Argentina: A pesar de todo, vale la pena

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Algunos acontecimientos de estas últimas dos semanas nos muestran una angustiosa cara de la realidad argentina, causan desazón y parecen convocar a “bajar los brazos”. Dos imágenes –tal vez- nos ilustren sobre el sentido de lo dicho.

Una primera imagen se la vio, con matices, en todos los medios de comunicación y en los más diversos y lejanos escenarios de la geografía nacional. Allí se mostraba a un grupo de ciudadanos con palos y fierros custodiando algún negocio y una o más personas armadas dispuestas a defenderlo, a como dé lugar. El impreciso número de muertos y heridos prueba que así lo hicieron.

La otra imagen proviene de un bochornoso hecho político.El lunes pasado la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires votó una condonación de la deuda reclamada a Cristóbal López, el conocido empresario del juego. La deuda, que ronda los 2 mil millones, no sería reclamada. A cambio el Gobierno de la Ciudad recibiría unos 300 millones anuales.

Esa cifra le sería asegurada por la Nación –que tiene jurisdicción sobre esos lugares- y se corresponde con el 3% de las ganancias (estimadas por el propio concesionario) que da el juego en el Casino Flotante, las “maquinitas” y carreras de caballos del Hipódromo de Palermo.

En ese mismo acto se aprobó que el gobierno de la Ciudad no le reclamaria hasta el vencimiento de la concesión (año 2032) el intento de percibir el 8% por Ingresos Brutos. Esta medida fue votada por los bloques del macrismo, el Frente para la Victoria y el Partido Encuentro por la Democracia y la Equidad conducido por Martín Sabatella.

Fue tal la vergüenza, de quienes votaron esta iniciativa, que ninguno se atrevió a hablar y fue aprobada a “libro cerrado”. Como una extraña paradoja, quedó para el recuerdo que -pocos minutos antes- habían aprobado una norma sobre “Ética Pública”.

Ahora todos nos escandalizamos por los hechos ocurridos en estos últimos días. “Pérdida de valores”, “ruptura del contrato social” son algunos de los conceptos que se escuchan. “Siembra vientos y cosecharás tempestades” dice un viejo refrán popular. Pues bien, en estos años el juego ha crecido geométricamente. Su evolución es un símbolo de los tiempos que se viven.

Hace un par de años atrás, en un documento del Episcopado Argentino -cuando lo presidía el Cardenal Jorge Bergoglio- se decía “»Vemos cómo han proliferado los casinos, los bingos, unidos al fabuloso negocio de las máquinas tragamonedas, aun en cercanías a barrios pobres (…) El juego de azar es un negocio que mueve gran cantidad de dinero para beneficio de unos pocos en detrimento de muchos, especialmente de los más pobres. Sabemos de la vinculación de esta actividad con el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas, armas, personas”.

Es rigurosamente cierto que el juego no es el único, seguramente tampoco el principal, pecado de la sociedad. Pero también es cierto que el mismo corroe a la comunidad. Que las autoridades pongan poco empeño en quitarle fuerza no está bien, pero podría llegar a entenderse. Pero que lo promocionen –del modo señalado- es otra cosa. Ello es claramente indicativo de la moral que rige a la sociedad actual, comenzando por su dirigencia. Por eso no llama la atención que contemporáneamente se expresen estos rasgos de descomposición social con nuevas medidas que alientan aspectos que la promueven.

Por todo ello es que nos encontramos recordando los 30 años de democracia y la realidad no muestra que el último garante de la paz social son fuerzas policiales que tienen la capacidad de chantajear a un Estado que no ha sido capaz de organizar y desplegar fuerzas sociales que garanticen la paz interior.

Estos hechos significan que por las grietas de la sociedad se van haciendo visibles aspectos que permanecían ocultos. Ahora sabemos que solo en Córdoba hay 2500 “kioscos” desde los cuales se distribuye droga. ¿Quién duda que la policía y la justicia dan impunidad a quienes tienen poder?

Todos saben que hay vías más rápidas que el trabajo y el estudio para mejorar en la vida. No es tapando estas realidades como se las podrá resolver. Para recomponer los rotos lazos sociales habrá que penetrar en las causas de esas rupturas para encontrar las soluciones.

Hallar esos remedios no es tarea fácil. Pero vale la pena trasmitir a la sociedad que más allá de estos dolores es valioso retomar sueños. Nadie puede garantizar el éxito pero hacerlo es una muestra de la posibilidad de seguir creyendo que la dignidad de las personas ocupa un lugar importante en la sociedad. Es bueno recordar que el conformismo no construye futuro.arg protesta policias

 

Oficialismo vs oposición, estrategias enfrentadas

Todos los argentinos sabemos que no estamos transitando momentos fáciles. La realidad económica del país no es la de años atrás. Los efectos políticos y sociales de la misma se están haciendo sentir. En virtud de ello hay cambios en las políticas estatales que se aplicarán en los dos años de gobierno que restan.

El objetivo del círculo de poder que viene gobernando es bien claro: Llegar en buenas condiciones al 2015. Eso significa que se logre mantener el actual nivel de consumo y que la población, particularmente los sectores populares, tengan el menor deterioro posible. Para ello se plantean llevar adelante un “moderado ajuste”, dejando para más adelante decisiones más drásticas. Esto resulta particularmente claro respecto a los servicios públicos, allí resulta imprescindible disminuir los subsidios.

Otra cuestión clave es sostener el nivel de empleo, sometido a dos tipos de restricciones. La necesidad de bajar los costos del subsidio que reciben algunas actividades y las restricciones a las importaciones. Ambos elementos impactan sobre sectores importantes como las fábricas automotrices de Córdoba y las ensambladoras –particularmente de electrónicos y electrodomésticos- en Tierra del Fuego.

Asimismo el gobierno aspira a mantener los planes sociales que son la contención que tienen vastos sectores excluidos del sistema productivo. Desde el gobierno creen encontrar condiciones para llevar adelante este plan a través de dos políticas complementarias. Allegar fuertes recursos externos y la promoción de vastas obras públicas.

El dinero del exterior cubriría estas necesidades, aunque signifique dar por tierra con la mentada política de desendeudamiento. Esperan contar con recursos de dos fuentes: Los organismos financieros internacionales, para lo cual apuntan acuerdos con los mismos (CIADI, Banco Mundial, FMI, Club de París). Créditos de Rusia, China, para grandes inversiones (ferrocarriles, subterráneo Matanza, nuevas plantas nucleares).

En todos los casos, tal como ya ocurrió con los juicios del CIADI y los créditos chinos y del BID para ferrocarriles, se trata de recursos cuyo pago quedaría a cargo del próximo gobierno. De esta manera aspiran cubrir estos dos años y llegar indemnes al 2015. No es seguro que Jorge Capitanich, quien aspira a ser candidato para esa fecha, esté totalmente de acuerdo con este plan elaborado en la “mesa chica” de la Presidenta.

Desde la oposición no acuerdan con estas ideas. Prefieren que el gobierno haga el “ajuste”, ahora. De esa manera alcanzarían varios objetivos: Se verían electoralmente beneficiados (2015) con su desprestigio; no tendrían que cargar con las deudas que –según su apreciación- el gobierno les pretende endosar. Buena parte de los acontecimientos futuros y algunos aspectos de lo ocurrido en estos días pueden interpretarse a la luz de estas consideraciones.

Tal ha sido, por ejemplo, las reticencias de la oposición a la hora de condenar las recientes rebeliones policiales.

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