Venezuela. – LA CONFUSIÓN DE LOS TIEMPOS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Uno no sabe ya en que tiempo vive. Tiene atisbos de siglo XIX, pero, al mismo tiempo, «sesentosos». Me parece estar escuchando las consignas electorales de los tiempos del inicio del período democrático, cuando el asunto era la reforma agraria y se aclaraba que no se le podía dar sólo tierra a los campesinos, sino también créditos y asistencia técnica. Pareciera que nunca se hizo la reforma agraria o que sus resultados no resolvieron nada, pues el planteamiento es de hace 40 años.

En cualquier momento me parece va a sonar en la radio la voz del presidente Kennedy anunciando que se han descubierto en Cuba misiles capaces de llegar al territorio de su país.

Parecemos vivir en un tiempo atemporal, valga la magnífica paradoja, magnífica sólo como paradoja, puesto que como realidad es muestra de una inconsciencia profunda. Venezuela parece sumida en una profunda incapacidad para ser de este tiempo. No hacemos cosa distinta de retroceder. Es siempre hacia atrás que marchamos y todos los esfuerzos de contemporaneidad parecen caer en un pozo sin fondo donde se deslizan ab eternum.

He repetido, por ejemplo, y hasta el cansancio, que hay que plantearse una democracia del siglo XXI. Qué alguien lo tome, no cobro royalties, no pretendo la gloria de haber puesto en el debate esa frase-concepto.

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Hay algo que hala a este país hacia el pasado. No pretendo explicaciones de psicología social, sólo constato. Los letreros que los visitantes que llegan a Maiquetía ven como primera muestra hablan del bloqueo y uno tiene la sensación de que el aeropuerto de La Habana y el de Caracas se han confundido en uno solo, que aterrizar en Venezuela es lo mismo que en Cuba.

Este es un país «bloqueado» cuando Miami está lleno de turistas que reproducen aquellos tiempos de ta barato, dame dos y que el comercio con Estados Unidos se multiplica más que los panes bajo el influjo divino. Pero necesitamos estar bloqueados, aún cuando, supuestamente y tras un largo esfuerzo, se entienda que se trata del apoyo de Estados Unidos a la candidatura de Guatemala al Consejo de Seguridad.

Lo que vemos es una pasión mimética de Chávez. Él quiere ser como Fidel, reproducirlo todo, pasar por las mismas circunstancias de Cuba. Quiere que Venezuela esté bloqueada, pues no hay otra manera de imitar al «padre-héroe». Podría ponerse el uniforme verde oliva o dejarse la barba, en lugar de pretender acercarnos peligrosamente a la crisis de los misiles soviéticos.

Los informes de inteligencia de los servicios secretos que publican las páginas web especializadas hablan de contactos en La Habana para tratar de la oferta iraní de colocar misiles en territorio venezolano. Chávez sueña con que Wáshington movilice la flota para detener a los cargueros iraníes que portarán los famosos artefactos. Así la mimetización habrá tenido éxito: «bloqueado» y con una crisis misilística.

Perfecto, glorioso, igual al «padre-héroe», la historia repetida, el heroísmo copiado. Y como Fidel se opondrá al retiro de los misiles y tendrá serios disgustos con su par iraní, al igual que Fidel con Kruschov por haber cedido. La megalomanía le dirá que como el «padre-héroe» ha puesto al mundo al borde del fin, de la guerra nuclear, que su protagonismo es digno de la aprobación del «padre-héroe».
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Nuestra incapacidad para ser de este tiempo nos lleva hasta Larrazábal y su plan de emergencia. Nuestra incapacidad para ser de este tiempo se debe a que no tenemos herramientas para ser de este tiempo. Nos lleva a olvidarnos de lo que conseguimos como país y así regresar al pasado. Pareciera que nos sentimos cómodos en el pasado. Nuestros impulsos son hacia atrás, a las viejas consignas, a los viejos procederes, al mimetismo psicopático, a recomenzar todo imitando lo que sucedió.

Rosanvallon menciona a Marat para ejemplificar una imagen biliosa del mundo. Aún en las últimas horas hemos escuchado que a Ollanta Humala le robaron las elecciones, que no reconoceremos al gobierno de México, que el imperio quiere matarlo. Jacobinismo en este tiempo. Asisto a las masas cautivas que ríen y aplauden cuando Chávez les dice que ahora sí, que Mr. Diablo ha ordenado su asesinato.

No puedo entender como ríen y aplauden cuando su líder y Jefe del Estado les anuncia que un líder extranjero ha ordenado su muerte. Pero contra el «padre-héroe» fueron cientos los intentos y hasta ahora ninguno contra él. Eso hay que corregirlo, cómo es posible que los servicios de seguridad apenas hayan encontrado, hace años, una bazuka con la que se derribaría el avión presidencial. Algo hay que hacer, montar como se ha develado el complot asesino, proclamar que el parecido entre ambos es cada día más rotundo.

Esto que nos hala hacia el pasado, esta incapacidad manifiesta de caminar hacia delante, este gatear hacia atrás como hacen algunos bebés, implica una carencia intelectual, conceptual, de pensamiento, simplemente abismal. Se nota en el lenguaje, el primer punto a analizar si se quiere un diagnóstico.

Hablamos mal, en todas partes y a todos los niveles, hablamos con el tono de la ignorancia. El lidererazgo que aparece repite consignas de hace 40 años. El gobierno que tenemos sólo quiere parecerse al pasado. Veo a Cipriano Castro en el balcón de la Casa Amarilla. Cuando empezó el período democrático se tocaban los temas oportunos. Rómulo Betancourt soñaba con el Rhin y ordenaba la construcción del emporio industrial de Ciudad Guayana y del oriente venezolano y la represa del Guri daría la potencia eléctrica. Ahora hablamos de planes de emergencia.

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Esto no es buscar el futuro, ni siquiera el presente. Esta república desanda, retrocede, recula, repite. Esta república marcha hacia cuando no era república. Volvemos a ser una posibilidad de república, una harto teórica, harto eventual, harto soñada por los primeros intelectuales que decidieron abordar el tema de esta nación y de su camino. Nos están poniendo en un volver a reconstruir la civilidad y en el camino de retomar el viejo tema de civilización y barbarie.

Por lo que a mí toca tengo una negativa como respuesta. Hay que plantear una democracia del siglo XXI, hay que dotar a este país de herramientas que le permitan salir de la inconsciencia de los retrocesos, hay que extinguir la mirada biliosa. Aquí la única risa que cabe es sobre los esfuerzos miméticos del caudillo, sobre el viejo lenguaje y los viejos planteamientos regresados como si aquí no hubiese habido cuatro décadas de gobiernos civiles.

Aquí lo que cabe es reconstruir las ideas, darle una patada en el trasero a la Venezuela decimonónica y a la Venezuela «sesentona» para hacerle comprender que estamos en el siglo XXI. Este país necesita pensamiento, no abajo-firmantes; esta nación necesita quien la tiente a la grandeza de espíritu, no amodorrados en silencio; este país necesita quien proyecte un nuevo sistema político, no quienes vengan a repetir el viejo lenguaje podrido o a convertirnos en objetos de estudio psiquiátrico.

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*Escritor. Codirige con la también escritora Eva Feld el portal de la editorial Ala de Cuervo (www.aladecuervo.net).

tlopezmelendez@cantv.net.

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