Chile. – PROYECTO DE PAÍS O JUGAR CON CARTAS MARCADAS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

No tiene sentido el ingenuo llamado a la reflexión de alguien muerto hace 70 años en un tiempo en que todo parece expuesto a la luz; pero nada está iluminado. Vivimos el tiempo sombrío de los mediocres. Un tiempo de asesinos.

El asesino antaño olía la sangre de su víctima. Como el héroe la de su enemigo. Hoy te matan en papeles, reglamentos, trámites, mentiras. El enemigo, afirman, no existe. Se trata de consensuar. Y todo por el bien «del país», todo porque se «trabaja por la gente». Y si no eres un «mal chileno».

Afirmo un modo antiguo de pensar

El enemigo existe: es aquel que explota a mi vecino, prostituye a su hija, engaña al niño, divide la ciudad con sus autopistas, «regionaliza» al país y se come su cielo y su tierra. Un país no es más que Cielo y Tierra y Agua y el Fuego de sus habitantes. Un país es un imaginario. Y un país tiene enemigos.

Leo que el Partido Comunista, por ejemplo, quiere un rol en esta farsa. Diputados, tal vez; quizá un senador. Así que toma el te con sus enemigos –o con los enemigos de sus amigos–. ¡Pobre! El enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi amigo –ni por cierto el amigo de mi amigo debe serlo mío–. Las amistades no se establecen para constatar un –relativo– equilibrio de fuerzas.

Ni las enemistades son por un quítame esas pajas. Cuando el muy eficiente gobierno de Chile invade las tierras áridas de los yacimientos salitreros la Krupp le vende cañones. ¡Viva Alemania! Sesenta años después en Alemania el nitrato encuentra su herida mortal.

De esa guerra fratricida, la del Pacífico, Chile recuerda Iquique y Perú Angamos. Debería al revés: Iquique es una derrota chilena y Angamos una derrota peruana. La suma de derrotas no hace una victoria. Lo cierto es que en ambas murieron hombres buenos. Héroes, o sea.

El héroe anticipa la existencia del ciudadano –no en vano suele rebelarse a la autoridad de los dioses y de los reyes–. Sin embargo el paradigma no es el héroe; el héroe es un sueño cumplido en este mar de pesadillas. El paradigma es el guerrero. Todo ciudadano debe ser un guerrero. Un guerrero, no un soldado; el soldado es la antítesis del ciudadano. Hay que hacer de los soldados ciudadanos.

La tragedia es que los militantes partidarios y la clientela electoral de los partidos son soldados sobre la ciudadanía.

El país dentro del ropero

Un país es, por cierto, un trozo acotado de la geografía del planeta. Pero es algo más. Es lo que imaginan quienes lo habitan. Un país es un imaginario. Y básicamente un imaginario es una representación de cosas, que pueden ser reales o ideales. En definitiva tal vez algo que no tiene fundamento.

En política un país es algo por hacer. En historia algo por hacer es una aventura.

Se escucha hablar de la necesidad de «un proyecto de país». Un proyecto no es más que el designio de ejecutar, hacer, algo. Existiría un proyecto país si el país no existiera. Cabe preguntarse si Chile existe.

Una vieja lección dice que antes de tener nacionalidad las personas deben tener dignidad de tales. Es la política el proceso de conseguir esa dignidad. La política no se entiende sino como la profesión de conferir dignidad. Un país no existe si sus habitantes carecen de dignidad.

La dignidad concreta se obtiene a través de un trabajo digno dignamente remunerado, por una parte; por otra cuando se estimula la diversidad. No existen naciones-Estados. Somos todos mestizaje de la historia, de las lenguas, de los dioses en que se cree, de los lugares donde vivimos.

Así, un «proyecto de país» no será más que el esfuerzo cotidiano por convertir un imaginario en realidad histórica. Y eso quiere decir expresar un sueño.

Chile no tiene un sueño, tiene fronteras, tuvo paisaje y sobre fronteras y paisaje debe aventurar una épica. El «Príncipe de los caminos» tuvo una imagen de país; don Bernardo tuvo una imagen de país; Portales tuvo una imagen de país; la Sociedad de la igualdad tuvo una imagen de país; Balmaceda tuvo una imagen de país; Allende tuvo una imagen de país –ellos entre tenderos que hoy venden el país real–.

Y hoy el país está en manos de esos tenderos, amenazados por los tenderos de la otra cuadra. Algo no tendrá remedio si se los vuelve a escuchar.

Digámoslo con Neruda:

Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra

… … …

Y no lo olvidemos.

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