Tiempos, lugares. – EL NUEVE DE ABRIL

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El 9 de abril de 2003 fue dominado por las imágenes televisivas sobre cómo un tanque estadounidense derrumbaba una escultura del dictador iraquí. Acontecimiento equiparado por Rumsfled como algo tan importante como la caída del Muro de Berlín en 1989. Mas, las diferencias entre lo acontecido en Bagdad y Berlín son mayores.

El desplome del bloque soviético se dio sin ninguna intervención militar foránea e iniciada por movilizaciones populares. Fueron los propios alemanes quienes demolieron el muro que los dividía. Para algunos esto permitió que la principal potencia capitalista europea (Alemania) se reunificase desmantelando al comunismo, y con ello que las democracias de mercado sustituyeran a las totalitarias economías planificadas soviéticas. Para otros el desplome del llamado ‘socialismo real’ fue una tragedia que destruyó un fallido experimento para crear un sistema que no se centre en la ganancia y que garantice pleno empleo y educación, salud y vivienda accesibles o gratuitas para toda la población.

Para los promotores del liberalismo y de la socialdemocracia, el colapso del bloque no capitalista generó la posibilidad de ir hacia un globo más homogéneo y basado en economías abiertas de mercado con sistemas de democracia representativa. Para los promotores del socialismo, la restauración capitalista ha creado una mega-potencia que se cree dueña del mundo y acentuó el racismo contra los inmigrantes, el desempleo y las diferencias entre pobres y ricos, así como entre Norte y Sur.

La tan televisada caída de la estatua de Hussein no fue llevada a cabo por las masas iraquíes. Apenas había algunas decenas o tal vez cientos de bagdadíes viendo cómo soldados estadounidenses cubrían la cabeza de dicha escultura con su propia bandera nacional y luego la desplomaron con uno de sus tanques.

Lo cierto es que en la llamada liberación de Iraq no participó ningún contingente árabe. Fue hecha casi exclusivamente por tropas y armamento anglo-estadounidense. Blair aspiraba a que la población iraquí saliera a recibirlos como salvadores, pero lo único que las cámaras aliadas han mostrado son sido pequeños grupos de árabes que avivaban a Bush.

A los dos días de filmado el desplome de la estatua de Saddam, en esa misma plaza se empezaron a congregar manifestaciones de protesta contra la ocupación. Cuando los EEUU auspiciaron una conferencia de partidos y caudillos iraquíes anti-Hussein, decenas de miles estaban en calles cercanas pidiendo que las tropas ocupantes se fueran.

La liberación de Iraq se llevó a cabo sin contar con la participación de su propia población y hasta con la hostilidad de decenas de miles que salieron con armas a enfrentarles. Decenas de miles de millones de dólares en daños han sido producidos y se han causado miles de bajas civiles así como la destrucción irreparable de monumentos y piezas de las primeras civilizaciones.

Lo que sí guardan en común las caídas de la estatua saddamista y del muro berlinés, es que ambos significan duros golpes contra dos grandes adversarios de EEUU: los regímenes de los partidos comunistas orientales y los del nacionalismo tercermundista.

Después de 1989 Washington fue desmoronando a los sistemas que regían un tercio de la humanidad y que se sustentaban en economías estatales planificadas. Después del 2003 Washington quiere acabar con los pocos regímenes que quedan en el hemisferio sur que aún mantienen economías de mercado con proteccionismo y autonomía nacional.

Si en 1991 se acabó la bipolaridad, ahora se quiere garantizar la unipolaridad total y al margen de las Naciones Unidas.

Bush no sólo ha depuesto al Baath iraquí sino que ahora ha puesto sus baterías contra ese mismo partido en el poder en Siria. Paradójicamente, el Baath panarabista se fundó a inicios de la década de los 40 en la misma época en que nacieron otros movimientos nacionalistas en el Cono Sur Suramericano como el Movimiento Nacionalista Revolucionario boliviano o el justicialismo argentino.

Al igual que los baathistas, el argentino Juan Perón y el boliviano Víctor Paz Estenssoro ansiaban una patria regional grande y economías estatistas y soberanas, y también fueron inicialmente acusados de tiranos fascistas por la Casa Blanca.

Después de haberse enfrentado a los EEUU, peronistas y emenerristas acabaron aceptando el modelo de democracias liberales promovido por Wáshington. Dentro de los mandatarios más pro EEUU que ha habido en el cono sur se destaca Menem , y Sánchez de Lozada (el presidente boliviano en 1993-97 y 2002-03). Ellos han sido acusados de ser quienes organizaron directamente el desmantelamiento de muchas de las nacionalizaciones y sistemas de seguridad social que sus propios partidos nacionalistas una vez impusieron.

La Casa Blanca quiere hoy latinoamericanizar a la región más convulsiva y rica en oro negro del planeta: el Oriente Medio. Así como anteriormente ha podido invadir a la mayor parte de las repúblicas caribeñas, piensa crear bases permanentes en dicha zona para posibilitar futuras intervenciones. El objetivo es empujar a las dictaduras y a los regímenes que promueven una fuerte intervención estatal en la economía para que abran sus mercados y sistemas a una democracia que facilite el ingreso de capitales anglo-estadounidenses.

Al haberse fortalecido en el oriente próximo, Washington apunta a consolidar su dominio continental y al ALCA. Sin embargo, también ha creado la mayor ola de resentimiento en el mundo árabe y musulmán. En el caso latinoamericano ha crecido dicho resentimiento incluso dentro de sectores que inicialmente apoyaron al neoliberalismo.

Lo ocurrido el 9 de Abril de 1952 en Bolivia puede ser una tendencia latente que esté germinando en reacción a lo acontecido el 9 de abril del 2003. En 1952 los bolivianos hicieron un cambio de régimen ellos mismos. Un levantamiento espontáneo promovido por mineros, fabriles y civiles en el altiplano se unió a policías y soldados rebeldes para hacer desplomar el poder de las tres grandes familias que dominaban la riqueza minera nacional.

Las posibilidades de que se repitan levantamientos populares o sindicales es algo que se ha visto recientemente en diversas localidades argentinas. El 11 de abril del 2002 una intentona de la derecha opositora venezolana fue conjurada con apoyo popular en la misma fecha en que los bolivianos festejaban el 50o aniversario del triunfo de la insurrección (la cual duró del 9 al 11 de Abril de 1952).

La elección de nuevos gobiernos contestatarios en Ecuador y Brasil, y la creciente hostilidad que va cundiendo en el continente frente al intervencionismo estadounidense pueden generar dos tipos de nueves de abril. Uno, nuevas intervenciones, como las que Álvaro Uribe abogaría para defenderse en Colombia; la otra, nuevos levantamientos populares como los que se ha visto desarrollar en los últimos años en Bolivia y Argentina.

Publicado en papel en el periódico La Patria, sub-decano de la prensa boliviana, a pocos días de la toma norteamericana de Bagdad el 9 de Abril del 2003.

ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION BOLIVIANA

El 9 de Abril de 1952 se inició la revolución boliviana. Este ha sido el único acontecimiento en la historia sudamericana contemporánea en el cual una insurrección popular logró desintegrar unas FFAA. Pese a ser el evento más importante en la historia boliviana del siglo XX, este levantamiento es poco conocido internacionalmente debido a que no llegó a ser parte del ajedrez de la guerra fría.

La revolución boliviana produjo cinco cambios sustantivos. Fue depuesta la rosca (las tres grandes familias dueñas de las minas y de la riqueza nacional) así como su ejército. Los sindicatos se armaron y ocuparon tierras, prefecturas y empresas transformándose en un poder paralelo. Se dio el voto y la ciudadanía a la mayoría indígena iletrada. Se nacionalizaron las grandes y medianas minas y se puso a trabajadores en sus consejos administrativos. Los latifundios fueron repartidos.

A diferencia de las revoluciones mexicana, cubana y centroamericanas, en Bolivia se produjo una insurrección urbana espontánea. La revolución no vino del campo y no existió guerrilla alguna. Esto por una parte hizo que no se diera un gran baño de sangre y también que los sindicatos tuvieran un mayor peso.

La revolución boliviana tuvo muchas paradojas. Pese a que la reforma agraria boliviana fue tan o más radical que la que estaba llevando a cabo Mao en China y que la nacionalización de las grandes empresas, fue más contundente que en Irán y Guatemala, los EEUU, en plena época macartista, decidieron hacer de ésta la única revolución que apuntalaba y financiaba.

Mientras que la mayor parte de las revoluciones ocurridas al fin de la Segunda Guerra Mundial fueron lideradas o influidas por partidos comunistas pro-soviéticos, en Bolivia las dos ideologías que más influencia tuvieron fueron el nazi-fascismo y el trotskismo.

El partido que llegó al poder en 1952, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, se había fundado once años antes con un manifiesto y una simbología inspirada en el nacionalsocialismo alemán. En 1941 Hitler se adueñaba de Europa y los gestores del MNR eran sus simpatizantes. En Diciembre de 1943, el MNR llegó al gobierno gracias a un golpe militar que se aliaría al de Perón. En Julio de 1946, un levantamiento popular urbano anti-fascista en La Paz produjo el derrocamiento de dicho gobierno y el colgamiento de su presidente Villarroel.

Por aquel entonces el MNR parecía que nunca se recuperaría y el partido más popular era el pro-soviético Partido de Izquierda Revolucionario (PIR). Sin embargo, el nuevo gobierno basado en la alianza entre comunistas pro-Moscú y la derecha pro-estadounidense se fue desgastando. El MNR fue cambiando su prédica adoptando lenguaje marxista. En las presidenciales de 1951 su candidato Paz Estenssoro ganó, pero un golpe preventivo le cortó el camino a palacio.

El MNR conspiraría luego con el coronel Seleme, ministro del interior de la nueva junta. El 9 de Abril ambos lanzaron un cuartelazo que fue inicialmente contrarrestado. Cuando Seleme se refugiaba sintiéndose derrotado, mineros, fabriles y ciudadanos armados marcharon sobre La Paz y en coordinación con sectores de los carabineros lograron desmembrar a las FFAA. En tres días el poder caía en manos de los subversivos.

El 17 de Abril se fundaba la Central Obrera Boliviana (COB). Esta actuó como un estado paralelo que tenía sus propias milicias e imponía sus propias políticas. Juan Lechín se convirtió en el primer secretario ejecutivo de la COB, cargo que mantuvo durante 9 lustros. La COB, dirigida por el ala laborista del MNR, hizo un co-gobierno con este partido.

Mientras en Rusia de 1917 Lenin logró que los soviets rompieran con el gobierno provisional y lo depusiesen, Paz Estenssoro logró evitar la suerte de Kerenski pudiendo controlar a la COB haciendo que ésta finalmente les colaborase en reestructurar el Estado y las FFAA.

La oposición de derecha al MNR fue capitalizada por la Falange Socialista Boliviana (FSB). Pese a ser el país más amerindio del mundo, Bolivia tuvo una gran influencia de las ideas nazi-fascistas. La Falange era un partido de clase media blancoide inspirado en el franquismo que cuestionaba al MNR por haber renegado de su anterior anti-comunismo y estar adaptándose a las presiones de los sindicalistas. A la izquierda del MNR estaba el Partido Obrero Revolucionario. Pese a su ideología trotskista, el POR no quería que la COB depusiese al MNR sino que buscó ir radicalizando y mejorando al nuevo gobierno de Paz hasta que al final la mayor parte de sus cuadros fue absorbida por el MNR.

Al apuntalar a Paz, los EEUU lograron que el MNR no se inclinase hacia Moscú y que éste se fuese moderando y hasta les apoyase en el futuro bloqueo a Cuba. Entre 1952 y 1964 el MNR estuvo en el poder. Sin embargo, a diferencia del PRI mexicano, no pudo imponer una democracia de partido único y pronto empezó a dividirse.

En 1964 las mismas FFAA que Paz y el MNR reconstituyeron fueron quienes les echaron del poder e impusieron un ciclo de 18 años dominados por los militares. Un tercio de siglo después de 1952, Víctor Paz Estenssoro volvió a la presidencia. Esta vez para trastocar el mismo modelo que él había impuesto.

El líder de la mayor transformación estatista que había conocido Sudamérica se convirtió en el gestor de la nueva ‘revolución’ tathcherista neo-liberal privatizadora.

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* Periodista y analista internacional. Trabaja en Londres.

www.bigio.org,

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