Zapatero ofrece un Pacto de Austeridad, no de lucha contra la crisis

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Gustavo Buster*
 “El Gobierno considera en sus informes que el 90% del déficit fiscal es estructural y no producto de la crisis económica cíclica. Pero a pesar de tener uno de los índices de presión fiscal más bajo de la eurozona, el 30% –que se ha reducido además en estos años en cuatro puntos–, en ningún momento prevé equilibrar el déficit mediante una subida de los impuestos para los que más ganan, el consumo de lujo o los beneficios del capital, como los más de 4.200 millones del BBVA y los 8.800 del Banco de Santander, incluidas las operaciones especulativas contra la propia deuda pública.”

 El debate celebrado en el Congreso de los Diputados el pasado 17 de febrero sobre la crisis económica (1) ha ratificado tanto la naturaleza de la estrategia de Zapatero, un plan de austeridad para sostener la deuda pública en los mercados internacionales, como sus limitaciones políticas. Los ataques especulativos en los mercados internacionales contra los bonos de la deuda pública española y el euro, en paralelo a los movimientos contra las deudas públicas de Grecia y Portugal, en una “semana negra” sin precedentes en la economía española, han roto la resistencia del Gobierno Zapatero.

A pesar de gestos como la ampliación de las ayudas de 420 euros a los parados sin prestaciones, el discurso sobre la cohesión social ha dejado paso a la prioridad del ajuste fiscal con la reducción del gasto público, el recorte de las pensiones a medio plazo y la reforma del mercado laboral. El mensaje a los mercados especuladores es que el gobierno está dispuesto a adoptar “medidas impopulares”, en contra de su base social y los sindicatos, para mantener la solvencia de la deuda pública.

 Las consecuencias políticas del Plan de Zapatero

 Esta quiebra de proyecto político y de bloque de alianzas del “zapaterismo” ha dado paso al llamamiento a un “pacto de estado” para aplicar el Plan de Ajuste. Pero el PP no tiene el menor interés de suscribirlo, independientemente de las medidas propuestas. Su objetivo es ganar las elecciones cuanto antes y recuperar el gobierno para la derecha. Para ello, ha centrado sus ataques en la credibilidad del propio Zapatero para aplicar cualquier Plan, en una estrategia de forzar la convocatoria de las legislativas después de la previsible derrota del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas de 2011.

Mientras que el PP prioriza el reforzamiento electoral de la derecha, el PSOE pone en primer plano una política de salida de la crisis que solo puede favorecer también a la derecha. La erosión de la aplicación del Plan de Austeridad recaerá, por lo tanto, en el PSOE. Prisionero de su propia estrategia, para protegerse aunque sea parcialmente, Zapatero necesita alcanzar un acuerdo a cualquier precio con las fuerzas de la derecha nacionalista catalana y vasca, CiU y PNV (a la que se sumaría probablemente Coalición Canaria), que ya se encargarán de endurecer el Plan de Ajuste. La composición de la comisión negociadora del PSOE, que recoge al sector más a la derecha del Gobierno Zapatero, no deja margen para ninguna ilusión.

Los efectos políticos de esta estrategia de huida hacia delante del “zapaterismo” son, a corto plazo, un enfrentamiento con la izquierda social que representan los sindicatos CCOO y UGT –que han llamado a su primera movilización en la calle el próximo 23 de febrero- y con la izquierda política de IU-ICV, ERC, BNG y Nafarroa Bai. La recomposición del Gobierno Zapatero, tras la presidencia rotatoria de la Unión Europea, reflejará la nueva correlación de fuerzas en el interior del PSOE. A medio plazo, tras las elecciones catalanas, supondría la sustitución del Govern de Progrés tripartito en Catalunya por una coalición CiU-PSC. Aunque la alianza con CiU, además de pactos ocasionales con PNV y CC, debe permitir dar estabilidad parlamentaria al Gobierno Zapatero hasta 2012, a largo plazo, la disgregación del bloque social de la izquierda provocará un aumento significativo de la abstención y la derrota del PSOE, abriendo un nuevo ciclo político conservador.

La consecuencia política real de estos movimientos especulativos no ha sido la de convencer a los gobiernos de la necesidad imperiosa de regular estos mercados financieros. Por el contrario, estos movimientos especulativos han ganado la partida en la medida en que no sólo han obtenido pingües beneficios, sino que han impuesto la idea de que lejos de ser ellos los culpables de la crisis, son los déficits públicos para luchar contra la crisis y la falta de beneficios en los sectores industriales los responsables. Y los gobiernos socialdemócratas griego, portugués y español se someten a los mercados, presentando sus Planes de Ajuste y sus reformas neoliberales con la esperanza de estabilizar y calmar a los mercados.

Vana esperanza. Su única posibilidad frente a la especulación capitalista del sistema es precisamente la contraria: regular el mercado financiero, aumentar sus ingresos con impuestos sobre las transacciones financieras y los beneficios del capital no productivo, aumentar el consumo interno subiendo los salarios y canalizando las inversiones hacia el sector productivo desde el gasto público. Es decir, romper con la lógica neoliberal y construir una respuesta de izquierdas frente a la crisis, reconstruyendo a la vez un bloque social y electoral basado en la defensa de las necesidades de la mayoría, no de los beneficios de las minorías.

¿Es posible una estrategia alternativa de izquierdas?

 La “semana negra” de los ataques especulativos contra la deuda publica española y el euro han quebrado la voluntad del gobierno Zapatero de seguir aplicando una política creíble para salir de la crisis sin mermar los derechos sociales. Todas las encuestas reflejan esta percepción de falta de credibilidad de las medidas económicas del Gobierno, que son incoherente y zigzagueantes.

 La naturaleza política del “zapaterismo” ha sido su equilibrismo en el conflicto de intereses sociales y su voluntad de satisfacer a la vez las crecientes necesidades sociales de los trabajadores y el mantenimiento de los beneficios de los grandes bancos y empresarios españoles. La pócima mágica para este equilibrismo, la colocación de deuda pública a bajo interés en los mercados internacionales, ha alcanzado sus primeros límites, aunque el día 16 de febrero el Gobierno fuera capaz de colocar 5.000 millones de euros en bonos a 15 años a sólo 12 puntos básicos de los anteriores y la demanda fue de 12.000 millones de euros.

 La propuesta del Gobierno Zapatero no es un Plan para luchar contra la crisis y el desempleo, cuando estamos en la fase más aguda de sus consecuencias, con 4,5 millones de parados. Por el contrario, cediendo a las presiones de los mercados financieros y los especuladores, el Gobierno ha sustituido la lucha contra la crisis económica por un Plan de Austeridad para sostener su deuda pública, que supone una gravísima contracción del gasto público de casi el 5% del PIB y 50.000 millones de euros de recortes. Ese Plan de Ajuste va acompañado de reformas estructurales que reducen las pensiones al elevar la edad media de jubilación hasta los 67 años.

Frente a quienes quieren negociar un pacto de estado para el Plan de Austeridad, la izquierda debe proponer un pacto de izquierdas contra la crisis en el que participen PSOE, IU-ICV, ERC, BNG y sobre todo CCOO y UGT. Ese pacto de izquierdas contra la Crisis debe aprobar en el Congreso un programa de medidas económicas que combine el mantenimiento de los estímulos económicos para salir de la crisis, reducir el paro y mantener el gasto social y los salarios con una reforma fiscal progresista que aumente los ingresos y reequilibre el presupuesto gravando las operaciones financieras especulativas, los salarios más altos, el consumo de lujo y los beneficios del capital. Un programa que condicione la reducción de los estímulos económicos no a las presiones de los mercados financieros sino a la reducción del paro, el crecimiento económico y la reducción del déficit en gasto social con Europa.

Sólo un gobierno de izquierdas, apoyado en un pacto de izquierdas contra la crisis, podría afrontar con posibilidades de éxito las elecciones municipales y autonómicas del 2011, así como las generales del 2012. El actual Gobierno Zapatero esta agotado. Tras la presidencia española de la UE, en julio, será inevitable su remodelación. Y para que no sea un cambio de gobierno a la derecha, en un pacto tácito neoliberal, la izquierda debe exigir a Zapatero un gobierno de izquierdas contra la crisis, cuya composición refleje un nuevo bloque parlamentario y social de las izquierdas y los sindicatos.

 Según las encuestas, hoy el PP aventaja al PSOE en cinco puntos (3). Sin un giro de timón a la izquierda, firme y decisivo, la derecha volverá a recuperar el Gobierno del estado y abrirá un ciclo político reaccionario para imponer sus políticas neoliberales, a imagen de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, con recortes reaccionarios profundos en los avances democráticos de estos años. Evitar la victoria de la derecha es la responsabilidad de todas las fuerzas políticas y sociales de la izquierda, pero muy especialmente de Zapatero y el PSOE, que deben recoger las reivindicaciones de su base social que hoy expresan los sindicatos de clase. Para ello hace falta unidad y movilización sin vacilaciones contra la crisis.

(1) Las actas del debate se pueden consultar en http://www.congreso.es/public_oficiales/L9/CONG/DS/PL/PL_140.PDF(2) Ver Vicenç Navarro, “¿Es el gobierno español paranoico?”, Rebelión, 18-2-10; y C. Perez, “El CNI investiga las presiones especulativas sobre España” El País, 14-2-10. (3) Fernando Garea, “El PSOE acelera su caída”, El País, 7-2-10

*Miembro del consejo editorial de Sin Permiso

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