Venezuela: La ley de delitos mediáticos y los vientos de la política

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Néstor Francia*

La ofensiva contra los medios golpistas y la reacción oligarca.
La comunicación revolucionaria necesita más calle.
La situación depresiva de la oposición impulsa a los más recalcitrantes.
Todo apunta a importantes victorias en elecciones 2010 y 2012.
Todo el mundo mosca ante los planes violentos.

La posibilidad de aprobación de una Ley de Delitos Mediáticos y la suspensión de las concesiones a emisoras radiales morosas legalmente han generado una reacción furibunda de la oligarquía, particularmente del sector vinculado directamente a los medios golpistas: la SIP, el Comité de Protección de Periodistas, la Asociación Internacional de Radiodifusión, El País de España, el CNP, Reporteros Sin Fronteras, el SNTP, Fedecamaras, la Cámara Venezolana de la Industria de la Radiodifusión, los voceros de la oposición, los medios de la derecha por supuesto, todos han saltado como impulsados por un resorte para sumarse al coro.

Esto es lo natural, puesto que es precisamente en los medios de comunicación donde los enemigos de la revolución han montado su principal emplazamiento en el campo de batalla, no solo en Venezuela, sino en toda América Latina. Es este un combate muy duro, sin duda, pero imprescindible. La revolución no puede seguir tolerando el golpismo mediático, el mismo que en 2002 montó la asonada de abril.

Ahora bien, el combate mediático requiere igualmente una profunda autocrítica  que concierne a nuestras propias políticas comunicacionales. Esta materia sigue pendiente y es una donde el estilo burocrático de gobierno tiene que ser superado rápidamente. Repetimos, el centro de esas políticas tiene que desplazarse desde las oficinas del MINCI y los fríos estudios de los principales medios del Estado, hacia el medio de la calle, donde actúan las patrullas socialistas, los consejos comunales, las mesas populares.

Nadie duda que VTV y compañía han cumplido y cumplen un importante papel, pero absolutamente insuficiente. La revolución tiene que ser un fenómeno eminentemente callejero, cimarrón, proletario. Eso vale también, por supuesto, para el ineludible combate mediático. La movilización del PSUV ayer junto a Diosdado y Bernal es un buen ejemplo del tipo de acciones que tienen que hacerse más frecuentes.

La oposición está tratando de convertir el asunto de los medios en una chispa para encender a sus masas, pero hasta ahora con ningún éxito. Todas las “protestas” han sido minoritarias y focalizadas, las mayorías ven para otro lado, mientras el desprestigio y el aislamiento de la dirigencia opositora se hacen dada vez más patentes. En todas las encuestas los partidos de oposición andan por el piso, y las payasadas y desplantes de gente como Antonio Ledezma no consiguen eco masivo. Sin embargo, mucho ojo, porque esa misma situación depresiva de la oposición impulsa a sus sectores más recalcitrantes.

En el sentido mencionado, es interesante leer entre líneas la columna de Quirós Corradi de este domingo en El Nacional. El columnista de marras, en medio de comentarios sobre el Foro de Washington al cual nos referimos en un informe anterior, y donde varios voceros opositores descartaron la probabilidad de un caos económico en Venezuela, e inclusive algunos de ellos auguraron larga vida al gobierno de Chávez, citó a Gustavo Coronel, otro redomado conservador que formó parte del público del Foro, a propósito de palabras como estas: “El pueblo de Venezuela…no soportará a Chávez hasta el 2012”. El mismo golpista Quirós da su opinión: “…hay demasiadas incertidumbres para hacer pronósticos. El péndulo puede moverse tanto hacia el lado del conformismo, como al de la sublevación. Soplan vientos de ambos lados y uno de ellos tumba gobiernos”.

Lo ocurrido en Honduras ha envalentonado a los oligarcas. No se dan cuenta de que a fin de cuentas con lo de Honduras, a la larga, saldrá favorecida la revolución: un pueblo más organizado, combativo y consciente surge de esa coyuntura, frente a un gobierno de facto aislado, hundido en contradicciones y en grandes dificultades económicas, en un país ingobernable y alzado. En Venezuela los golpistas la tienen, además, muy difícil, no solo porque nuestra revolución está armada, mientras la oposición está de capa caída, sino sobre todo porque Chávez sigue teniendo el favor de las mayorías. Esa tendencia es mucho más marcada entre los más pobres, es decir los más numerosos.

Ya aprobada la Ley de Procesos Electorales, y ante la perspectiva de una oposición dividida y una revolución cohesionada en torno al liderazgo de Chávez, todo apunta a un arrase en las elecciones a la Asamblea Nacional. Y en cuanto a 2012, no hay gallo que se le pare al Comandante. Parecen tener razón los ponentes del foro de Washington: hay Chávez para rato.

No obstante, todo el mundo mosca. Es real la posibilidad de violencia inducida, paramilitar, financiada desde el imperio. No podemos  ni debemos dormirnos en nuestros laureles.
   

* Analista de asuntos políticos

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1 comentario
  1. Gustavo Muñoz dice

    Cuando leo esta clase de artículos me doy cuenta que todavía hay gente que se quedó pegada en el muro de Berlín. Tan sólo considerar que se deban cerrar medios de comunicación es de una actitud dictatorial que pensaba ya erradicada con el advenimiento de internet y la modernidad.
    Es una pena que quienes piensen diferente sean considerados un peligro por quienes desean parcelar el poder a beneficio propio. Ya ha quedado demostrado que las recetas socialistan no socializan, al contrario, se han creado castas de intocables y oligarcas socialistas que han encontrados en sus parcelas de poder un lugar propicio para desarrollar el capitalismo reprimido que la libre competencia no le permite por estrechez mental.

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