BRASIL E ISRAEL: SIN CAMBIOS PERO CON NOVEDADES

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En Brasil e Israel hay continuidad de las respectivas administraciones estatales pero hay cambios sobre los cuales es bueno hacer algunas reflexiones.

 

BRASIL

Dilma Rousseff ganó las elecciones y a comienzos de este año inició su segundo mandato, con un cúmulo de dificultades que acecha su gobierno. Hay antecedentes que no se pueden olvidar: Su triunfo electoral -en segunda vuelta- fue demasiado ajustado, no cuenta con una suficiente mayoría parlamentaria y su gobierno está salpicado por varios escándalos vinculados a la corrupción. No obstante ello la situación parecía estar bajo control. En los últimos días importantes movilizaciones, en varias ciudades del país, se caracterizaron por la dureza de sus planteos opositores. Hay dos datos de esas movilizaciones que llaman la atención: La aparición de pancartas reclamando la “vuelta constitucional” de los militares y otros carteles de un tono semejante escritos en inglés. Ambos hechos no formaban parte –hasta ahora- del folklore político brasileño. Los temas que tienen al gobierno de Dilma en el ojo de la tormenta son la crisis económica con un crecimiento nulo y la corrupción en torno a la empresa petrolera PETROBRAS. Es bueno recordar que la IV Flota de los Estados Unidos, dependiente del “Comando Sur” con sede en Miami, está patrullando las costas atlánticas en áreas donde Brasil explora y extrae buena parte de su petróleo. En defensa de sus riquezas Brasil está construyendo submarinos nucleares para contrarrestar esa actividad estadounidense.

Más allá de esta cuestión puntual llama la atención que situaciones semjantes se estén produciendo en Venezuela y que nuestro país también padezca agresiones parecidas. Todo ello lleva a pensar que los Estados Unidos parecen dispuestos a marcar la cancha de lo que consideran su “área de influencia” o “patrio trasero”.

 

ISRAEL

Nadie duda de la importancia que tiene Israel, no solo en el Medio Oriente sino también en el conjunto de la política mundial. Es conocida su influencia sobre las decisiones del poder político norteamericano. No es menor la incidencia de judíos, estrechamente ligados al estado israelí, sobre el sistema financiero mundial. Por todo ello, lo que acontece al interior del Estado de Israel se constituye en un tema de política internacional. En estos días hubo elecciones en Israel. Triunfó el Likud, partido del actual Premier Benjamin Netanyahu. Consiguió 30 de los 61 escaños necesarios para formar gobierno. Las minorías árabes fueron tercera fuerza consiguiendo 14 diputaciones. El Likud, de por sí conservador, apelará a una alianza con sectores ferréamente nacionalistas y religiosos ultra ortodoxos para alcanzar la mayoría requerida para formar gobierno.

Cuando parecía que Netanyahu sería vencido por opciones más moderadas hubo un giro en su discurso. Lo radicalizó declarando que no habría un Estado Palestino y que continuarían los asentamientos, condenados hasta por las Naciones Unidas, en Cisjordania y Jerusalén. El miedo y no la paz parecen formar parte del programa de gobierno triunfante.

Juan Guahán, Question

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