Uruguay: ¿crecimiento con inclusión o con exclusión?

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La República.*

La Cámara de Industrias (CIU) dio a conocer el jueves pasado el resultado de su encuesta sobre actividad y expectativas del sector manufacturero. Esta informa que las ventas del sector aumentaron 10% en octubre de 2009 ( las exportaciones lo hicieron en 11,4% y las ventas lo hicieron en 7,4%). Minería y producción de metales creció 22,8%, papel e imprentas 17,2%, textil, vestimenta y cuero 13,6%, alimentos 10%, maquinaria y equipos 1,2% y químicos-plástico, 0,9%.

La industria nacional comenzó este proceso de recuperación a mediados de 2009, las cifras recientes hablan de la fortaleza de la recuperación y auguran buenas perspectivas para los próximos seis meses. Paralelamente, el subsecretario del MIEM, Roberto Kreimerman, aseguró que la meta de la cartera de un crecimiento industrial, del 10% anual entre 2008 y 2015, ya se está cumpliendo y "se logrará" al tiempo que se va por buen camino para triplicar en 2015 la producción de bienes realizados en 2007 con procesos de media y alta tecnología.

Este objetivo se sustenta en otro presupuesto definido por la administración: contar con mano de obra nacional especializada. De manera que la industria, que comenzó una etapa de crecimiento en 2004 que se aceleró a partir de 2005 y que tuvo un circunstancial "parate" a inicios del año pasado, continúa creciendo a buen ritmo. Su producción crece, las exportaciones también, se continúa adquiriendo maquinaria y tecnología que no disponemos, de manera que el parque industrial se moderniza y aumenta su capacidad.

No caemos en la ingenuidad de pensar que ya estamos tocando el cielo, pero se avanza en aquello que este gobierno, primero que lo hace, se propuso: dar un salto importante en materia de producción industrial con la aspiración de que en algún momento sea como el agro, una gran locomotora del desarrollo y generadora de riqueza para los uruguayos.

Si bien parecería que en las cifras todos coincidimos, hay otros aspectos que generan posturas encontradas, en particular en lo referente al reparto de la riqueza generada.

Con el aumento salarial de este período de gobierno, que recuperó lo perdido durante el "divertido" gobierno de Jorge Batlle, alcanza, según sostiene la Cámara de Industrias. Ya está, no abusen, parecería que pensaran, aunque no se animan a plantearlo públicamente.

Para el PIT-CNT, que mira la situación propia y la del país desde otro ángulo, no es suficiente por una razón muy sencilla, los trabajadores han estado perdiendo poder adquisitivo y nivel de vida desde la dictadura. Es precisamente de ahí desde donde se debe comenzar a sacar cuentas. En este punto quedan claramente delineadas las concepciones ideológicas de los jerarcas de las cámaras y la de los trabajadores porque más allá de lo ya expuesto, los industriales son los primeros que exigen que pare la violencia en el país, que mejore el nivel de preparación de los trabajadores (y por tanto el de la educación), pero aún no han comprendido el concepto de "inclusión social".

Piensan que por el hecho de que mucha gente posea un celular o TV cable alcanza y por ahí no está la cosa, ni mucho menos (el ejemplo más claro es EEUU), sino que el problema es mucho más profundo, y se llama "inclusión social", es decir lo opuesto a lo que ha estado sucediendo durante generaciones en el país: la exclusión social (para definirlo suscintamente: expulsión del trabajador hacia barrios marginales, falta de acceso a la salud, a la educación, al trabajo formal, pérdida de hábitos de trabajo de sentido comunitario y de nación y, ninguneo social, desprecio, a punto tal de que en este gobierno hubo miles de uruguayos que pasaron a ser tenidos en cuenta al contar con su partida de nacimiento y cédula de identidad (un hecho tan banal, pero tan inclusivo).

Una vez que entiendan que aquí está la clave, podrán comenzar a entender que la forma de solucionarlo, además de que básicamente aumenten sus ingresos, en pocas palabras incluye el reeducar a mucha gente en el hábito del trabajo, del respeto a lo colectivo, del respeto a la ley, de que el trabajo dignifica.

Naturalmente que esto lleva tiempo, mucho tiempo, pero ya se comenzó. También el proceso de exclusión llevó tiempo, lograron su objetivo al punto tal de que hoy se oye a algún "iluminado" advertir sobre la desaparición del tejido social con el que contaba el país años atrás. Pues bien, ahora comenzamos el proceso inverso y es hora que todos los que no estamos excluidos pongamos el hombro a un proceso que, para quien levante la mirada por encima del hombro, podrá entender que no sólo beneficiará al país, sino a cada uno de sus habitantes, industriales incluidos.

* Editorial del lunes 11 de enero. (http://www.larepublica.com.uy).

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