Chile, educación; corolario: Clío está desnuda y la violan a mansalva

1.648

Lagos Nilsson.*

El Estado chileno determinó que la materia de Historia no es tan importante en los colegios como las de Lenguaje y Matemática, por tanto el Ministerio de Educación decretó reducir las horas-clase a ella dedicadas. "Consideramos dicha reducción horaria absolutamente desacertada y lamentable", lamentan los profesores de Historia. Así como no los consultaron, naturalmente sus argumentos no serán oídos. Pero la cosa es mucho peor: The chilean way, o sea.

Sólo a personas de gran torpeza con cara y mente de flan —ese postre que vibra en el plato o pocillo— puede ocurrírseles que la historia es artículo sin mayor trascendencia a la hora de "armar" un programa educativo. Y sólo personas de vocación fascista —tengan o no mente y cara de flan— ordenarían reducir las horas semanales dedicadas a su enseñanza. Esto, porque el fascismo de nutre de y en la ignorancia ciudadana; atormentados los ciudadanos, además, por otros pesares.

Pero eso, claro, es historia. Mejor alimentar la sensibilidad social con programas tipo Pelotón (algo así como un curso imbécil de paramilitarismo baladí), concursos de baile con abundancia de mamas femeninas, de aspecto pétreo, bien siliconadas,  "gigantescos sábados" que huelen a Miami, o taradeces como ese otro que lleva el nombre de una esquina de Santiago (donde estuvo antaño, ¡vaya coincidencia! la redacción de El Mercurio), en fin: hay más que será olvidado, "deshistorizado"

Se trata, dice el Estado a través de sus autoridades, de que los niños aprendan a expresarse, comprendan lo que leen (si sus profesores logran enseñarles lo que no saben: a leer, precisamente) y sean capaces de convertir sus cerebros de niños en una buena computadora. Una computadora sin pasado, sin presente, sin futuro —pero con deudas.

Tal vez —no lo dicen las autoridades— todo se resuma en conseguir mejores esclavos para que redacten horrendos "programas de trabajo" —o de gobierno— donde la palabra evento signifique algo planificado y no suceso imprevisto, la palabra valórico sea una baba absurda que signifique algo tan inexistente como ella misma, aluda a la "hora peak", por ejemplo, porque les da vergüenza maricona decir "hora pico", etc… O sean capaces de sumar la columna de las ganancias de sus amos (pero nunca la pérdida de su dignidad).

Y si alguien tiene problemas, pues para eso está el fútbol, donde todo se relativiza para que el aficionado pague y las sociedades, nada de anónimas, lo controlen. Y así como los socialistas cantan una vez al año, a veces dos, su Marsellesa socialista, los colocolinos sigan creyendo que es un "equipo popular". Nadie se acuerda de La internacional.

Si se pretende una sociedad de ciudadanos, se la tendrá aumentando el peso de la materia de historia —universal y local— y no disminuyéndolo. Permitir que el país sea la sede del zoco mayor y más repugnante de América en materia educativa, por otra parte, es un crimen por el que precisamente la historia simbólicamente un día los colgará.

Desde la dictadura militar-cívica que Chile viene con gozo desmedido sacrificando las generaciones, y ahora se oficializa una suerte de capitis diminutio general. Un viejo maestro francés del positivismo aseguraba que lo que caracteriza al Estado es la diferencia entre gobernantes y gobernados; su aserto hoy es un grosero error: lo que caracteriza al Estado, al Estado chileno, es la distancia insalvable entre gobernantes y gobernados, todo ello bendecido por la sacra iglesia romana, cuyos obispos cuentan con prensa para declamar salarios éticos, pero no para reclamar Patagonia sin represas —sin olvidar a los Kadimas, curas a los que los tribunales no carean con sus denunciantes.

Chile ahistórico es o parece la representación de una farsa obscena: cetenares de narcos presos, pero nunca hubo tanta droga en la calle; exigencias de absurda moral sexual, pero nunca tanta niña —o niño— prostituyéndose; alaridos por una nueva derecha, pero ahí están los viejos oficiosos de la dictadura encaramados hasta en el Senado de la República; aullidos por probidad política, pero ahí siguen hambreados y perseguidos los mapuche; sin edificio donde estudiar los alumnos del Liceo de Aplicación, hacinados, como presos en las cárceles, en aulas minúsculas quizá para que sepan como les vendrá la mano en un par de años. Y avanzan las obras en Pascua Lama y se relame el proyecto hidroeléctrico del Aysen y los salmones, ¿qué pasó con los salmones…?

Chile, como la mala televisión y el peor periodismo, se convierte en hedionda melaza autorreferente, un país no de ciegos donde los tuertos reinan, sino país lobotomizado que no puede —no lo dejan, no sabe cómo u olvidó— serse. No importa, habrá Teletón, la miseria se vestirá de gala y todos tan felices y orgullosos de ser, de cualquier modo o grado, miserables.

Lo que tampoco tiene ninguna importancia: no hay profesores que lo entiendan, no hay historia que lo desnude. Cuando la estantería termine por derrumbarse dirán "todos somos culpables", y a otra cosa mariposa. En medio del zafarrancho que culmina la traición de los ochentas (¡gracias Concertación!) los profesores de Historia y los historiadores emiten una declaración pública: triste muestra de su impotencia —o tal vez de su olvido de la historia o quizá de su soñar "idealista"—. Los mapuche al menos tuvieron eso que el pueblo llama "bolas" para declarar una huelga de hambre. Los mapuche no han olvidado la historia.

Tampoco los pescadores artesanales, los "subcontratados", los albañiles, las temporeras… Los pueblos son duros de mollera.

Addenda

Declaración de historiadores y profesores de Historia

Con motivo de las recientes declaraciones del Ministro de Educación, Sr. Joaquín Lavín Infante, anunciando la reducción de horas de clase de Historia para alumnos entre Quinto Básico y Segundo Medio, los historiadores (as) y profesores (as) de Historia firmantes declaramos:

1.       Consideramos dicha reducción horaria absolutamente desacertada y lamentable y por ende, la rechazamos categóricamente, puesto que, contrariamente a lo afirmado por el Ministro, no contribuirá en lo más mínimo a solucionar los graves problemas de desigualdad, inequidad y falta de calidad de la Educación Básica y Media chilena. Al contrario, sólo los agravará generando nuevos desequilibrios y distorsiones.

2.       Esta medida ha sido adoptada de manera autoritaria y antidemocrática puesto que no ha sido el resultado de un proceso de discusión informado y transparente del profesorado, de sus organismos profesionales y gremiales, y tampoco fue consultada con los especialistas de la disciplina del medio universitario –historiadores y educadores- sino adoptada en base a criterios tecnocráticos, por el círculo del confianza del Ministro Lavín, a puertas cerradas en el Ministerio de Educación. No existen estudios serios que justifiquen esta decisión y que demuestren que la reducción de horas en Historia y Ciencias Sociales a favor de otros cursos beneficiará el aprendizaje de los estudiantes.

3.       Además de no asegurar mejores resultados en pruebas de estándares internacionales, la implementación de esta política significará reducir aún más la posibilidad –ya escasa– de desarrollar un pensamiento crítico en los estudiantes y formar ciudadanos reflexivos, aptos para el ejercicio democrático puesto que la Historia es, por antonomasia, creadora de conciencia crítica respecto del entorno social en el que viven las personas, y por ello el mejor instrumento para formar verdaderos ciudadanos. Reducir o minimizar la enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales en las escuelas, colegios y liceos significa, más allá de las intenciones declaradas, coartar y acallar la reflexión y el análisis crítico. Detrás de criterios aparentemente “técnicos” que inspiran categorías como “productividad”, “resultados” y “competencia”, se ocultan inspiraciones e intereses políticos que apuntan a la formación de tecnócratas y mano de obra dócil, incapaz de cuestionar los fundamentos, objetivos y modo de funcionamiento del actual modelo de sociedad. Cabe recalcar que esta medida se suma a una similar adoptada hace algunos años que significó la disminución de las horas de Filosofía en el currículo, con el consiguiente daño para la formación humanista de los alumnos.

4.       Nuestra oposición a esta decisión del Ministerio de Educación no está motivada por una mera defensa “corporativa” de tipo laboral (la defensa de las horas que perderán los profesores de Historia), sino principalmente, por las razones expuestas que se vinculan con el tipo de jóvenes y de ciudadanos que queremos contribuir a formar, por el rol central que la Historia puede y debe jugar en el proceso formativo de personas íntegras y conscientes.

5.       En consecuencia, hacemos un llamado a toda la comunidad educacional nacional –profesores, estudiantes, padres y apoderados de los distintos niveles del sistema educacional–a hacer público su rechazo a esta nefasta medida y a movilizarse de manera unitaria y coordinada para lograr revertirla.

Santiago, noviembre de 2010.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.