AMÉRICA LATINA. PAGAR PARA FINANCIAR LOS TLC

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El caso colombiano no es único ni constituye una excepción. El adalid de América del Sur en materia de muy estrechos lazos económicos y comerciales con Estados Unidos y otros países de gran desarrollo relativo, Chile, debió hacer lo mismo que piensa el gobierno colombiano y subió –con la firma de su TLC– dos puntos el impuesto al valor agregado, tributo que grava con singular dureza servicios y bienes de consumo ofertados y producidos en el país.

fotoA la segunda mayor economía latinoamericana tampoco le ha ido bien con su alianza comercial. México implementó hace más de una década un tratado de libre comercio que engloba a los tres Estados norteamericanos –los otros dos son Canadá y EEUU–. Un informe reciente de un centro de estudios privado señala que en la actualidad el déficit de la oferta de empleos alcanza a cinco millones de puestos de trabajo.
(Ver en esta revista www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1931).

Los cálculos apuntan a que en 2006 la economía mexicana no superará los 3.5 puntos de crecimiento; de hecho los índices vienen en baja desde el último trimestre de 2005.

Un asunto vital y regional

Cuando se habla de la economía mexicana se habla del país que ocupa el sétimo lugar mundial en la captación de turistas –el turismo provee la tercera fuente de captación de moneda dura, detrás del petróleo, que declina, y la expottación de manufacuras–.

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No resulta gratuita, entonces, la apuesta de Brasil, primera economía latinoamericana y una de las 10 mayores del mundo: no a un tratado comercial que englobe indicriminadamente a la totalidad del continente. La política brasileña en este aspecto está fuertemente respaldada por la Argentina y se ha fortalecido con el ingreso de Venezuela al MERCOSUR.

El MERCOSUR –Mercado Común del Sur– es mucho más que la conformación de un área comercial de países suramericanos; la integración económica es vital, desde luego, pero el intento busca constituirse en un primer paso firme de la integración cultural, la formación de un bloque con peso propio en los asuntos internacionales y en definitiva y a largo plazo la confederación del subcontinente.

De hecho se han eliminado las barreras para el tránsito de personas no sólo en el ámbito turístico, sino que trabajadores, estudiantes, profesionales, artistas, en fin, pueden residir y desarrollar actividades en cualquiera de los países del pacto sin prácticamente limitación alguna. Hace ya varios años que existe una cédula de identidad común –el carné del MERCOSUR– para los residentes en el área. Ciudadanos bolivianos y chilenos, países asociados pero no integrantes del pacto, gozan de ese beneficio y, en muchos casos, lo utilizan y circulan libremente a través de las fronteras.

La entrega del Estado colombiano, convertido en un peón del juego estratégico económico estadounidense en América del Sur, que amenaza con hacer explotar las estructuras política e institucional de Ecuador en su avance hacia la «netralización» de la República Bolivariana de Venezuela y el apoderamiento de Amazonia, en el norte, y la Patagonia, en el sur, ambas por sus reservas de agua dulce y riquísima biodiversidad, debe hacer pensar a los estamentos políticos e intelectualidad del continente.

Ir por toda la América

La iniciativa estadounidense de un gran pacto comercial –y sus aristas culturales, económicas y políticas– que unifique a toda América es un volador de luces. O la zanahoria del cuento para que avance el burro. Desde luego y en primer lugar porque no se trata de un acuerdo entre los Estados, sino del acuerdo que impulsa un Estado para favorecer la declinante produccción interna y disminución de los mercados externos de las corporaciones y empresas que lo controlan.

fotoLos protocolos y subacuerdos de los TLC marcan el camino: significan la virtual entrega de las soberanías nacionales a la interpretación de corporaciones, árbitros y tribunales foráneos y el acatimiento de la legislación estadaounidense en materia de patentes y derechos «intelectuales», que no son otra cosa más que un eufemismo para proteger aquellas, muchas veces –como lo descubren cotidianamente en Asia y América las comunidades que ve cómo sus prácticas, usops y producción ancestral de bienes, medicamentos, técnicas de cultivo, etc…de pronto ya no les pertenece.

América Central ha bajado la guardia, con la excepción, hasta ahora, de Costa Rica; se acrecentará el levantamiento de seudo industrias, las maquilas, cuyas operaciones, lejos de resolver los problemas de cesantía, los agravarán con el surgimiento de mafias empleadoras, más narcotráfico, tráfico de personas, y sexoturismo –basta analizar las instaladas en la frontera entre México y EEUU. A lo que se sumará el avieso hurtto generalizado y mayorista de riquezas arqueológicas, la destrucción de bosques, modos de vida y estrangulación de las mayorías étnicas.

Al «calor» de los planes Colombia y Patriota el Estado colombiano ha perdido en la práctica el control de su espacio aéreo, aumenta el narco, enferma a sus campesinos –las fumigaciones– y enriquece más a sus elites pro entrega del país. Elites que piensan cobrar su reseca y triste actitud con el goce alguna vez de la ciudadanía imperial –que no les darán; en un país convertido en el marco donde se pone la tela que dibuja la invasión final no exixten más que caricaturas de políticos, gobernantes, empresarios, juventud, naciones originarias Y la independencia.

«El que peca por la paga…»

fotoY se pierde, además, la lucha contra la corrupción. Porque es la corruptela la que viene a reemplazar el equipamiento de los marines. Corruptos, más allá de sus palabras, fueron aquellos que buscaron el abrazo y los dólares estadounidenses para derrocar a Chávez en Venezuela; corruptos fueron aquellos que malvendieron las fuentes y distribución de energía, y cercenaron buena parte del desarrollo tecnológico, en la Argentina; corruptos fueron los que entregaron la explotación de la naturaleza –el cobre a manos privadas, hoy el oro– en Chile, y amenazan con destruir parte de la Patagonia para conseguir energía eléctrica; corrptos son los que ceden a la quema –para la soja o el ganado– la Amazonia en Brasil.

La corrupción, un mal de larga data en América –en toda América– es hoy la novísima arma de destrucción masiva, que explota sin ruido y sin humo y cuyos «beneficios» fatalmente terminan en Miami o en Wall Street. fotoEs de esperar que el gobierno del presidente Morales en Bolivia queme sus raíces: será la mejor noticia para América del Sur y un ejemplo al que convendrá imitar, por sus vecinos y otros países más distantes.

Réquiem por Colombia, luto por Chile

En esta dimensión de las cosas, la noticia de un probable aumento de la exacción por vía tribuaria al empobrecido pueblo colombiano, para subsidiar aquellos sectores –mayoritarios en el orden de la generaciòn de empleos– que serán perjudicados por el TLC constituye de suyo una lección anticipada a lo que puede pasar en Uruguay y Paraguay, donde muchos acarician la idea de un pacto semejante como forma de no quedar apretados en la horma de sus vecinos mayores.

El presidente Uribe –y el equipo negociador en Wáshington que afina los detalles del TLC– saben que deberán meter la mano en el bolsillo de sus compatriotas para mantener un remedo de producción nacional –en el ámbits agrario, especialmente–.

Se firma el TLC, se pone en marcha y adiós arroceros, maiceros, lecheros. Adiós productores de pollos. Adiós pequeños industriales urbanos, adiós PYMES.

¡Pero, cómo! ¿No es que los TLC con el hermano grande impulsan el desarrollo, generan empleos y bajan los precios?

Tal vez.

La maraña de pactos comerciales y el «espectacular» comportamiento de la economía chilena –con el cobre, principal exportación, por las nubes–, a lo que se suma que lleva un año el descenso del valor del dólar estadounidense, del euro y otras divisas, no ha hecho bajar el precio de ningún producto de necesidad cotidiana en los almacenes y supermercados. Tampoco de los servicios domiciliarios ni combustibles. Y ahora Chile va por un TLC con Japón.

La carcajada de la historia puede sonar terrible.

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La mención del diario uruguayo La República: www.diariolarepublica.com/v8/bin/nota.mv?anio=2006&mes=2&dia=24&registro=53.

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