Una semana en “Las mil y una noches”

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Diego Ghersi* 
 
Argentina apuesta a la expansión comercial en mercados exóticos, acorde a una estrategia común con Brasil, el otro coloso del Mercosur.
 
Terminada la cumbre del G-20, cuyo principal resultado consistió en aconsejar la autonomía estatal en la adopción de medidas anticrisis, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández realizó una gira de una semana por África del Norte, con el objetivo de expandir el comercio a un área que históricamente ha sido poco explorada por los gobiernos argentinos.
 
El viaje presidencial puede ser ligado a las declaraciones que el Presidente de Brasil, Inacio Lula Da Silva hiciera en el mes de junio referidas a que el Mercosur debería abrirse comercialmente al potencial mercado africano.
 
El análisis permite, en primer lugar, subrayar las ventajas que subyacen cuando se producen negociaciones con países que se asemejan en potencial y por su carácter tradicionalmente periférico. Dicho de otra manera podría pensarse en acuerdos que parten de una cierta igualdad de condiciones con la idea que “sean beneficiosos para ambas partes”.
 
El ejemplo contrario -muy relacionado también a la reciente cumbre del G20- lo da la Ronda de Doha, tradicionalmente frustrada por un negociación desigual dónde los países industrializados intentan a toda costa imponer sus condiciones sobre los Estados periféricos.
 
En segundo lugar, como socios en el Mercosur, podría decirse que Argentina y Brasil han repartido sus responsabilidades para adoptar medidas que preserven a su común marco regional de la Crisis Financiera Mundial.
 
En ese sentido en el reparto le ha tocado a Brasil entenderse con países como India; Sudáfrica y China -todos más acordes a su tamaño y potencial- y, además, proseguir la descarnada lucha en la citada Ronda de Doha.
 
Con el mismo criterio, a Argentina le ha tocado negociar acuerdos en Argelia, Túnez; Egipto y Libia.
 
En tercer lugar se puede especular con la apreciación de que la salida concertada de ambos socios sudamericanos respalda los dichos de sus mandatarios en relación a la defensa de la economía real de bienes. En este caso la búsqueda y obtención de nuevos mercados agiganta las posibilidades de expansión de los productos locales sin olvidar que redundará en beneficios para ambos.
 
Ya en el marco estratégico mundial, la búsqueda de lazos con países exóticos del hemisferio sur del mundo significa desarrollar un contrapeso largamente buscado que equilibre la balanza de poder con los países centrales del norte.
 
En ese sentido el canciller argentino Jorge Taiana manifestó que “el objetivo de la gira por el Magreb –área occidental del mundo árabe y musulmán – es reforzar la cooperación sur-sur entre países en desarrollo, porque en el marco de la actual crisis financiera global tendremos un papel clave en el futuro intercambio económico comercial".
 
La conducta de Argentina y de Brasil no ha pasado desapercibida a las otras naciones y particularmente a Estados Unidos. En ese sentido, no es casualidad que en medio de su viaje por Túnez, Cristina Fernández haya recibido una inesperada llamada de Barack Obama, quién deberá enfrentarse al rediseño del mapa mundial en el marco de una profunda crisis.
 
Si bien durante la campaña las alusiones al “patio trasero” estuvieron ausentes en los discursos de Obama y, dificultadas las conversaciones con Bolivia y Venezuela y descartada –al menos por ahora- la opción militar, no es un secreto que el manejo de la cuestión sudamericana requerirá de un entendimiento de Washington con Brasil y, por ende, con su principal socio: Argentina.
 
En los hechos, todo este viaje de Cristina Fernández puede calificarse cómo de promoción y venta.
 
Así, la participación de la mandataria en seminarios con empresarios locales se enfocó en generar confianza hacia la estabilidad política y económica que Argentina ha logrado luego de superar la crisis que la azotara en 2001.
 
En ese sentido, Cristina Fernández manifestó en Túnez que: "si bien mi país no estará exento de las consecuencias de la crisis internacional, el bajo nivel de endeudamiento permitirá al país afrontar con mayor serenidad los coletazos del derrumbe”.
 
También se encargó de destacar que Argentina tiene "una economía equilibrada", con un superávit comercial que llegará este año a 13 mil millones de dólares y un superávit fiscal de 3,3 por ciento del Producto Bruto Interno.
 
Conciente de que la memoria internacional guarda un mal recuerdo de los sucesos argentinos de 2001, la presidenta explicó, que si bien esos hechos fueron históricamente significativos y graves, “a partir del 25 de mayo de 2003, comenzó un crecimiento de la economía con tasas anuales del 8 por ciento”. También sostuvo que la clave para el despegue consistió en emprender una economía de matriz diversificada que aportara valor agregado a la producción de materias primas.
 
En concreto, la gira ha motivado la firma de acuerdos comerciales y de cooperación con Argelia y Túñez en campos como biotecnología, energía nuclear, agricultura, ganadería y genética.
 
A estos convenios habría que sumar los que puedan surgir en el marco privado derivados de la presencia de los casi 70 empresarios que acompañan a Cristina Fernández en la delegación oficial.
 
En general debe decirse que el gobierno argentino enfrenta la crisis internacional al compás de políticas propias e imaginativas y en sólida alianza con su socio brasileño.

* Publicado en APM

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