Chile, educación y otras contradicciones

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Camilo Salas*

Nadie puede negar que la educación en Chile está mal. Sin embargo, existen dos posiciones al respecto: quienes pretenden mejorarla, y quienes quieren empeorarla. Por supuesto, que por razones políticas e intereses personales, estos segundos no se manifiestan; en cambio se esconden tras la fiable benevolencia.
Ya que en chile las “enseñanzas” del fallecido Milton Friedman son tomadas como si fueran ley, no es de extrañar que la LGE no sea criticada por todos, incluso si en el mundo civilizado ya comienzan a aborrecer las enseñanzas de la “Escuela de Chicago”.
 
 
La facultad de privatizar colegios, el debilitamiento del ya mutilado rol del Estado y los caos legales han sido duramente criticado por profesores y estudiantes, al menos por los más informados, pues ya es una constante en el movimiento estudiantil, la desinformación casi absoluta de las bases. Se confirma la existencia de los falsos benevolentes cuando los dos principales actores de la educación, no sólo no son escuchados, sino que se los censura y reprime; y el tercer actor más importante, la denominada opinión pública, es manipulado con información falsa y amenazas absurdas.
 
Se dijo hace un tiempo, con el comienzo de las movilizaciones, que los modelos educativos y las leyes, no se hacen en una sala de clases a mano alzada. Y es que en Chile tenemos también democracia representativa: un hombre o una mujer es elegido/a -para actuar por su cuenta- en nombre de una cantidad determinada de personas. En países europeos, donde la política sí admite pluralismo, probablemente este sistema funcione; pero Chile se parece cada vez más a EEUU y cada vez menos a los “maestros” europeos.
 
Nuestros sistemas de salud y elecciones así lo demuestran, sumado a malas condiciones de vida, malas condiciones laborales, una cesantía mucho mayor a las estadísticas mal tomadas y pésimas políticas energéticas y medioambientales, entre otros desastres. En Chile, en todo caso, estamos mucho peor que en EEUU, al menos en lo que a elecciones refiere; la Alianza y la Concertación son lo mismo y sólo juegan a pelearse, mientras que la izquierda se prostituye por puestos pequeños en vez de dar ideas para mejorar el país.
 
De esta situación nace la necesidad imperante de una nueva voz y nuevas ideas para la casi vegetal política chilena. Esta vez son los estudiantes, trabajadores de la salud y del cobre y demás ciudadanos molestos quienes proponen un cambio. Pero cuando Chile clama por lo que es justo, los medios prefieren mostrar problemas faranduleros insulsos y exacerbar el fútbol para apaciguar a la opinión pública y así darle perpetuidad a este sistema tan conveniente para la oligarquía que controla los medios y la política.
 
Tener una ministra y legisladores sostenedores de colegios y empresarios es un llamado de atención: las cosas en Chile se hacen se hacen como en la escuela de Chicago: por la libertad de empresa, en vez de por los derechos de la ciudadanía, que de ser puestos en práctica, mejorarían la calidad de vida de muchos. Y si las empresas son del interés de la mesa directiva de las corporaciones, y quienes dicen “trabajar por Chile”, pertenecen o están ligados a ellas, entonces, tengamos mucho cuidado con las contradicciones.
 
 
* Estudiante.

 

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