“Yo, como hija de un desaparecido, les digo que sigan luchando”.

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Mario Casasús.*

En Tegucigalpa Fanny Coleman Méndez (1974), recuerda a Reynaldo Coleman: “Mi padre era labrador, él cuidaba una finca ajena, era pobre, trabajaba en el monte. La desaparición fue por cosas de política, era el tiempo de la guerra -1982-, decían que los Coleman eran colaboradores de los Sandinistas, ya los venían persiguiendo, hasta que cayeron”.

Los hermanos Reynaldo Coleman (59 años) y Eduardo Coleman (56 años) fueron detenidos —junto a su primo Guadalupe Carrillo Coleman— el 11 de junio de 1982 y hasta la fecha siguen desaparecidos; Walter López Reyes está señalado como responsable del operativo de la Fuerza Aérea; el comandante de las fuerzas armadas era Gustavo Álvarez Martínez y el presidente de Honduras era el genocida Roberto Suazo Córdova (1982-1986); López y Suazo viven en la totalidad impunidad, todavía no se han presentado a declarar ante la Justicia en calidad de indiciados.

Del 6 al 9 de octubre se realizó en México el Encuentro Internacional de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.). Honduras no pudo participar in situ, pero desde el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos (COFADEH) daremos cobertura y difusión a dicha iniciativa; para comenzar, Fanny Coleman (1974) envió un mensaje a los H.I.J.O.S. de Latinoamérica reunidos en el Centro Cultural Tlatelolco:

“Me gustaría saludarlos y decirles que sigan luchando, que no se dejen afectar tanto, tanto; es cierto que duele, yo como hija de un desaparecido, les digo que sigan luchando”. 

—¿Cuándo fue la última vez que conversó con su papá?

—Yo tenía siete años.

—¿Cómo lo recuerda?

—A veces se me aparece en sueños,  me lo imagino y lo miro exacto.

—¿Su mamá fue sincera al explicarle la desaparición de Reynaldo Coleman?

—Al instante me di cuenta, era más apegada a él; me acuerdo el día que salió de la finca a las 4am, a los cunbco días nos dimos cuenta que lo habían agarrado los militares y desde que se lo llevaron no sabemos su paradero.

—¿Acompañó a su mamá a las comisarías policiales o regimientos militares en búsqueda de Reynaldo Coleman?

—Mi papá fue detenido en Puerto Lempira, vino a sacar un préstamo para construir una casa y para que nosotros estudiáramos; en eso, cuando mi papá desapareció mi mamá estaba recién operada, a ella la torturaron los mismos militares; después tuvimos que cambiarnos de nombre y apellido, porque dijeron que matarían a todos los de la familia Coleman.

"Mi mamá tenía miedo de ir a preguntar, nosotros oíamos las noticias, ella no quería remover las cosas, sino hasta que mis tíos anduvieron tocando puertas y ahí nos dimos cuenta de cómo había sido la cosa".

—¿En qué momento se acercan al Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras?

—A la edad de 18 años vine a trabajar a Tegucigalpa y por medio de un amigo que estaba preso en la Penitenciaria Nacional, le fui a dejar comida pero no nos dejaron entrar, así que un grupo de mujeres venimos al COFADEH y aquí miré la fotografía de mi padre, no sabíamos a dónde acudir, hasta el día que conocí COFADEH, pregunté: ¿qué hacían las fotografías de mi padre, de mi tío y de mi primo?, desde entonces hablo por teléfono para saber cómo va el caso.

—¿Todavía le afecta la desaparición de su papá?

— A veces me afecta porque me pongo a pensar si él estuviera vivo nosotros hubiéramos estudiado algo, sólo llegamos hasta sexto grado; sólo mis hermanos mayores lograron ser mecánicos, los otros no tienen oficio, las dos mujeres tampoco. Me afecta al hablar, me pongo pesada, cuando me preguntan no quiero hablar de eso. Pienso que si tuviera a mi padre, yo sería otra persona.

—¿Sus hermanos menores preguntaban: dónde está papá?

—Sí, yo soy la mayor, hoy ya son todos hombres y mujeres adultos, casados, mi mamá nunca nos escondió la verdad.

—¿El Estado de Honduras les pidió perdón por desaparecer a su papá?, ¿qué siguen esperando del Estado?

—Personalmente nunca he conversado con un enviado del Estado o comisionado de los derechos humanos; he leído papeles donde el Estado pidió perdón a los familiares de los desaparecidos, pero nunca hemos sido bien recibidas en la oficina del comisionado nacional de derechos humanos de Comayagua, ahí nos tomaron nota —junto a una prima, la hija de Eduardo Coleman— y nunca más volvimos a saber nada del gobierno.

—¿Dieron su testimonio ante la primera Comisión de Verdad, dirigida por el doctor Leo Valladares?

—La verdad es que no sé nada de eso.

—¿Qué piensa ahora que regresaron los militares al poder y que a raíz del golpe de Estado de Micheletti han desparecido personas en Honduras?

—Me pongo a pensar: si se vuelve a repetir la historia van a sufrir muchos niños, así como nosotros; no me gustaría que se volviera a repetir la historia porque duele bastante, porque quedamos abandonados.

—¿Suele conversar con otros hijos de detenidos desaparecidos de Honduras?

—Si hemos platicado, hay veces que lo que compartimos aquí, en Tegucigalpa, lo hablo en Puerto Lempira, les llevo boletines, papeles, seguimos esperando.

—En México inició el Encuentro Internacional de H.I.J.O.S. de detenidos desparecidos, ¿qué mensaje les enviaría?

—Me gustaría saludarlos y decirles que sigan luchando, que no se dejen afectar tanto, tanto; es cierto que duele, yo como hija de un desaparecido, les digo que sigan luchando.

—¿Cómo va sobrellevando el dolor?

—A veces me pongo a orar y converso con la gente, la verdad es que como yo no estuve presente, no sé, nos dimos cuenta de la historia después y hasta ahora me desahogo.

—¿Sabe a qué organización política pertenecían los hermanos Coleman?

—Mi padre era labrador, él cuidaba una finca ajena, era pobre, trabajaba en el monte. La desaparición fue por cosas de política, era el tiempo de la guerra (1982), decían que los Coleman eran colaboradores de los sandinistas, ya los venían persiguiendo, hasta que cayeron.

"Las viudas y los hijos del otro hermano Coleman y del primo Carrillo Coleman se fueron a vivir a Nicaragua, huyeron, dejaron todo botado aquí en Honduras, hasta la vez viven allá".

—¿Ustedes no se fueron a Nicaragua?, ¿sólo se cambiaron el nombre y apellido?

—Mi mamá no podía andar porque recién la habían operado, además en ese tiempo estaba la guerra, los otros Coleman se fueron porque eran mayores y mi mami no pudo sacarnos, sólo nos cambió el apellido, hasta ahora recuperamos la identidad, era peligroso en ese tiempo.

—¿Hubo condenas de cárcel para los militares de la Fuerza Aérea responsables de la detención y desaparición de Reynaldo Coleman?

—No hubo nada.

—En otros países de Latinoamérica, el Estado legisló sobre la “reparación económica” para los familiares de detenidos desaparecidos, ¿qué opina de la indemnización económica?

—Con dinero no nos van a resolver los problemas, ni van a resucitar a mi padre; estuvimos hablando con mis hermanos y las otras familias y llegamos a una conclusión: no hay nada más que hacer, si pedimos los restos tampoco entregarán los cadáveres, hace años que esperamos y no sabemos dónde está sepultado. Lo dejamos en manos de Dios, sólo pedimos un poco de Justicia.

—¿Considera un derecho poder sepultar a su papá e irle a rezar al cementerio?

—Sí, cada 11 de junio prendemos candelas, si no podemos ir a la iglesia rezamos en la casa, somos católicos, tenemos un altar para ese día y parte de la noche. Hacemos una oración con la familia y amigos.

—Finalmente, desde hace 28 años el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos realiza un Plantón en la Plaza de la Merced el primer viernes de mes, ¿usted ha participado?

—Nunca he llegado para ese viernes, no estoy en Tegucigalpa, sí me han invitado, me quisiera quedar pero por situaciones personales me tengo que ir a la Mosquitia, por eso nunca he estado presente los primeros viernes de cada mes, me gustaría participar en el Plantón de COFADEH porque que soy una víctima.

* Periodista.

Entrevista realizada para
Defensores en linea —se transcribe por gentileza del autor.

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