Triple encuentro de presidentes: Más negocios que política

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Pablo Ramos*
 
Cristina Fernández recibió a Lula da Silva y Hugo Chávez en Buenos Aires. La reunión con el brasileño tuvo un neto perfil de negocios. En cambio, con el venezolano surgió la política. 

La semana que pasó se destacó por un triple encuentro de presidentes en Buenos Aires. En la noche del domingo arribó a la capital argentina Lula da Silva con una comitiva de 264 empresarios, a los que se les sumaron una cantidad similar de hombres de negocios oriundos de Brasil y que se desempeñan en filiales de empresas cariocas. El lunes, por su parte, aterrizó en la Reina del Plata el venezolano Hugo Chávez. Ambos jefes de Estado fueron recibidos por la anfitriona Cristina Fernández, aunque el encuentro con el brasileño se caracterizó por el neto perfil empresarial, mientras que con el venezolano se avanzó muy poco en el afianzamiento de los políticos.

Según la prensa hegemónica, la venida de Lula tenía como objetivo brindar un espaldarazo político a la presidenta argentina, jaqueada por los terratenientes y la derecha variopinta, y superar los desencuentros surgidos en la discusión en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Suiza, cuando Brasilia abandonó la posición consensuada en el Mercado Común del Sur (Mercosur) y adhirió al enfoque sustentado por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón.

Pero la visita de Lula debe verse como un intento manifiesto de concretar negocios. El mandatario de la nación lusoparlante llegó acompañado de 264 ejecutivos de las más importantes empresas del estado de San Pablo, que se sumaron a una cifra similar de ejecutivos que se desempeñan en filiales de compañías oriundas de Brasil. Se trató del más importante encuentro de negocios en la historia de ambos países.

La llegada de Chávez estuvo precedida de múltiples y mal intencionadas versiones de un disgusto de Lula por encontrarse con el venezolano. Lo concreto es que se produjo un encuentro tripartito el lunes, donde hay que admitirlo no se produjeron demasiados avances en el eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires. Pero el venezolano tuvo también su encuentro con empresarios argentinos el martes, donde los invitó a invertir en su país.

La principal actividad de Lula en la capital argentina fue su participación el lunes en el Seminario “Argentina-Brasil: una alianza productiva clave” ante más de 1.000 empresarios de ambos países, y donde el visitante se llevó las mayores ovaciones. La reunión puede inscribirse en la actual etapa de transnacionalización de las empresas brasileñas, donde el aparato estatal se pone al servicio de este proceso. En esta línea, Lula anunció distintos beneficios financieros para que las compañías inviertan en nuestro país, tanto en la apertura de nuevas plantas como en la adquisición de firmas argentinas.

Durante las dos entrevistas reservadas que mantuvieron con Cristina –una el domingo y la otra el lunes- se discutió la postura de Itamarati en Ginebra de alinearse con las potencias económicas que protegen sus mercados agrícolas pero exigen a los restantes países abrir sus economías a los productos industriales y al sector servicios. Brasil se había erigido en el vocero del G-20 (las 20 naciones mayores productoras de alimentos, que integran Argentina, India, China y Sudáfrica, entre otras), pero a último momento cedió a las presiones de las potencias del Primer Mundo y aceptó abrir sus mercados sin pedir nada a cambio. Gracias a la postura inamovible de India la Ronda de Doha se cerró sin alcanzarse un acuerdo.

La Cancillería argentina sostuvo que la propuesta de reducción de aranceles en manufacturas en 56 puntos era inaceptable. Esta Dicha reducción implicaba un doble perjuicio: abría la economía argentina al ingreso de productos industriales extra Mercosur, pero a la vez eliminaba la ventaja de pertenecer al bloque que integra junto a Brasil, Uruguay y Paraguay. ¿Por qué? Porque también debía competir en el mercado de sus socios ante productos extra zona que ingresarían a precios más bajos.

No obstante, Lula se mostró conciliador, y habló de proyectos a futuro. Manifestó su intención de construir la central hidroeléctrica binacional de Garabí sobre el río Uruguay, del vehículo de transporte militar ligero “Gaucho”, y de avanzar a pasos más acelerados en el área de defensa con la construcción de submarinos y naves de patrullaje costero. También se creó un mecanismo para bajar el precio de los fertilizantes, e impulsar la colaboración en la construcción de buques petroleros, que Brasil va a requerir para explotar sus recientes hallazgos hidrocarburíferas en alta mar. Al respecto, y aunque la intención de Brasilia es construir en astilleros propios, la magnitud de las reservas hace imposible poder cumplir este deseo y muchos barcos van a tener que ser adquiridos en el exterior.

El otro tema que se inicia es la compra de aviones a la empresa aeroespacial brasileña Embraer para la estatizada Aerolíneas Argentinas. De las más de 60 aeronaves que tiene la compañía aeroespacial, la mitad se encuentra en tierra por distintas causas. Unas 20 máquinas tienen una antigüedad de más de 20 años, que deben reemplazarse en lo inmediato. Y Argentina se encuentra vedada al financiamiento internacional debido a que todavía no solucionó su deuda con el Club de París ni con los acreedores que no aceptaron la operación de refinanciamiento de la deuda pública.

Según publicase el diario argentino Clarín, el brasileño prometió un fondo soberano creado con las reservas excedentes del país para la financiación de inversiones de las firmas brasileñas en la Argentina o para la asociación de empresas de ambos países. 

El Banco Nacional de Desenvolvimento Económico e Social (BNDES) de Brasil estaría en condiciones de financiar la compra o alquiler de aviones de Embraer para Aerolíneas. Pero la apuesta de la Casa Rosada es que la aeroespacial carioca produzca partes de las naves en el Area Material de Córdoba –en la provincia homónima- donde hace años se fabricaban aeronaves militares y hoy no cumple función alguna. De todas formas, se trata de un tema que recién empieza.

El martes fue el encuentro entre los tres mandatarios. Lula invitó a sus pares a reunirse nuevamente en Pernambuco, el 6 de setiembre. El 7, Cristina estará en Brasilia, adonde participará de los festejos patrios del país vecino y el 8 mantendrá una bilateral con Lula e inaugurará una planta de energía eólica.

Chávez fue el que más información brindó a la prensa. Propuso la creación de empresas multiestatales, puso de nuevo en la mesa la construcción del Gasoducto del Sur, y hasta habló de tender un ferrocarril entre Venezuela y Argentina y la creación de la Aerolínea del Sur, fruto de la fusión de las tres aerolíneas de bandera.

Esa misma noche, el mandatario bolivariano participó de un acto en un suburbio de Buenos Aires con Cristina, tras lo cual se firmaron cartas de intención para levantar una destilería especializada en petróleo pesado y ultrapesado (el que produce Venezuela) por 1.200 millones de dólares y una planta de regasificación de gas licuado por 600 millones de la misma moneda.

El martes, Chávez participó de un encuentro con empresarios en el Palacio San Martín (sede de la Cancillería) donde invitó a los hombres de empresa a invertir en su país. También reiteró la disposición a que el Tesoro venezolano adquiera nuevos bonos de deuda argentina. Ese país ya compró 5.500 millones de dólares en títulos soberanos emitidos por Argentina.

La suspensión del viaje que Fernández y Chávez iban a realizar a Bolivia para respaldar al presidente Evo Morales en el referendo revocatorio de mandato de este domingo (Ver nota de tapa) le quitó el que iba a ser el hito más político de este encuentro en la capital argentina. Este motivo llevó a que Buenos Aires se haya convertido por dos días en una capital económica más que política.

*Publicado en APM

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