Alimentos: La humanidad necesita con urgencia una segunda «revolución verde»

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Armando Rivarola*

Deténgase por un momento a pensar en el siguiente dato: la humanidad tendrá que producir en las próximas dos o tres décadas el doble de todos los alimentos que ha producido en los últimos 10.000 años, desde los comienzos de la agricultura.

Si hemos de subsistir, necesitamos con urgencia una “segunda revolución verde”, advirtió en una conferencia de prensa en Alemania el presidente de Bayer CropScience.
Son exactamente las 10 horas, 29 minutos, 9 segundos del miércoles 3 de setiembre de 2008. Un grupo de periodistas latinoamericanos miramos entre atónitos y estremecidos una pantalla con números cambiantes en el imponente centro de comunicaciones que tiene la firma Bayer en su sede central en Leverkusen, Alemania.

El primer número aumenta sin parar. Es la población mundial. Ese día y a esa hora éramos 6.712.606.779 personas en el planeta. El segundo número y el tercero también crecen vertiginosamente: son el consumo de calorías (7.916 millones de millones por año) y de carne (268 millones de toneladas por año).

Solo el último número disminuye: es el promedio de superficie de tierra cultivable por persona, apenas un cuarto de hectárea en ese instante, y en rápido descenso.

En la habitación contigua se expone un amplio mural con los países que no logran alcanzar la ínfima superficie de 0,07 hectárea de tierra arable por persona, que es el mínimo indispensable según Naciones Unidas. En 1961 solo eran cuatro: Kuwait, Omán, Japón y Singapur. En 1990 eran nueve. Para 2025 ya serán 32.

Extraordinario desafío

Todos los alimentos que el hombre ha producido desde que comenzó a domesticar las plantas y pasó al período neolítico hasta nuestros días no serán suficientes para alimentar a la humanidad ya en la presente generación. En las próximas décadas habrá que al menos duplicar ese volumen, lo cual constituye un desafío extraordinario. La estimación se le atribuye al Biotechnology and Biological Sciences Research Council de Gran Bretaña y es hoy ampliamente aceptada y asiduamente citada por la comunidad científica.

Mientras cada año se suman unas 80 millones de bocas que alimentar en todo el mundo, una cifra que equivale a toda la población de Alemania, el área de tierra de la que deben extraerse los nutrientes que hacen posible nuestra supervivencia permanece, en el mejor de los casos, constante.

Esta situación hace que muchos vuelvan a pensar en la vieja teoría de Thomas Malthus, que ya se creía superada. Malthus observó a principios del siglo XIX que el suministro de alimentos crecía a ritmo aritmético (1, 2, 3, 4, 5…), mientras la población lo hacía a ritmo geométrico (1, 2, 4, 8, 16…), a partir de lo cual argumentó que la especie humana era inviable.

Posteriormente, el tremendo incremento de la productividad agrícola en el siglo XX, algo conocido en historia como “revolución verde”, se encargó de desmentir al célebre matemático inglés… hasta ahora.

Los éxitos alcanzados desde los años cincuentas, y particularmente en los sesentas y setentas, en desarrollo de variedades de plantas, cruzamientos y nuevas semillas, avances mecánicos y técnicos para las siembras y cosechas, mejor conocimiento de la nutrición vegetal, modernos sistemas de irrigación y protección biológica y química de los cultivos permitieron dar un salto gigantesco. Sin embargo, la presente “crisis global de alimentos” nos indica que estamos nuevamente llegando a un punto de inflexión.

Segunda revolución

Friedrich Berschauer, presidente del directorio de Bayer CropScience, la división agrícola de la conocida compañía químico-farmacéutica alemana, que reunió en sus instalaciones de Monheim a periodistas de todo el mundo para su habitual conferencia de prensa anual, hizo un llamado a garantizar el suministro alimentario de la creciente población mundial mediante una urgente “segunda revolución verde”.

Berschauer puso mucho énfasis en que la producción agropecuaria no solo no está alcanzando las metas requeridas, sino que, de hecho, las tasas de crecimiento de los rendimientos se ha desacelerado significativamente en años recientes, algo que atribuyó en buena medida a la paralela disminución de la inversión pública y privada en investigación en el campo agrícola.

“La agricultura es desde hace mucho tiempo la pariente pobre de la política. Ha habido un fracaso en reconocer que todavía se necesita investigación intensiva para enfrentar los desafíos de la producción de alimentos y optimizar nuestro uso de los recursos agropecuarios. Debemos volver a poner a la agricultura en el centro de la agenda internacional e invertir fuertemente en investigación, tecnología e infraestructura agrícola. Para incrementar sostenidamente la productividad agrícola necesitamos desarrollar nuevas variedades de plantas y medidas de protección de cultivos, y ya no podemos permitirnos seguir cerrando los ojos al potencial de la biotecnología vegetal. Tenemos que usar todas las herramientas disponibles para incrementar los rendimientos de las cosechas”, señaló.

La compañía anunció en la conferencia de prensa que invertirá 3.400 millones de euros hasta 2012 en investigación de productos innovadores de protección de cultivos (Bayer es una de las principales proveedoras mundiales de agroquímicos), e ingeniería genética en plantas para el desarrollo de nuevas variedades y semillas.

* Periodista.
Artículo publicado en www.abc.com.py

 

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