Una mañana a fines de septiembre con Fidel (II)

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Saúl Landau.*

Con el carisma de Obatalá, la encarnación religiosa de un majestuoso Don Quijote con la habilidad política necesaria de un Maquiavelo para triunfar y sobrevivir, compartió tareas con su hermano menor, menos a la vista, quien manejó de manera brillante los cruciales tornillos y tuercas necesarios para implementar y administrar los grande planes visionarios. Hoy un Fidel muy retirado se ha vuelto reflexivo.

Fidel y Raúl Castro, en una asociación de 56 años en empresas revolucionarias que han  cambiado la esencia de la vida cubana, también han alterado la geopolítica en África del Sur y el Hemisferio Occidental.  Juntos, estos dos hombres educados por los jesuitas, hijos de un soldado español (Ángel) que se convirtió en rico agricultor, crecieron en la provincia de Oriente. Han conducido a los cubanos al escenario de la historia mundial –independientemente de los graves problemas que aquejan a la economía de la isla.

En 2009, un Fidel muy retirado se ha vuelto reflexivo. Escribe artículos acerca de temas de la actualidad política, lee y mira de manera selectiva la televisión. Hice mi primer documental con él para la televisión pública en 1968.  Entonces y ahora él integra su biografía a la historia de los tiempos.

“Mi padre era dueño de todo el pueblo (Birán), con excepción de la oficina de correos y la escuela pública. Tuve la oportunidad de ver ese pequeño mundo desde esa posición ventajosa, la del dueño, así como desde el punto de vista de los que no poseían nada. Los trabajadores azucareros, por ejemplo, no tenían derechos. Solo los ricos sabían leer y escribir”.

Recuerda él cómo la gente del pueblo, incluyendo al maestro, trataba de estafar a su padre. “De niño también supe del hambre de los vecinos rurales. En la supuesta democracia cubana de la década de 1930, los pobres también votaban por los candidatos apoyados por mi padre rico”, dijo burlonamente.

“La idea de una prensa libre era un chiste”, prosiguió. “¿Quién sabía leer y escribir? Los que iban a la escuela. La mayoría no podía. Yo fui a la mejor escuela y no había un solo estudiante negro o mulato. En la escuela jesuita a la que fui después había un solo mulato”. Fidel habla de esos días de alta tasa de mortalidad infantil, poca expectativa de vida para los pobres y analfabetismo a gran escala. “¡Ha habido algunos cambios de la Cuba de antes a la Cuba de ahora!”

Hablando del mundo como un todo, declaró: “Hay una desorientación universal. Me compadezco de los políticos” que se enfrentan a los retos modernos. “Yo también fui un  político”. Se refirió al mundo desarrollado como una mezcla de democracia liberal y propaganda de los medios masivos.

Ted Turner “venía aquí a menudo. Él dice que yo le sugerí la creación de una cadena universal de televisión”. Sacudió la cabeza con desaprobación.

“La gente me ha hablado de Fox, expertos en la creación de opiniones. Esas cadenas deben vivir de los ingresos publicitarios. ¡Compre esto! ¡Compre esto otro! Algunos programas le hacen a uno cubrirse los oídos y los ojos. Quizás como usted vive con este virus no se da cuenta”.

“Imagínese”, dijo, “que le digan a uno qué tiene que comer, qué ponerse y, por supuesto, el año que viene las faldas tienen que ser más cortas… Nosotros (los países del Tercer Mundo) no tenemos material prima para eso. Como ustedes han inventado la mayor parte de los problemas, deben ser ustedes los que brinden las respuestas para eso”.

El consumismo y la supervivencia planetaria pudieran no ser compatibles debido al calentamiento global. “Gore ganó en el 2000, pero no fue elegido. Los cubanos de Miami, expertos en el fraude electoral, impidieron que la gente votara. Gore tenía una cultura del medio ambiente. Esa elección robada significó diez años perdidos en la lucha por el entorno en el país que quema el 25% de los combustibles fósiles del mundo. Un robo electoral que puede haber decidido el destino del mundo”.

“Obama es consciente del medio ambiente y de la importancia del tema de la salud”, continuó, “así que lo acusan de ser un socialista o un comunista. Él no tiene poder. Está amenazado. Podrían asesinarlo”. Se estremeció ante la posibilidad.

Le dije que había visitado a Gerardo Hernández, el coordinador de los agentes de la inteligencia cubana que habían penetrado algunos de los violentos grupos del exilio en Miami. En 2001, una jueza de  Miami lo condenó a dos cadenas perpetuas consecutivas.

“Gerardo es un ejemplo de que uno puede tomar lo mejor o lo peor de un hombre.  Gerardo es un ejemplo de lo mejor. Vemos a esos cinco infiltrándose en grupos terroristas y asesinos, como los de Posada Carriles”, el hombre acusado de orquestar el sabotaje de un avión comercial cubano, matando a los 73 pasajeros y tripulantes, así como de poner bombas en lugares turísticos en la década de 1990. Una de las bombas mató a un turista italiano.

“Nunca hicimos nada igual a Estados Unidos”, comentó Fidel.

Interrumpió la conversación. “¿Cómo va el juego?”, preguntó a un ayudante, refiriéndose al equipo de béisbol de Cuba que jugaba contra Corea. En 1968 lo filmé cuando detuvo su jeep para jugar en un juego en las montañas de la Sierra Maestra. ¡Solo habían pasado 41 años!

La primera parte de este reportaje se encuentra aquí.

* Cineasta.
En la revista Progreso semanal.

Los filmes de Saul Landau acerca de Fidel están disponibles por medio de roundworldproductions.com.

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