Ah… las tasas de interés

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¡Aaaah…! Las tasas de interés. Tú ya sabes, en el mundo ideal del libre mercado la información por excelencia, esa que permite asignar recursos, decidir de tal o cual inversión, del aumento o de la reducción de la producción, del empleo y el color de los slips o el sabor de los preservativos, es el precio. O los precios, si la quieres jugar en plan “experto”. El precio entre los precios – the price – es “el precio del dinero”. Así como lo lees.

Encaramado en el puente de mando de su bamboleante chalupa, el presidente de la FED, o para esos efectos el presidente de cualquier pinche banco central, tiene a su disposición el arma fatal – Dany Glover incluido – de las tasas de interés.

¿La inflación sube? Fácil: sube las tasas de interés para aplacar una economía demasiado dinámica, un consumo inmoderado, inversiones riesgosas, salarios que suben (es raro), una demanda excesiva.

¿Crece el desempleo, baja la demanda, amenaza la deflación, la economía tose? Está chupao: baja las tasas de interés para dinamizar la economía, estimular el consumo, incentivar la inversión, generar empleo y dopar la demanda.

Para ser presidente de un banco central basta conocer las cuatro operaciones y la regla de tres simple. Alain Greenspan, por ejemplo, que fue presidente de la FED durante 18 años, confesaba no entender ni siquiera las tasas de interés que para él eran un “conundrum” o sea un enigma.

En diciembre los “expertos” de la puñeta económica sólo tenían ojos para la FED que no subía las tasas de interés desde hacía más de 13 años, y las mantenía en cero por ciento desde el año 2009. El chiste, la payasada, consistía en saber si la FED subiría, por fin, la jodida tasa de interés. Lo hizo, aumentándola en 0,25% anual, o sea la nada misma. Lo mejor de todo es que las subió para que no dijeran que no las subía. En otras palabras, ¿de qué sirve un banco central que no actúa sobre las tasas de interés?

Desde luego no pasó nada, al día siguiente salió el sol y cada cual regresó a lo suyo. Pero persistió la duda: ¿la FED volverá a subir las tasas de interés en un futuro próximo?

La cuestión no es ociosa: los “expertos”, esos que se supone que saben, no saben nada, no se enteran. Y esa información, la del precio del dinero, es como la bola mágica de las adivinas. Si la FED sube las tasas de interés quiere decir que la economía va mejor, que el desempleo baja, que el consumo aumenta y que todo va bien. Si por el contrario la FED baja la tasa de interés, atento el personal, la recesión amenaza, el peligro acecha. Ya ves, el tema es binario, blanco o negro, uno o cero como en el álgebra booleana.

Objeción su señoría. Diga señor fiscal. ¿Y si la FED no hace nada, o sea ni aumenta ni baja las tasas sino que las mantiene? Ahí se jodieron todos porque quiere decir que la FED duda, o no sabe, o está perdida, o que sus siete consejeros – siete como los enanitos – no se ponen de acuerdo, o que tres votaron de un lado, tres del otro y que Janet Yellen, el fiel de la balanza, salió a mear, o peor aún, se abstuvo, miró para el otro lado, hizo como que se equivocaba al pulsar el botón del voto o, como decimos en Chile, “se hizo la weona”.

Ahí se les cae el pelo a los “expertos” que se ponen a tartamudear, a repetir lo esencial de su patético discurso sobre la confianza, la competitiáh y la ley de la oferta y la demanda en plan Raymond Babbitt – el personaje de la peli Rain Man – sólo que Raymond tenía razones valederas para repetir incansablemente lo mismo y, sobre todo, no pretendía ser “experto”.

Yo, que de esto no entiendo nada, me aferro desesperadamente a mi interpretación primera: la FED subió las tasas sólo para que no dijeran que no las subía. Y un mes más tarde se dio cuenta que la había cagado, que la economía no sólo no va bien, ni siquiera algo mejor, sino que las premisas de otra crisis, otro pánico, otra recesión (¿pero no es siempre la misma doctor?) están ad portas, razón por la cual convendría más bien bajar las tasas.

Objeción su señoría. Diga señor fiscal. ¿Cómo bajar tasas de interés que están en cero por ciento? Buena pregunta. De hecho hubo analistas que supusieron que la FED subió las tasas sólo para tener como bajarlas. No bromeo: a eso se dedican las publicaciones financieras, a suputar las razones de la sin razón.

Lo cierto es que a sólo horas de la decisión de la FED de subir su tasa directriz en un 0,25%, el banco central australiano bajó la suya, mientras el Banco Central Europeo mantuvo su tasa de 0,05%. No, no me he equivocado, la tasa del BCE está en 0,05% anual.

¿Entonces? La información esencial, el precio del dinero… ¿Qué dicen los expertos? Misterio.

Para más inri, el BCE le aplica una tasa negativa a los depósitos que hacen los bancos europeos, (les cobra un 0,03%), con el fin de incitarles a prestar plata, a ofrecerle crédito a la economía real, o sea a hacer su oficio. Y ni así… ¿Sorprendido? Aún no has visto nada.

El banco central de Japón decidió hacer lo mismo: los depósitos de los bancos comerciales serán remunerados con una tasa negativa, o sea que deberán pagar en vez de cobrar intereses. Muy poco, un 0,1%, pero más de tres veces lo que cobra el BCE.

¿Qué pensar? Todas las maromas intentadas por los bancos centrales para reactivar la economía no han servido de nada. Bajar las tasas de interés, inundar los mercados financieros con dinero barato (más que barato visto que te pagan por pedir plata), comprar activos dudosos para liberar a los bancos de su quiebra inminente… Y ni así.

Entretanto, en medio de una demanda agregada insuficiente (hogares + empresas + Estado) los gobiernos, el FMI, el BCE y los “expertos” siguen cacareando que la austeridad es el único remedio. El gasto público es caca, subir los salarios una mala idea, redistribuir la riqueza una especie de pecado mortal sugerido por perversos “populistas”.

Y así vamos tragándonos la pildorita, hasta que el paciente muera en plena salud, sano, sanito, rozagante. Rozagante, pero muerto.

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