Argentina: las facturas son nuestras; los medidores, ajenos

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los clientes de Metrogas -comercializadora de gas natural de petróleo en la Argentina, alrededor de 1,9 millones de hogares en Buenos Aires- desconocían que sus medidores tenían pérdidas y que eso incrementaba el consumo reflejado en la respectiva boleta del gas. La investigación demostró que la pérdida se generaba casi siempre en la salida del medidor por lo cual el usuario paga por un gas que nunca utiliza.

Un 70 por ciento de Metrogas pertenece al consorcio Gas Argentino de BG y la española Repsol-YPF. Accionistas de los mercados bursátiles de Nueva York y Buenos Aires poseen un 10 por ciento y los empleados el 10 por ciento restante. BG Group tiene una participación de 54,67 por ciento en Gas Argentino y REPSOL-YPF un 45,33.

Cabalgar en la niebla

No se pudo conocer el porcentaje de incremento del consumo porque el detector utilizado en las pruebas no estaba capacitado para medir la cantidad de gas que se volatiliza. Pero se puede tener una idea por aproximación cuando se piensa en las campañas que se hacen para ahorrar agua, que explican: «No olvide que una canilla que gotea puede juntar 300 litros de agua por día, ¡9.000 por mes!» Si asociamos esto a los metros cúbicos de gas aireado se puede intuir que el abonado paga la ineficiencia -o la picardía- de quien nos presta el servicio -distinguido con las tarifas más altas del mundo-.

Metrogas aumentó las utilidades operacionales de 2003 un 500 por ciento, a 18 mn de libras esterlinas (US$34,3 mn) debido a mayores volúmenes y a un cargo único de 8 mn de libras de 2002 relacionado con deudas inciertas, anunció BG en su informe de resultados del 2003.

Los 100 medidores probados estaban aireados y en la calles. En un lugar cerrado la acumulación de gas, según la periodista, podría causar una explosión. Punto Doc señalaba lo dramático de estas pérdidas cuando es imprescindible el ahorro de energía deseado por el gobierno.

«No se oye, padre»

María Julia Olivan interrogó a una funcionaria de la multinacional sobre las pérdidas de gas. Sólo recogió una débil promesa de verificarlas en las direcciones señaladas para «ver como se podía solucionar».

Más allá de lo que se mostró en pantalla, un espectador atento no pudo menos que obsrvar que quedaban sin solución los casi dos millones de medidores instalados en otros tantos hogares de la Capital Federal argentina.

Ni la funcionaria de Metrogas ni el responsable de ENARGAS -organismo fiscalizador del Estado- se mostraron sorprendidos por la situación. Tampoco evidenciaron signos de comprensión por la gravedad y extensión del problema. Se limitaron a señalar que se decidirá una solución operable para evitar las pérdidas señaladas en base a las direcciones suministradas por la propia periodista. Punto.

Si se piensa que una cifra cercana al 50 por ciento de estos aparados presentan fuga, se puede imaginar la cantidad de metros cúbicos de gas que se ahorrarían al repararlos. Pero claro, ¿por qué realizar estas reparaciones si las mismas implicarían un mayor gasto en mantención de la red por parte de Metrogas y, a la vez, significaría una menor entrada en sus arcas?

¿Hay una razón más poderosa que el plus de ganancia que entra al descuido y hace cling caja? Más dividendos: buena música contante y sonante para los accionistas…

La postura asumida por Metrogás -ignorar las fugas de gas cuando la misma es pagada por sus usuarios- permite suspicacias legítimas. Que se atienen a la lógica: es difícil pensar que una empresa de semejante tamaño no disponga de la información y de la capacidad técnica para subsanar el problema y contribuir, así, a mejores y más justas condiciones de vida.

Sólo que es muy difícil que esta multinacional se avenga a pensar en términos éticos y -aún sin descuidar sus fuertes ganancias- preste por fin un servicio correcto a sus clientes-prisioneros que pagan con buenas monedas su prestación.

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