América. – APUNTAR SOBRE EL AMBIENTE. Y EXPLOTAR LO DEMÁS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

LA RUBIA ALBION QUIERE SER VERDE

Con frecuencia los voceros influyentes del «establishment» anglo-norteamericano dan a conocer sus deseos de internacionalizar la codiciada región amazónica; le tocó el turno en esta ocasión al ministro del Ambiente británico, David Miliband, quien propuso la «privatización» de la Amazonía.

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Semejante actitud colonial fue expresada en la segunda reunión ministerial del Diálogo de Gleneagles sobre cambios climáticos, realizada en Monterrey entre el 30 de septiembre y el primero de octubre. De acuerdo con diario Daily Telegraph del primero de octubre, Miliband dio por sentado que existe un proyecto cocinado por el gobierno del primer ministro Tony Blair para conseguir una «privatización completa de la Amazonía», con el pretexto de cohibir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas supuestamente por la devastación de los bosques ecuatoriales.

La propuesta implica la adquisición de grandes áreas de la selva amazónica por ciudadanos y grupos privados a fin de «proteger» una vasta área cuya administración sería confiada a una comisión internacional. Tal esquema tendría el apoyo del propio primer ministro Tony Blair, porque, «llamaría la atención del mundo» y «uniría a la comunidad internacional» (sic).

En una entrevista con dicho periódico, Miliband admitió que la idea podría despertar cuestiones de soberanía con Brasil: «Obviamente, existen problemas de soberanía, pero el desmantelamiento es un problema enorme… y cualquier plan, aunque sea radical, es digno de evaluarse». Se refirió a los eventuales participantes del plan como «accionistas de la selva».

La indiscreción de Miliband, evidentemente tuvo una gran repercusión en la prensa brasileña, lo que obligó al gobierno británico a negar burocráticamente que tenga algún plan para privatizar la Amazonia.

Nada nuevo bajo el sol

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La propuesta no es novedosa. El 19 de marzo de 2006 el periódico londinense The Sunday Times, publicó un reportaje con el sugerente titulo Es mi selva, ahora. Sin más explotación de madera, que fue reproducido en el brasileño O Estado de São Paulo el 21 de marzo con el título Ricos crean el colonialismo verde. El texto se refiere a la iniciativa de millonarios británicos, que están comprando grandes extensiones de tierras en países del Tercer Mundo, «para impedir que los árboles sean cortados».

El periodista Maurice Chittenden, autor del artículo, afirma que esa es una manifestación de una tendencia creciente rumbo a un «colonialismo verde». De acuerdo a sus palabras de trata de una «ruptura con los métodos que han caracterizado al movimiento conservacionista internacional en los últimos 50 años.

«El enfoque tradicional se basaba en que agencias y organizaciones animaran a los países en desarrollo a preservar tierras públicas para crear parques nacionales y reservas naturales. Ahora individuos y organizaciones están asumiendo directamente la responsabilidad por las tierras».

Uno de los casos citados es el del empresario Johan Eliasch, gerente general de la empresa de equipos deportivos Head, que le compró a una empresa de madera, por cerca de 30 millones de reales, un área de 160 mil hectáreas al norte del río Madera y la está ofreciendo para investigaciones científicas sobre la flora y la fauna con valor medicinal.

También sugiere: «En teoría, quizá, se pueda comprar la Amazonía por 50 mil millones de dólares».

Eliasch no es únicamente un empresario excéntrico, sino que está vinculado a altos círculos del «establishment» político del Reino Unido. Además de vicetesorero del Partido Conservador, es asesor de William Hague, el «canciller sobra» –denominación dada al responsable de asuntos internacionales en el principal partido de oposición–, y dirigente del Centre for Social Justice, uno de los principales «think-tanks» de los conservadores británicos.

Regresando a Miliband: fue muy desgraciada la reacción de Tasso Azevedo, director del Servicio Forestal Brasileño, quien afirmo que los interesados en ayudar a proteger las selvas de la región pueden contribuir con el Fondo del Programa de Áreas Protegidas de la Amazonía (ARPA). Como se sabe, tal esquema fue engendrado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Banco Mundial para crear mega reservas forestales en la Amazonia, que para nada toma en cuenta la soberanía brasileña, ya que incluso el nombre del programa fue mantenido en el inglés original: Amazon Region Protected Areas.

DEMANDAS AMBIENTALES Y CIUDADANÍA

fotoSe cumplieron seis meses del gobierno de Michelle Bachelet y el balance en materia ambiental es menos que mediocre. Ciertamente, en tan poco tiempo no se puede exigir un real cambio en la institucionalidad ni mayor regulación, pero sí es posible evaluar las principales directrices que rigen la política ambiental de su administración.

Marcel Claude

Antes de la elección, la entonces candidata a la Presidencia suscribió una serie de acuerdos con un grupo de ambientalistas que fue celebrado por quienes firmaron el documento como si se tratara de un gran triunfo político. Entre los puntos más destacados de este “pacto” se encontraban la creación del ministerio del Medio Ambiente, el rechazo al proyecto Pascua Lama, y la no exploración de fuentes nucleares de energía.

Pues bien, no sólo en esos tres aspectos el acuerdo no se ha cumplido, sino que hay que agregar el inicio de las operaciones de la Celulosa de Nueva Aldea en el valle del Itata y el interés por la construcción de las hidroeléctricas en la Región de Aysén. Estos hechos demuestran una vez más el descarado cinismo de las autoridades en relación con el ambiente natural.

Si algún ciudadano pensó que con Michelle Bachelet las cosas en materia ambiental serían de otra forma, hoy será parte de los 800 mil chilenos deprimidos que viven en este país. La presidenta ha seguido al pie de la letra el modus operandi de todos los gobiernos de la Concertación, que han facilitado los proyectos devastadores para el ecosistema. Por eso, los compromisos suscritos durante su campaña no son más que eso: una obvia y predecible estrategia electoral para ganar votos y nada más.

fotoPara convertir el tema medioambiental en un asunto de interés público de relevancia se debe perseguir un propósito político trascendente. El movimiento ecologista debe estar anclado a las bases y proyectos sociales que sustentan las principales demandas de las organizaciones ciudadanas. La cuestión ambiental debe ser aglutinadora y sintonizar con las expectativas de mayor justicia y equidad de la mayoría de la población.

Un movimiento ecologista que no considere los conflictos sociales será siempre desatendido por las autoridades políticas, que sucumben ante la poderosa influencia de los intereses privados. Los problemas ambientales son consecuencia también del actual modelo económico, que produce altísimos niveles de marginalidad y exclusión. Por ello, las demandas de los trabajadores, estudiantes o profesores confluyen en un reclamo mayoritario y es en ese espacio donde se debe anclar también el movimiento ambiental.

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Ambos artículos fueron publicados en el periódico digital Por la Libre (www.porlalibre.org).

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