Bush y Blair combatieron en Irak el fascismo islámico y perdieron

Tony Blair y George Bush
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Después del grotesco espectáculo que fueron el Talibán y Osama Bin Laden, y de que quedó claro que 15 de los 19 atacantes suicidas eran de Arabia Saudita, conozcan la nueva contribución monstruosa de esa nación a la historia mundial: el califato islamita-sunita de Irak y Levante, los conquistadores de Mosul y Tikrit, además de Raqqa, en Siria, y posiblemente Bagdad, serán la nueva humillación de Bush y Obama.

De Alepo al norte de Siria, hasta casi la frontera entre Irak e Irán, los yihadistas del Isil, apoyados por grupúsculos pagados por los wahabitas sauditas y los oligarcas kuwaitíes, ahora controlan miles de kilómetros cuadrados.

Se supone que Bush y Blair destruyeron el régimen de Saddam Hussein para hacer del mundo un lugar más seguro, y declararon que la invasión a Irak era parte de su titánica batalla contra el fascismo islámico. Bueno, pues perdieron.

Aparte del papel de Arabia Saudita en esta catástrofe, ¿qué otras historias nos van a ocultar en los días y semanas que vienen?

La historia de Irak y Siria es la misma, desde el punto de vista político, militar y periodístico: dos líderes, uno chiíta y otro alawita, luchan por la existencia de sus regímenes contra el poder del creciente ejército internacional sunita musulmán.

Mientras Estados Unidos apoyó al miserable primer ministro Nuri Maliki y su gobierno chiíta electo en Irak, esos mismos estadunidenses aún demandan que sea derrocado el presidente Bashar Assad y su gobierno, a pesar de que ambos líderes son ahora hermanos de armas contra los victoriosos sunitas de Mosul y Tikrit.

La extravagante prosperidad de la que goza Qatar bien puede cambiar de destinatario pronto y pasar de los rebeldes musulmanes de Siria e Irak al régimen de Assad por temor y rechazo a la posibilidad de que los hermanos sunitas de Arabia Saudita, quienes podrían intentar invadir Qatar si se enojan realmente.

Todos sabemos de la profunda preocupación de Washington y Londres ante las victorias territoriales de los islamitas, y la destrucción de todo por lo que estadunidenses y británicos sangraron y murieron. Nadie, sin embargo, parece sentir preocupación alguna por los chiítas de Irán, ni por Assad en Siria, ni por Maliki en Irak, con todo y que Occidente debe considerar que las noticias que llegan de Mosul y Tikrit son un desastre político y militar.

Justo cuando las fuerzas militares sirias de Assad estaban ganando la guerra, decenas de miles de militantes que estaban en Irak pueden ahora volverse contra el gobierno de Damasco antes o después de que decidan tomar Bagdad.

A nadie le importa cuántos cientos de miles de iraquíes hayan sido asesinados desde 2003 por las fantasías de Bush y Blair. Estos dos hombres destruyeron el régimen de Saddam para hacer el mundo más seguro. Pues perdieron.

Recordemos que los estadunidenses capturaron y recapturaron Mosul para destruir el poder de los milicianos islámicos. Combatieron dos veces en Faluya. Ambas ciudades están ahora bajo control de los islamitas, y hace mucho los ejércitos de Bush y Blair se fueron a casa proclamando su victoria.

Bajo el gobierno de Obama, Arabia Saudita seguirá siendo tratado como un amistoso y moderado país del mundo árabe, a pesar de que su familia real se fundó sobre las convicciones wahabitas de los sunitas islámicos de Siria e Irak. Por tanto, el poder saudita alimenta el monstruo en los desiertos de Siria e Irak mientras se acurruca con los poderes occidentales que lo solapan.

También debemos recordar que los intentos del ejército de Maliki por reconquistar Mosul probablemente serán feroces y sangrientos, de la misma forma en que lo han sido las batallas con que Assad ha retomado ciudades controladas por rebeldes sirios. Los refugiados que huyeron de Mosul tienen más miedo de la venganza del gobierno chiíta que de los yihadistas que tomaron su ciudad.

Se nos dirá que debemos considerar el nuevo califato armado como nación del terror. Abu Mohamed Adnani, vocero del Isil, ha sido inteligente al instar a sus hombres a no caer en la arrogancia mientras éstos avanzan hacia Bagdad, si bien el líder puede estar pensando en un avance hacia Damasco. El Isil, en la mayoría de los casos, no ha lastimado a los civiles de Mosul.

Finalmente, se nos invitará a pensar que la futura guerra sectaria será una guerra entre musulmanes sectarios y no sectarios. El tema del terror provendrá de las armas que enviaremos a ambos bandos del conflicto.

* Analista de The Independent de Gran Bretaña

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