UN PAÍS DONDE NO SE OPINA: TODO ES CHISME

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La hora dedicada, en el horario que llaman en la tele prime time –el de mayor sintonía–, a las noticias de Chile y del mundo tiene una extensión teórica de 60 minutos; menos, desde luego, la sagrada publicidad, que tomará poco menos de 15 minutos: favor que hacen las empresas de TV –y sus anunciantes– con el objeto de contribuir a subir el bajo nivel cultural de la audiencia. Hemos dicho subir el bajo nivel cultural, no elevar el nivel cultural.

De los poco más de 45 minutos durante los que se supone los chilenos son informados, la mayor parte se destina, como corresponde, a las noticias importantes: el fútbol. Fútbol local, fútbol internacional –léase: de preferencia argentino, español, italiano y, por eso de los ingleses de América del Sur– británico. El resto se reparte entre algo de política, un poco de aconteceres allende las fronteras –todo esto muy apretado– y la mayor parte en dar cuenta del último robo y el penúltimo asesinato; sazonado con tirones de oreja a los jueces que «dejan libres» a los delincuentes.

Es una suerte, pensándolo bien, en otros paises al fútbol se agrega la farándula. Cabe sospechar que la farándula chilensis ni capaz de producir escándalos es.

No falta el serio político con alma ciceroniana que hace al gobierno responsable por esto y aquello y algún también apretadísimo –hablamos de tiempo– comentarista internacional –en ocasiones se lo denomina analista– que con suerte dispone de algo así como 90 segundos para interpretar el panorama.

Es la tele. De los diarios mejor no hablar: cada día se compran menos y carece de importancia lo que digan. Saben, por otra parte y desde hace añales, los chilenos que el mayor de todos miente. Las radioemisoras se baten, en general, mucho mejor.

La ciudadanía y residentes extranjeros no protestan, están acostumbrados: es el estilo mundial de convertir la información en espectáculo que sabiamente entremezcla la antiquísima comedia del arte con la técnica publicitaria del slice of life (trocito de vida), que, en este caso, no en el de la publicidad, consiste en señoras llorosas porque su hijo fue asesinado o violada su nieta, o en señoras adustas con revólver al cinto recomendando urbi et orbi armarse para defender bienes y honras.

En Chile, país acostumbrado –hasta los exilios de la década de 1971/80– a sentirse isla, y por lo tanto solitario y diferente, sociedad endogámica se diría, todos saben interpretar los gestos y muletillas ajenos. Por ejemplo, cuando alguien responde a una pregunta, si es dirigente social o político –o es o se cree importante en cualquier sentido– comenzarán sus segundos de gloria en el medio con las siguientes dos palabras que en conjunto suman dos, también, sílabas, dirá: «A ver…» y luego se despachará a gusto.

Los análisis de la información son espectaculares.

Los argentinos no son confiables porque en vez de vender el gas a 3.8 o cuatro dólares el millón de BTU (una medida inglesa al fin y al cabo) terminaron haciéndolo a 4.8. El ministro a cargo de la negociacón por parte de la Casa Rosada –o por lo menos el que insinuó esa cantidad de «menos de cuatro»–, Julio De Vido, señaló en el momento que esa era una estimación, que él creía que no iba a llegar a cuatro. Nunca lo aseguró. Y pasó de cuatro.

Lo que sí dijo a los periodistas chilenos fue que si investigaban el precio del gas para el consumidor en Chile y las razones de ello –dijo que se acercaba a los 25 dólares el millón de BTU– probablemente se sorprenderían. Esa investigación es materia pendiente. Las empresas que proveen gas anuncian en diarios y estaciones de TV –mera coincidencia–. Que algunas de esas empresas, a su vez, tengan negocios con o sean socias de aquellas que manejan los gasoductos es cuento aparte. Otra coincidencia.

Argentina, finalmente, subió el precio de un bien escaso: ley del mercado, y el mercado escribe la Biblia en Chile –salvo cuando la aplican en contra de las expectativas chilenas–. ¿Quienes eran los expectantes y por qué? El gobierno anuncio aliviado que las empresas distribuidoras y proveedoras de gas iba a absorber el alza. ¡Bravo! Pero: ¿por qué? ¿Acaso no perderán al hacerlo? Si sus márgenes son tan estrechos como afirman, ¿cómo podrán absorber tamaña alza?

El periodismo de «investigacion» investiga al medio centenar de jóvenes neonazis, al otro centenar de cabezas rapadas o la triste vida de un delincuente. Cosas importantes.

Los chilenos pagan más de un dólar el litro de gasolina –nafta, bencina– para sus automóviles, y alrededor de 85 centavos el de diésel –que mueve, como se sabe, el transporte de mercancías y los 4X4 plásticos de la elite que ya se quisiera como la descrita por Djilas, aunque no está muy lejos de aquella–.

Y en Perú,. ¡Ah, el Perú! Allí sí que brilló la presidente. Alan García le besó la mano y todo (Alan García vivió en Francia, no es que haya visto muchas películas francesas). Además invitó a la primerísima primera mandataria a ver el desfile cívico-militar de recordación de la independencia. Gran éxito diplomático (¡?) que augura excelentes relaciones con la antigiua capital del Cono Sur.

Alan García es un político –mañoso tal vez, pero avezado–. Sabe por ello que las relaciones entre países no se montan sobre buenos modales, se montan sobre intereses mutuos, sobre beneficios mutuos, se montan para la defensa mutua. García dijo al atravesarse la banda presidencial sobre una prometedora barriguita de buen burgués que Lima no cedería en el trazado de su nuevo y flamante límite marino –que afecta directamente la frontera con Chile–. ¿Aconsejará el economista Foxley a la presidente que le escriba una carta al amigo García?

¿Han siquiera especulado los brillantes analistas, expertos, politólogos chilenos que el presidente peruano asume con su país levemente aislado de sus vecinos. Con Ecuador ni hablar. Con Bolivia las cosas están tensas, no más fuere porque en buena medida una hipotética salida al mar para ella requiere que Perú, el gobierno peruano, considere el asunto toda vez que hay acuerdos previos con Chile en tal sentido. Sólo que, ¡demonios!, ¿acaso no estaba oleado y sacramentado lo de las fronteras marinas peruanas con su vecino del sur?

Pero no: el gas y el besamano. Habría que preguntarle a la señora de García –una hermosa mujer argentina– si su cónyuge le besa la mano.

Consejo de Seguridad

Y se viene la votación para el temporal asiento simbólico –es poco más que eso– a llenar en el Consejo de Seguridad de la ONU. Venezuela es un candidato, pero eso no es bueno: Cuba en DDHH y Venezuela en Seguridad es mucho para las alicaídas canas de Uncle Sam. Que Chávez le haga un mimo respetuoso y sonriente a Michelle vaya y pase, pero si la alemana se enoja por un simple masaje de Mr. Bush signfica que algo hay: el terrorismo –sin dudas– repta por caminos insólitos. ¡Doble no a Venezuela!

Hay otras cosas que sin duda la cancillería chilena y del resto de América Latina y el Caribe seguro
analizarán. De acuerdo: el gobierno de Hugo Chávez dista de ser el de un chico bien obediente y educado; hace maldades, como hablar mal de la globalización, se abraza con su colega iraní, amenaza con visitar Líbano, etc… Pero ¿qué es Guatemala?

Guatemala es un país donde la vida no vale nada. Donde la educación es un desastre. Donde la pobreza aumenta. Donde el ambiente natural es coto de caza. Donde no se respetan los derechos humanos. Guatemala en la actualidad carece totalmente de peso internacional, incluso en el área del itsmo. Es triste, pero es así.

Y es triste también que Rigoberta Menchú arriesgue el prestigio de su Nobel de la Paz al iniciar –según informaciones– campaña en favor del gobierno de Guatemala –léase en favor de EEUU– para el dicho asiento.

No es un misterio que Hugo Chávez hará olitas si llega al Consejo –en especial lanzará dardos contra el derecho de veto de las grandes potencias que emergieron luego de la II Guerra Mundial–, pero no puede ponerse en duda que el venezolano, sea cual fuere el juicio que merezca como presidente de su país, logró interpretar anhelos y esperanzas del Tercer Mundo; cuando menos su vozes reconocida como la voz de los enmudecidos por el peligroso –por el proceso de debilitamiento: la parábola del tigre herido– poder estadounidense en esta parte del mundo.

Guatemala no será más que –ojalá el último– muñeco del ventrílocuo. Ayudará a más niños a morir bombardeados.

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