¿Alguien le cree a Piñera?

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La impactante información contenida en los llamados Pandora Papers sobre delitos cometidos por Sebastián Piñera, ratifican su conocida avaricia, carencia de escrúpulos y ética, que le llevaron a orquestar una oscura trama, ilegal y corrupta para beneficiarse, usando de modo vil las prerrogativas asociadas a su alta investidura, conducta compartida por otras altas autoridades de distintos países.

La contundencia de los hechos divulgados -que extrañamente el fiscal Manuel Guerra, vinculado a la UDI, desechó, liberando de culpabilidad a Piñera, cuando sustanciaba la denuncia efectuada en 2017 por el ex diputado Hugo Gutiérrez por estas mismas causas- esta vez impiden el encubrimiento haciéndole difícil salir sin sanción legal y política, por más que exista corrupción en la justicia chilena.pandorapapers-web

La gravedad de lo ocurrido explica la actitud inicial asumida por los candidatos presidenciales de la elite, que se apresuraron en declarar que debe efectuarse “la más seria investigación”, “caiga quien caiga” (a pesar de que J. A. Kast mantuvo fondos en paraísos fiscales no declarados) y que las burdas explicaciones dadas por Piñera, lejos de ayudarle, profundizan el descrédito de la institucionalidad del país, impuesta por una insaciable clase parasitaria, la cual no ha vacilado en seguir apretando el dogal de la miseria, la pobreza y el abuso sin límites a la gran mayoría del país.

Aunque nos encontremos en una severa crisis que la pandemia ha agudizado, pero que ahora ven con alarma que esta situación puede provocar una profundización de los cambios institucionales en la nueva Carta Magna, sin descartar una nueva oleada de rebelión social, similar o más aguda que la de octubre de 2019.

Dejar impune el inmenso enriquecimiento de Piñera, una de las mayores fortunas del gran empresariado, burlando las propias leyes que el sector dominante impuso para respaldar su control político y social, genera una incontrarrestable pérdida de su frágil legitimidad, por constituir una insultante afrenta a la población, a quienes se le machacan constantes prédicas sobre la ética laboral, el trabajo “bien hecho”, el “reinventarse”, el transformarse en auto explotados esforzados “emprendedores”.

Este sibilino e hipócrita lenguaje, con que se encubre la ideología de la sumisión, el acatamiento, la resignación, cotejado con la grosera evidencia de la burda conducta de su más destacado representante, puede convertirse en un claro acicate para que los sometidos se rebelen intelectual, política, cultural y socialmente, con el fin de recuperar su humanidad, dignidad, auto respeto que les han sido arrebatadas por sus captores, convirtiéndoles en los modernos esclavos del Siglo XXI.

Los delitos de Piñera, más allá de lo burdo y pueril de su forma, barre la “respetabilidad”, si es que aún quedaba alguna traza, del modelo de sociedad impuesto a sangre y fuego hace 48 años, que profundizó un modo de vida de más largo aliento en el tiempo y en su cobertura planetaria, el cual a las actuales generaciones nos corresponde ponerle fin, so pena de contribuir a hacer irreversible la catástrofe que está amenazando al mundo en su totalidad, originada por quienes dieron forma a un sistema que ha depredado a la especie humana, al conjunto de los seres vivos, a la naturaleza y a nuestro hogar cósmico.

En este territorio, quienes nos identificamos con la noble y vital necesidad de asumir el cambio profundo que salve a la Humanidad, deberemos empeñarnos en responder a ese tremendo desafío. En ese proceso, de los Piñera y su clase solo quedará un triste recuerdo de abusos, desigualdad, atropellos a las libertades, de injusticias y egoísmo, y de profunda desafección por sus semejantes.

En el centro de nuestro intento por construir un nuevo destino para la Humanidad están por el contrario los valores de libertad, igualdad, fraternidad, justicia, solidaridad, con todos y para todos, en la amplia diversidad que constituye un existir sano, pleno e integral, en paz, en equilibrio y conexión física y espiritual con el conjunto de nuestros entornos.

En lo inmediato, Piñera deberá ser inculpado, enjuiciado y condenado, en forma ejemplar por sus crímenes contra nuestra Sociedad.

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