Chile: la Constitución se reforma bajo la lluvia

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El señor ministro del Interior –en el ejercicio de la vice-presidencia debido al viaje al exterior del primer mandatario– señalaba en la noche del miércoles: “»El que ha ganado es el país. Lo que parecía imposible hace cuatro, ocho, 10, 15 años atrás se ha logrado con un gran acuerdo». De este modo Francisco Vidal, comentó las coincidencias forjadas desde octubre pasado entre el ejecutivo y la oposición de derecha y zanjado durante el día en el Congreso.

Definidas como “históricas” por la mayor parte de los analistas políticos locales festejaron el más medio centenar de enmiendas a la Constitución impuesta por el dictador Augusto Pinochet en 1980 y aprobadas por el senado en Valparaíso. Las negociaciones finales de la acción legislativa fueron en su momento encabezadas por el ex ministro del Interior, y actual Secretario General de la OEA, José Miquel Insulza.

LAS REFORMAS REENMARCAN
PERO NO PRODUCEN UN CAMBIO REAL

En 1980, sin registros electorales –mandados a destruir por el fuego purificador años antes– el gobierno dictatorial llamó a un plebiscito para aprobar un nuevo texto constitucional en reemplazo del de 1833, reformado en 1925. Pensando quizá que era peligroso no acudir a votar o probablemente con el pensamiento de que era mejor una constitución autoritaria que ninguna, se aprobó el texto que aun rige la vida republicana chilena.

Durante las conversaciones –una negociación que sotto voce algunos de quienes parlamentaron, ya por parte de la oposición a la dictadura, ya en su representación, califican de fatigosas, pero correctas– nunca estuvo en primer plano el cambio de la constitución ni la reforma de la política económica impuesta por Pinochet y sus asesores. El entonces todavía dictador reservó para sí la suma del poder militar del país, conservando la jefatura de las fuerzas armadas.

En los hechos jamás la ciudadanía ha sido convocada en Chile para constituir una Asamblea Constituyente; la ley superior que rige al Estado chileno siempre le ha sido impuesta y presentada como un logro que asegura una mayor democratización de la vida nacional. En los 15 años y tres gobiernos de la coalición que sucede a Pinochet nunca se ha discutido la idea de la Asamblea Constituyente que recoja de manera amplia, efectiva y democrática las aspiraciones, ideas y proyectos que pudieran surgir de la base social.

fotoInjusto sería, de cualquier modo, afirmar que los cambios aprobado para la Constitución de 1980 son mera cosmética, pero ciertamente es un despropósito asegurar que se han desmantelado los principios autoritarios y fundamentalmente antidemocráticos que la informan. Lo ponderado, tal vez, sea decir que las facciones políticas representadas en los poderes del Estado se han puesto de acuerdo una vez más en cambiar muchas cosas para otras sigan igual.

En cirto modo el gatopardismo asegura la paz entre esas facciones –y el reparto del poder y las granjerías que provee el Estado a través de los gobiernos que se suceden.

LOS CAMBIOS QUE SE APLAUDEN

Entre las reformas una –no poco importante– es que a partir de quien reemplace a Ricardo Lagos Escobar en marzo de 2006 –las elecciones han sido convocadas para diciembre de 2005–, solo gobernará durante cuatro años en vez de un sexenio, manteniéndose la prohibición de eventualmente ser reelegido por un segundo período inmediato.

Se reimpone la facultad presidencial de cambiar a los jefes de las fuerzas armadas y se eliminan los senadores designados por diversas instituciones y uno vitalicio. Entre los senadores designados figuran cuatro representantes de las Fuerzas Armadas, un ex ministro de Estado, un ex rector universitario, dos miembros de la Corte Suprema y un ex contralor, mientras el sillón vitalicio lo ocupa, tras los desafueros de Pinoche,) el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle(1994-2000).

Éstas y otras normas deben aun ser ratificadas por el Congreso el próximo 16 de agosto; al haber sido consensuadas entre las fuerzas polícitas “oficiales”, es casi imposible que algún león sordo impida el concierto.

Se estima que la reforma recién aprobada constituye el fin formal de la transición hacia la democracia, que la sensación ciudadana dio por acabada hacia la mitad del actual gobierno.

El presidente Lagos señaló desde Australia, donde se encuentra en visita oficial: «Este es un día muy importante para Chile. Hace 20 años hubo un acuerdo nacional para lograr un país más democrático, en agosto de 1985. Quince años atrás comenzaron los gobiernos democráticos y ahora podemos decir que la transición de Chile ha concluido». El presidente, así, oficializó y dio valor a una de las críticas mayores que se le hacen a la Concertación de partidos en el gobierno: haber pactado el final de la dictadura cuano ésta ya no tenía destino desoyendo una gran mayaoría de las voces de huienes habían luchado durante años contra ella al costo de muchas vidas.

Lagaos también puso en primer plano que ahora existe una constitución “acorde con la tradición histórica de Chile y lo más importante, que fue aceptado por la unanimidad en el Congreso Nacional». Una vez más el llamado al soberano para que se convierta en constituyente fue obviado. En un acápite de sus declaraciones el primer mandatario rindió una suerte de reconocimiento a la oposiciòn de derecha al indicar: «los chilenos podemos tener una mirada larga en que ponemos en primer lugar el interés del país. Hoy ha sido un gran triunfo para Chile, para su democracia y debemos alegrarnos profundamente».

NO HABRÁ MAYOR DEMOCRACIA POLÍTICA REAL

En paquete de medidas aprobadas, empero, excluyó la reforma al sistema electoral binominal, también legado de la dictadura, y considerado profunda y esencialmente antidemocrático, pues excluye a las minorías.
Este sistema obliga a mantener grandes coaliciones de caracter electoral, puesto que el 66 por ciento elige un escaño y el 34 por ciento elige al otro. Este procedimiento originó en Chile la existencia de una denominada “izquierda extraparlamentaria”, lo que induce al error de pensar que existen un sector de izquierda con representación en el Congreso.

El ministro Francisco Vidal apuntó que en su criterio “en el próximo período (presidencial) llegaremos a tener un sistema electoral mucho más representativo, que le dé cobertura a todas las fuerzas políticas y que privilegie a la mayoría respetando la minoría pero no sobre representando a la mayoría, que es la base del sistema actual».

Más de medio millón de chilenos, especialmente jóvenes, se niega a inscribirse en los registros electorales, manifestando incluso de viva voz que no tienen ningún interés en votar “para que todo siga igual”.

Por su parte el candidato presidencial de la izquierda extraparlamentaria, Tomás Hirsch, dijo que: «sólo podremos hablar del fin de la transición cuando se llame a una Asamblea Constituyente (…) y se suscriba una nueva Carta Magna que rija la institucionalidad y el futuro del país».

Tampoco pudieron festejar el acuerdo parlamentario que reforma la Constitución los profesores, que habían declarado un paro activo en oposición al sistema vigente que evalúa su labor docente. En la Alameda de Santiago fueron apaleados y empapados por la policía, que les negó acceso al edificio del Ministerio de Educación.

Los sectores de derecha aplaudieron las coincidencias que permiten, según dijeron, “mejorar” la vida democrática.

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