Ominami 40 y Frei 38,1 puntos.

La candidatura de Enríquez- Ominami hasta dos meses atrás era considerada una "candidatura testimonial", un acto de rebeldía juvenil.

IPSOS fotografía, como en la hípica, una carrera –no una llegada– de nariz con nariz, es decir: virtual empate técnico entre los tres presidenciables. Si encuestas y sondeos dicen algo, es hora de hablar en serio.

¿Cuándo se pierde una carrera?

Una elección se pierde cuando ya entrados en tierra derecha el o los animales con "sabor a triunfo" pierden el ritmo del galope y se retrasan. Podrá argüirse que oficialmente la carrera no ha comenzado, que los pingos bufan y se revuelven todavía ante los casilleros de partida, pero eso es lo ceremonial del asunto.

De hecho llevan meses –alguno años– recorriendo el país y otorgando entrevistas como seguros candidatos; han instalado sus pretensiones, colgado afiches, grabado "cuñas" publicitarias y son, en calidad de candidatos, invitados a la sacrosanta tele. Al parecer para nada.

En tres meses un oscuro diputado –podría, por su edad, ser hijo de cualquiera de ellos–, que encima se presenta como candidato independiente, como a la vaquilla  los arrincona en la medialuna del rodeo. ¿Mérito de Enríquez-Ominami? Si. Pero mas que mérito de su comando de campaña e inteligencia, es demérito de sus rivales.

Primero, los partidos de la Concertación por la Democracia, que eligieron –de todos sus pro hombres– al que menor imagen positiva tiene en la ciudadanía. No porque su personalidad sea fría –que lo es–, tampoco por haber aplaudido el golpe de Estado de 1973 –que lo aplaudió–, sino y sencillamente porque ya con varios meses de campaña todavía no se conocen definiciones e intenciones de su eventual nuevo gobierno.

Segundo, los partidos de la Alianza por Chile, que le dieron generosos los espacios periodísticos que el novel candidato necesito para lanzar su candidatura, no lo hicieron por sentimientos democráticos –que son dudosos cuando menos–, lo hicieron porque, y no se equivocaron, MEO restaba al haber de Frei. Su drama es que comenzará a roer ahora también su clientela electoral.

Alguna vez dijimos en este mismo portal en referencia a las candidaturas de Frei y Piñera, que la incógnita era cuál de ellos perdía por menos

Detrás de las frases para el bronce o la basura

Lo cierto es que la campaña electoral, ya caliente aunque todavía oficialmente no empiece, no se da, ni se dará, en el terreno de las ideas, salvo las ideas publicitarias; el país probablemente no elegirá a quien le haya dicho cómo piensa gobernar, cuál es su programa. Como ante una vitrina navideña elegirá al mejor adornado.

"Quiero poder", clama Piñera en las radios, poder –dice en suma– para que todos vivamos mejor. ¿Qué dice con eso? El rengo del bar de la esquina es claro: "Eso es caca" asegura, "ese gallo lo que quiere es tocarnos de nuevo el culo".

Frei, pobre, ni eso dice, habla de fatasmagóricos océanos azules, mancomunal de pirañas del capitalismo a la chilena, o de su "equipo técnico", que vaya uno a saber qué es. Y afirma que sobre esto o aquello no tiene nada que decir, para enojado afirmar que ya dijo lo que pensaba.

La izquierda en la neblina

No hay nada peor que sentirse perdido en la neblina. La neblina es un lugar sin aquí ni allá, sin adelante ni atrás, un planeta oscuro y solitario que se traga hasta la memoria de dónde estábamos ubicados antes de que cayera.

Muchos temen a Jorge Arrate no porque se haya convertido en militante del PC, sino porque si cuando ministro se reservó un ascensor del Ministerio, ¿qué querría reservarse como presidente? La concepción de la majestad del poder es un pez peligroso.

Mucha gente de izquierda, por otra parte, sospecha que si se afilió al PC ya no es un hombre de izquierda. El PC no quiere olitas con la Concertaciòn: ya logró su objetivo táctico del momento: un par de candidaturas más o menos seguras al Congreso. Y comprometió su voto a Frei –en esa segunda vuelta que podría, más allá de la encuesta anotada, desvanecerse.

Alejandro Navarro –nadie al parecer duda de su honestidad–, por su parte, suele prometer con entusiasmo más de lo que su fuerza le permite, los mapuche lo saben, pero no son los únicos.  Con todo y su recién configurado Movimiento Amplio Social no llega al uno por ciento de preferencias –y probablemente cada vez que habla lo reduce: no conoce el vocabulario de la publicidad. Sin embargo es un político todavía joven que luce las llagas de las buenas intenciones en un medio donde éstas no se perdonan.

Su intento –con Pamela Jiles– de acercar los dispersos bloques y mini bloques de la izquierda fracasó. La ciudadanía ávida de encontrar una alternativa real al "stablishment" se pregunta por los responsables de ese fracaso.

Arrate, Navarro y Enríquez-Ominami son desprendimientos del casi seco tronco socialista. Pamela Jiles no. Es la voz más nueva, fresca, insolente, seria, carismática y cálida de la izquierda real chilena. Así que fue necesario hacerla zozobrar. La derecha la ignoró porque la siente peligrosa. La izquierda –¿que decimos cuando decimos izquierda en Chile?– la ignoró porque es peligrosa.

Con ella se hundiría cualquier expectativa de tener, el pensamiento izquierdista y revolucionario, presencia real como movimiento en los próximos diez años. Ojalá no se hunda

El candidato cuyas iniciales recuerdan un verbo

Así que MEO se convierte en una expectativa política real. ¿De qué? Cualquier respuesta es aventurada. Merodean y pululan a su alrededor peces diversos que no se reconocen necesariamente por su origen. Algunos nadan a la derecha de la mar, otros nadaron por el lado izquierdo de las aguas.

Lo que significa confusión. En un extremo la posible refundación del conjunto de partidos concertacionistas; en el otro la imposibilidad de acuerdos para llevar adelante una acción racional de gobierno. Y en el medio se agita el temor –los chilenos son los "ingleses de América drel Sur"– de crear "frankestianamente" un Tony Blair en el Cono Sur.

De cualquier modo: es tan grande la desilusión provocada por la Concertación –que el gobierno de Michelle Bachelet no pudo aminorar– y tan inmensa la desconfianza en la Alianza y los disfrazados discípulos y epígonos del dictador (Piñera fue generalísimo de la campaña presidencial de Hernán Büchi, delfín del "tata", no olvidarlo) que cualquier candidato no atado, por último generacionalmente, a los acuerdos, pactos, matrimonios y etcéteras de los ochentas capta simpatía.

MEO –con sus asesores,– se ha movido con prudencia y como lo mandan las artes marciales de Oriente: aprovechando los enviones del adversario más que poniendo en juego su propia fuerza. Es así como logró empatar, merced a un discurso centrista jaspeado de derechismo, con Frei. La inercia social puede lograr que crezca en setiembre/octubre, siempre a expensas del concertacionista –que por otra parte cae por sus propios merecimientos.

Pero la campaña definitoria de este remate cuyo premio es la presidencia se dará durante las últimas seis o siete semanas; es decir, entre la segunda mitad de octubre y el 10 de diciembre. En cierto sentido Frei está "out" –lo que es bueno para el país–, pero –llevado por la ambulancia el boxeador "groggy"– deberá MEO enfrentar a maese Piñera. Que está fresco, toda vez que los manotazos de ahogado de Frei no le han hecho mayor mella.

Es de suponerque los vastos recursos de la derecha real y dura hayan dado por terminada la luna de miel con MEO y saque sus garras, tontons macoute y demás. Agónico Frei (¿alguna vez no lo estuvo?) el enemigo es MEO, que demuestra sabe jugar su juego y por tanto se intentará ponerle límites pronto

(Se calcula que la campaña electoral significará una "inversión" del orden de los diez mil millones de pesos –no calcule, lector, cuantos mapas, pupitres, microscopios o cursos de perfeccionamiento para maestros caben en esa suma: hablamos de Chile; por lo mismo tampoco se devane los sesos pensando de dónde saldrá ese dinero).

Paulatinamente en estos días de agosto de 2009 MEO ha ido precisando su discurso más allá de lo que podría haberse esperado y, por cierto, mucho más allá de las frases hechas y remanidas o relamidas del binomio (no por lo binominal) Frei-Piñera. Por ahora es el único precandidato posicionado en encuestas y sondeos que parece tener vida intelectual. Esto es: cerebro. ¿Despertará la izquierda?

Si ese cerebro funciona y cómo lo hará en esta segunda etapa está por verse. Porque un sondeo de opinión no tiene carácter predictivo

Entre otros textos, sobre este asunto puede leerse del autor: País marino (todavía) en busca de gobernalle y Concertación y Alianza pueden haber elegido a su candidato perdedor.
 

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