Television basura. ¿Llegó para quedarse?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

“Los medios de comunicación son un juguete en las manos de los ricos.
Y los ricos lo usan para enriquecerse aún más”.
Ryszard Kapuscinski, historiador, escritor ensaysta polaco contemporáneo.

Ya son años que transitamos este camino. Las barbaries del norte son el timón insignia en este rubro. Penosamente, es un lugar común: en nuestro país, la Argentina, muchos de los programas de televisión, con sus contenidos fatuos y superficiales entretienen al telespectador pisando todo valor moral, sin resguardar en lo más mínimo una postura de decoro y entereza.

La prensa escrita, por otro lado, en general acompaña estas iniciativas con elogios e incentivos o actúa con distracción, durmiendo un sueño, que no es el de los justos, en vez de apuntar su índice para intentar contener tanta falaz irrealidad.

Ropa interior de vedette, prostitución, siliconas generosamente exhibidas, denunciadas o ridiculizadas, secretos familiares, golpes e insultos en pantalla, obscenidades verbales y gestuales son pan de todos los días. Estrellas maduritas menean sus curvas quirúrgicas y muestran con desenfadado orgullo sus nuevas y casi adolescentes adquisiciones masculinas.

fotoUna patética pandilla mercenaria de los espectáculos «mediáticos» hechos para entretener y para no hacer pensar, como los de Marcelo Tinellli (izq.) –que sirvió de arquetipo para los otros famosos tipo “No Hay Dos Sin Tres”–, las novelas, ingenuas y osadas como Enséñame a Querer, son las nave almirante de una flota que crece, se reproduce e invade señales de aire y de cable contra todo pudor y todo recato.

CONDUCIENDO AL MAL GUSTO

Todos los métodos son buenos para sumar audiencia: desnudos, insinuaciones sexuales, sexo explicito, violencia gratuita, drogadicción, aberraciones de todo orden. ¿Su misión? Crear impacto con métodos de terrorismo psíquico. Basta retroceder con la memoria y recordar el caso del secuestro del padre del actor Pablo Echarri: la propia víctima, indignada y lúcida, dijo que los medios lanzaron el rumor de su ejecución «por un par de puntos de rating». ¿Quién no aprendió alguna vez, mirando una película, la justa manera de drogarse? ¿O lo fácil que resulta desenfundar las armas para matar, así nomás?

Este tipo de “espectáculos” van creando en el telespectador una postura psíquica alienada por lo cual su valuación de la realidad alterará los valores de referencia.

¿El espectador puede resultar culpable con su actitud tolerante? El secreto originario del éxito de esta clase de programación no consistió en un reclamo del público; al público se lo sedujo y habituó con propuestas que convenían a los canales, porque su costo de producción era bajo y causaba efecto con pocos recursos. Está claro que el televidente, es “material dúctil” y le gustan las cosas “fáciles y sabrosas”, pero que las empresas que lo aprovechan, por cierto, no parece ético y es poco honesto porqué así pavimentan el camino al infierno de nuestros hijos. El orden de sucesión es que la TV basura se “inventó” como cualquier producto que luego se promociona para convertirlo en imprescindible.

Los medios emplean modelos comprobados en otros mercados. Los dictadores del “márketing” dicen que la gente no quiere otra cosa. Sin embargo éste esr un argumento falaz. La audiencia no pide, consume. Los productores de programas eligen el fácil camino de apoyarse sobre la ingenuidad de las personas para sorprenderlas en vez de organizarse para tener la paciencia de enseñarles, guiarlas, elevar su cultura, tarea mucho más compleja pero que le correspondería por sentido de responsabilidad social.

Una vez más el dios dinero muestra su frío espectro de calculo donde las ganancias tienen prioridad frente a la posibilidad de organizar una sociedad más justa.

BASURA GLOBALIZADA

fotoLa TV basura no es un invento argentino. También invadió a Estados Unidos, país de origen, por otra parte, de este tipo de trasmisiones, y donde 30 mega-empresas con multimillonarios presupuestos de publicidad juran que «limpiarán» la pantalla de contenidos nocivos. Jamás lo hicieron más allá de haber adoptado alguna forma de maquillaje para encubrir las andanadas y seguir ganando dinero sucio.

En la imagen, a la derecha, Susana Goménez, a los 60 “diva” sexy de la TV argentina.

También hay televisión basura en Brasil y casi todos los países de América latina, en Europa etc. ¿Es una “conjura” de los mercados para hacer un lavado de cerebro y mantener “buena” a la audiencia? O sea, ¿la nueva representación del “pan y circo” de la época de los romanos? Por el éxito cosechado y la adicción que despierta en la audiencia parecería que sí.

Es un fenómeno que se universaliza partiendo de una larga convivencia de este tipo de espectáculos en EEUU, para constituirse en ejemplo en el resto del mundo. Recuerdo, cuando aún en mi joven edad (allá por 1964, no recuerdo bien el año, sí recuerdo el hecho), vi una película estadounidense donde un chico y una chica de 6-8 años, aprovechaban la ausencia de sus padre, en la hora de trabajo, para prender la tele y sintonizar canales inconvenientes para menores con escenas de sexo casi explicito.

Un día el padre volvió de improviso y al ver lo que miraban sus hijos los retó diciéndole: “¡Me habían prometido que no mirarían más esos canales!” Ese fue todo el reproche que tuvieron…

Los “reality shows” de Brasil y los programas tipo Tinelli en este país son hasta más crueles y osados. He visto en Rede Globo como se reían de un ciego con su perro, mientras en Chile, el mismísimo presidente Ricardo Lagos, daba una lección de ética a los periodistas presentes para demostrar que una licitación que fue dirigida y preparada por su cuñado fue ganada por ese cuñado. Un hecho que se presta a suspicacias muy abiertas, imposible de realizarse con honestidad, y que el presidente justificó con su apego a los valores éticos de él y toda su familia. Un real, pero muy real “reality show”, de los mayores que el mundo ofrece y que pocos son capaces de identificar. El pez por la cabeza huele.

Cuando una potencia económica, tan poderosa como lo es EEUU, adopta una costumbre que se vuelve moda, es difícil que el resto del mundo la ignore. No solo eso. Este modelo de “comunicación” –de alguna manera hay que llamar este verdadero atropello a la moral– es incentivado por la superpotencia “amiga” para generar un mercado acorde a sus intereses.

Se piensa: Si este tipo de “cultura” dio buenos resultados en nuestro ámbito lo dará también en otros mercados. La moral de la gente no importa, es el dinero, es el mercado, es la distracción necesaria para seguir haciendo las maniobras políticas privadas y “piratas” que no pueden ventilarse al sol. Por eso la globalización… Las iglesias cristianas, que deberían ser el ente regulador por excelencia de estas conductas, calla. ¿Por qué?

Antes, mucho antes, quemaron en las hogueras a las mujeres que mostraban el tobillo…

En nuestros pagos tanto Cristian Fernández, representante de la Cámara Argentina de Anunciantes, como Carlos Rottemberg, presidente de CAPIT (Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión), dicen plegarse a esa actitud moralizadora. Aseguran -respectivamente- que «Los anunciantes creemos que ejercitar nuestra responsabilidad social implica cuidar los valores transmitidos por sus piezas publicitarias y requerir a los medios de comunicación que los contenidos de las publicaciones y de los programas que acompañan a dichas piezas estén respaldados por la misma escala de valores que sustenta su Código de Ética y Autorregulación Publicitaria» y que «En la Argentina, muchas veces, algunas asociaciones hablaron con agencias de publicidad para que no se divulguen ciertos productos ni tengan distribución publicitaria en determinados programas.

Con relación al ejemplo de Estados Unidos, esas empresas, de alguna manera, se han constituido en productoras de televisión y, por ende, tienen el mismo derecho que cualquiera para llevar adelante sus programas».

ALGO DEBE CAMBIAR
…PARA QUE TODO SIGA IGUAL

En las páginas de la revista Reporte Publicidad, (nota de tapa: «Los anunciantes analizan el escenario») 25 responsables de “márketing” y relaciones institucionales de las grandes marcas fueron consultados acerca de su actitud y responsabilidad ante la televisión basura. Ejecutivos de Renault, Coca Cola, HSBC, Bagó, Banco Galicia, Bank Boston, Movicom Bellsouth, American Express, etc., reconocieron que «debería actuarse con más responsabilidad ejerciendo lo que entendemos por autorregulación, que no es más que poner en práctica lo que David Ogilvy (legendario creativo publicitario) preconizaba cuando decía: “No hagas avisos que no quieras que vean en tu casa».

Queda en pie la fuerte sospecha de que muchas de estas declaraciones no pasarán del mero gatopardismo O sea, todo cambia para que nada cambie.

Parece con eso que las reglas morales sólo son obedecidas por la gente común, aquella de todos los días, como usted, como yo. Los otros, o sea, los protagonistas económicos que manejan los medios y billetes junto a los destinos de las personas, que deberían dar el ejemplo, están ausentes de este compromiso. Por el contrario cuando pueden descargan sus culpas sobre de sus empleados, algún periodista o conductor a quien –dicen- “se le fue la mano”.

”¡PLINK!”, CAJA

Ahora bien, ¿existiría realmente la TV o prensa basura sin anunciantes que la financien? Mientras Guillermo Casarotti (Burger King), Mariano Cornejo (La Caja) y Luis Salem (Ford), deploraron que «otros anunciantes no hayan asumido, con toda objetividad y coherencia» una postura análoga a firmas como la estadounidense Unilever, que levantó su publicidad del programa «Fugitivos», José Pagés (Telecom) dijo que en cuanto a responsabilidad, los anunciantes no tienen «…ninguna. Hay público para todo (…) es cuestión de la estrategia de cada empresario, el producto que tiene, el segmento al que se dirige, etc. Otro tipo de cuestiones no comerciales podrían llegar a acercarse a una especie de elitismo cultural» A confesión de parte, relevo de pruebas.

Y esto recién empieza…

Hoy, en las eras de los «Gran Hermano» se anuncian aún insospechadas formas de controlar la mente (ver El homo videns de Giovanni Sartori). Es el camino para manipular las reacciones y la conducta de un público del que se espera obtener automatismo consumista, sometimiento político y supresión del pensamiento independiente.

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¿Acaso en los EEUU ya no es así? El condicionamiento de las masas para aceptar una guerra que nadie quería lo consiguió Bush respecto de Iraq al frente de sus banqueros de la Federal Reserve System. Sirviéndose de la complacencia –paga– de las empresas periodísticas. Además la mayor parte de los pueblos del mundo fueron callados e inducido a obedecer la lógica perversa de los medios de comunicación.

¿Cual es, entonces, el antídoto a esta basura visual e intelectual que nos intoxica? Sólo un profundo cambio cultural. Y sólo el público -es decir, los vecinos, es decir, aquellos que viven codo a codo, pueden ser capaces de impulsarlo. Porque su compromiso es diferente al de los empresarios. En lugar de intereses económicos para defender, tienen necesidades humanas que rescatar y un futuro para los suyos para defender. Pero, ¿Cómo se hace esto…?

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* Periodista. (www.losbuenosvecinos.com).

Nota: La imagen de apertura corresponde a la portada del libro La pornographie de l’âme, de Valérie Tordjman, publicado en Francia por Le Passage.

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