Ángulos de poesía – El MUNDO, EL ORO, LA IDENTIDAD

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Si el sedimento es lo más pesado –lo diferente en lo que parece un todo único– y por virtud de su propia gravedad debe posarse en el fondo del continente, un terreno nunca cartografiado, y desde allí, desde esa oscuridad hecha de todas las luces, sin embargo, permear hacia arriba lo que parece ordenado, riguroso, obediente a las leyes de las cosas, no constituye insania sospechar que allí se encuentra el alimento de la literatura y las otras artes.

fotoDe los artistas es poeta es el más solitario y probablemente el más desarmado; ritmo, inteligencia y luz –sus herramientas, los dones– no son armadura para luchar con sus demonios. Pero de esa derrota, dispersos los humos de la batalla, los sedimentos alimentarán al próximo Prometeo. Al fin y al cabo el águila que le come el hígado es criatura, ella también, de Fuego.

El diseño de la derrota marca el camino del poeta –es su obra al negro– hacia los abismos que lo conducirán hasta la altura que llegue.

Lo supieron y vivieron Arquíloco, el de Paros, que mató, mercenario, por no poder hacerse un lugar en el lecho de Neobulé; y Safo, que descansó sobre muchas mantas, pero a la que nunca perdonaron intentar la libertad; y el silencioso Hölderlin, encerrado 30 años en el ático tras haber visto a Empédocles arrojarse al volcán. Y…

fotoIncidentalmente por ello no hay en rigor poesía de amor. El amor es uno de los obsequios que cargaron el cofrecillo de Pandora. El Arte se refugia en la erótica, la nostalgia, la melancolía, el llamado, quizá la añoranza, pero es su ausencia. Como un mago –ese experto en la física más allá de los cuerpos– el artista sabe que se ama con el hígado, y que perderá el hígado cuando caiga el sol.

En cuanto a la poesía, sólo un torpe dirá que es decantación. La decantación separa lo liviano de lo pesado, el sedimento, y como sabe cualquier bebedor el vino es uno e íntegro –lo demás imbecilidad de quien se las da de conocedor–.

Ha llegado Carte di Sardinia

No define al poeta la maravilla –poder de fascinación– de sus versos. Lo define esa vida oscura que se agita, lo sedimentado, en el extremo hondo de su visión del mundo. Los poetas no se juzgan –no debieran ser juzgados– sino por su capacidad de convertir ese fango nutricio, que los mata a menudo, en la geografía que finalmente saldrá a la luz.

fotoGabriel Impaglione (Buenos Aires, 1958) es uno de esos peces de la profundidad. Editrice UNI Service es la responsable final de que podamos recibir sus Papeles de Sardinia (ISBN 88-88859-57-8), tanto el canto –o el lloro– de un migrante como afirmación de la esperanza de todos. Una cinta de Moebius que desliza el punto de partida al de la llegada.

Con media docena de libros publicados en Argentina y España, dirige la revista Isla Negra, trilingüe –castellano, italiano y sardo–. Un texto, en castellano e italiano, será una buena aproximación a lo que el poeta es. Interpretado en la cubierta del libro por el artista plastico también argentino Jorge Hueso Ricciardulli.

En la inmensidad de las llanuras del salitre
buscaron las redes
el pez de oro, los puertos donde anclaban
la primera aurora, el beso de la última sirena,
la casa establecida del pan caliente.

Fueron los barcos el origen de las multitudes.
En los húmedos corredores donde nacían
esperanzas, hijos muertos, claveles
en las manos
uno detrás de otro en larga fila de silencios
rindieron sus lenguas
las valijas abarrotadas de preguntas.

Entonces subieron en la tierra nueva los zapatos
rotos a los andamios
construyeron la voluntad del almuerzo.
Se gastaron la piel hasta desnudar la llaga
donde el dolor pulsa su primer grito,
los quemó la cal, la máquina
les llevó una mano, el olfato, les mordió la luz,
cada jornal fue un esponja con vinagre.

En los arrabales donde el musgo del orín
no pudo con la rosa, abrieron un hueco
en el frío para acunar los hijos.
La tierra los llamó semilla y la semilla
padre, y fundaron el estallido del cereal.
Y así la rueda avanzó donde nada hubo y nada
sucedía sino viento.

El camino se hizo tendedero de cráneos y amapolas,
harapos, nombres extraviados, guerras
que mordían la memoria, largas travesías
en busca del origen que no era sino la nueva
singladura.

El regreso cobijado en las postales
a veces tembló como un pájaro herido.
Llenaron los nuevos horizontes de aceitunas,
guitarras, estructuras, vides, puntos de partida,
y levantaron la casa que vio nacer, partir
y regresar cada domingo lo mejor de los sueños.

Muy después a las llanuras del salitre
los hijos regresaron por el pez de oro
el palmo de aire
lo posible
de espaldas al humus carbonizado por la pena.
Entonces los pueblos de calles estrechas,
donde ya nadie esperaba noticias de ultramar,
donde quedaban muy lejos
las nuevas dimensiones del mundo.

Italiano

Tratto da Carte di Sardinia

foto
Nell’immensità delle pianure del sale
cercarono le reti
il pesce d’oro, i porti dove ancoravano
la prima aurora, il bacio dell’ultima sirena,
la casa stabilita del pane caldo.
Furono le navi l’origine delle moltitudini.
Negli umidi corridoi dove nacquero
speranze, figli morti, garofani
nelle mani
uno dietro l’altro in lunga fila di silenzi
resero le loro lingue
le valigie sovraccariche di domande.
Allora subirono nella terra nuova le scarpe
rotte alle impalcature
costruirono la volontà del pranzo.
Si guastarono la pelle fino a denudare la piaga
dove il dolore pulsa il suo primo grido,
li bruciò la calce, la macchina
gli tolse una mano, l’olfatto, li morsicò la luce,
ogni paga giornaliera fu una spugna d’aceto.
Nei rioni dove il muschio d’orina
non ha potuto con la rosa, aprirono un vuoto
nel freddo per cullare i figli.
La terra li chiamò seme e il seme
padre, e fondarono l’esplosione del cereale.
E così la ruota avanzò dove nulla fu e nulla successe se non il vento.
Il cammino si fece stenditoio di cranii e papaveri,
stracci, nomi perduti, guerre
che morsicavano la memoria, lunghe traversie
cercando l’origine che non era se non la nuova
direzione.
Il ritorno coperto nelle cartoline
a volte trepidò come un passero ferito.
Riempirono i nuovi orizzonti di olive,
chitarre, strutture, viti, punti di partenza,
e sollevarono la casa che li vide nascere, partire
e tornare ogni domenica il meglio dei sogni.
Molto dopo nelle pianure del sale
i figli rientrarono per il pesce d’oro
il palmo d’aria
il possibile
di spalle all’humus carbonizzato dalla tristezza.
Allora i paesi di strade strette,
dove già nessuno aspettava notizie d’oltre mare,
dove restavano molto lontane
le nuove dimensioni del mondo.

foto
El oro de los tigres

Borges escribió sobre tigres: «…Cuántas veces habré mirado / al poderoso tigre de Bengala / ir y venir por el predestinado camino / detrás de los barrotes de hierro, sin sospechar que eran su cárcel». Hay fotografías del poeta acariciando un tigre –lo mira su última compañera–.

El tigre es para Borges y para otros que no fueron ni serán Borges «el oro del principio». Un símbolo de la obra al rojo o la historia, siempre detenida, de los que pretendieron caminar el jardín de Sofía alumbrados por el blanco de la luna.

Quién sabe, es posible que el poeta Manuel Lozano –cordobés de la Argentina– y además de escritor licenciado en Letras –con sendos máster en Gesión Educativa y Comunicación– haya decidido aportar lo suyo no desde la producción estrictamente literaria para difundir los valores culturales. No en vano El oro de los tigres, un programa de radio, lo emite bajo el epígrafe Cultura es el oro de los tigres que nos sobrevive.

El programa está básicamente dedicado al rescate, recuerdo y ubicación de los grandes trabajadores argentinos de la cultura en campos que abarcan el folclor tanto como las letras o la gestión de asuntos culturales. Es posible acceder a Radio Cultura por la internet:
www.fmradiocultura.com.ar.

Lozano puede ser alcanzado en
elorodelostigres@argentina.com.

La identidad del poeta

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Adriano Corrales (San Carlos, Costa Rica, 1958) tiene un vasta obra –de ficción, poética y periodística– publicada en y fuera de su país natal. Dirigió, hasta que «esas cosas» de nuestsro provincialismo acendrado y definitorio latinoamericano lo permitió, la revista Fronteras, por cierto un hito cultural en Centro América.

La tradición, enseñada afanosamente en escuelas y universidades, no discute que América provee materias primas para la industria de otros y recoge de otros los insumos para su creación y desenvolvimiento cultural. No es verdad absoluta, por lo menos no la segunda parte del pretendido apotegma; pero sí es cierto que hemos recogido y recogemos de aquí y de allá los alimentos terrestres necesarios. Como lo hacen todos.

Uno de los poetas europeos que deambula por calles y noches, que asalta madrugadas y aporta melancolías –y también rebeliones– en el transitar americanao es Pessoa. Será porque sus textos son inescindibles del mestizaje de orígenes, vidas y personalidades del escritor, lo que tal vez como en ninguna parte puede ser comprendido –en calidad de cómplice– por un continente al que por demasiado tiempo se le ha exigido conformar una historia y personalidad única inexistente.

El venezolano Teódulo López Meléndez escribió una biografía vital y literaria de Pessoa; Corrales eligió buscarlo en su multiplicidad.

Oda a los heterónimos de Lisboa

Hoy amanecí en la bocanada de algún ángel terrible
borroso como el aguafuerte de niebla en oporto
embobado como quien pensó halló y olvidó
casi como aquél drama en gente sentado en su silla
conversando con los otros que lo miran sin mirarse
en el espejo de la sangre que asciende por los muros
Así desenfundado en otros cuerpos y pesadumbres
echado de la cama por su mujer porque apesta a alcohol
Vagamente desdibujado en la tinta de los hoteles
donde apenas es tolerado por la gerencia
por ser célebremente desconocido aún
en el aserrín de las cantinas y en el estropajo de los baños
Duchamp baja las escaleras y escupe mientas se masturba
Modigliani se queda dormido en la calle del tiempo
Breton apenas sueña con estas bestias que vislumbro
Apocalipsis verdadero haciendo agua en mi cabeza
caos de ciudad desdoblado en toda posibilidad cubista o expresionista
que ningún Joyce podría celebrar con artes de birlibirloque
en ningún Dublín para adolescentes que puedan negar y negar da da
como el gallo ante la imagen grafiteada de Jesucristo Superestrella
ido como la víctima frente a tremenda boa
O Ezra en su Cantos de ideogramas y lenguas muertas
Por favor señor Borges no se asombre
escribir no es como las pieles de los tigres
disecadas en los amplios paneles de su biblioteca
Es vagar por la selva en compañía del viejo Hemingway
y del Sargento Pimienta con sus batallones de alcaloides
no ya como símbolos malditos made in Baudelaire o Rimbaud
sino perseguido por fieras reales o kaibiles caza guerrilleros
en la trampa más dúctil de la venganza y la desmemoria
Por eso me acomodo nuevamente en la silla
pido una ronda para todos y brindo por quienes han sido y serán
Y se quedan alrededor de la mesa en una sola Pessoa.

En el fondo el mundo, el oro, la identidad

Como una transmutación cuyo proceso sólo es comprensible en los términos del limitado infinito humano –el calor del sol– el desarrollo de la poesía no puede medirse en metros de expansión, sino en capas de profundidad; y como la obra alquímica, requiere la podredumbre del material; como la Historia, del renacer cíclico de la Tierra y su paisaje; y como el amor, haberse perdido y convertido en peste.

Al fin y al cabo de esto se trata: de hundir la mano en lo más genital de lo terrestre..

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