Chile, reflexiones de fin de año: «Tu enfermedad es de conciencia»

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Lautaro Rojo Millapán.

La primera vez que pedí cita para una entrevista con una cardióloga, ésta, después de un minucioso examen me queda mirando y dice:”
—Don Lautaro, su enfermedad es una enfermedad de conciencia.,
—¿Què significa eso doctora? —pregunté? 
Me respondió:
—Muy sencillo, don Lautaro, si usted no se cuida. ¿Quién se va a preocupar por usted?

Gracias doctora. He entendido perfectamente lo que quiere decirme y a buen entendedor, pocas palabras.

Han transcurrido 13 años, y revisando mi  historial mèdico, ella me mira y me dice: “Don Lautaro, ojalà, todos mis pacientes que tengo, fueran como usted. Han transcurrido 13 años desde su grave trombosis, y desde entonces, nunca màs, volvió a tener otro cuadro clìnico igual.
"Porque usted se ha cuidado y más aùn es una persona de mucha fe. Usted entendió a la perfección lo que yo le dije, que su enfermedad era una enfermedad de conciencia y usted sì ha sabido cuidarse a sí mismo".

Hoy, al escribir estas líneas y compartirla con ustedes mis apreciados lectores, debo decirles, que  la enfermedad que agobia a todos mis compatriotas chilenos, también es una enfermedad de conciencia y si ustedes no se cuidan: ¿quién se va a preocupar por ustedes?

La enfermedad de todos los chilenos, especialmente de los màs pobres, siempre será una enfermedad de conciencia, porque ustedes mismos tienen que preocuparse por cambiar su manera de pensar y vivir. No pueden seguir dando làstima  y vergüenza, haciendo filas y mendigando caridad en los dispensarios médicos, clínicas y hospitales, esperando una mala atención y malos tratos, que postergan la atención mèdica que deben recibir, sin tener porque regresar después de días, meses y años para ser atendidos.

No pueden ustedes mis hermanos chilenos estar esperando que se la caigan al toro, para que el Estado después de un desastre natural le reconstruyan sus casas arrasadas por un terremoto-tsunami.

No pueden ustedes en medio de su pobreza, meterse la mano al bolsillo y hacer rico al màs rico, entregándole  24.400 millones de pesos a un judío inteligente que los hace llorar, con imágenes de seres discapacitados que se prestan y son explotados sentimentalmente, para conmover a los ingenuos e inocentes donadores, sin saber a dònde van esos miles de millones de pesos: ni el Estado ni el pueblo tienen representación en ese directorio compuesto por un personal muy selecto, al que todo hay que creerle, hagan lo que hagan, porque nunca el pueblo sabrà en que se invierten esos dineros.

Mientras tanto tú, miserable donante, das lo que no tienes y nunca recibes nada, como ese corazón que entregaba el gestor de la Teletòn a quienes costaron una millonada para cantar dos canciones y desaparecer con su ridìculo`y vergonzoso premio.

El Estado despilfarra millones de dólares, se le dan 50 millones de pesos a la Direcciòn de Gendarmeria, para arreglos de las pocilgas, en las que se encuentran viviendo como animales enjaulados los presos, denigrándose su condición de seres humanos que necesitan de un mejor trato.

Se despilfarran millones de pesos  en educación y cada dìa que pasa se está peor que hace 20 años. Los pobres servidores públicos reciben una limosna de aumento en sus salarios y el Estado dice que no puede dar màs porque no hay dinero —a pesar  de que el precio del cobre esta por las nubes— aunque sí lo hay dinero para las transnacionales que se lo roban todo, mientras los chilenos siguen siendo humillados y explotados.

Se crean y aprueban leyes para darle  mayor refuerzo a la policía de carabineros  y detectives, quienes deben ser respetados, so pena de que quienes no se sometan, están condenados a morir bajo  las balas de los asesinos uniformados y civiles, sin màs delito que el de haber atentado contra la autoridad, obligándolos a éstos a actuar en defensa propia, y con eso ya es suficiente para que el roto patipelao quede muerto en su ley.

Llega el verano, y los chilenos quieren salir a veranear después de sus agotadoras jornadas de trabajo, y para movilizarse, especialmente los fines de años, hacen uso de los buses de transporte público,  cuyos pasajes que costabanm por ejemplo, 7.000 pesos,  ahora se los han subido a 14 y 21.000 pesos por persona. ¿Quién controla esas estafas de los buseros  para  con los  pobre trabajadores?

¿Y el Estado ? Está muy bien, gracias.  Como siempre los lindorfos ,tienen carros propios. Y cuando no, usan los del Estado también.

Los diputados que no representan a nadie, legislan a espaldas del pueblo, Ni siquiera tienen la valentía y decencia de levantar sus voces de protesta por el abuso de autoridad en contra de los mapuche, pascuenses y aquellos comerciantes honrados que se ganan la vida, vendiendo mote con huesillos cuando vienen unos desalmados y salvajes carabineros y le tumban sus carritos, derramando su contenido en plena vìa pública, dejando a esa pobre gente en un mar de làgrimas.

¿Honorables diputados, para que se les eligió a ustedes si no son capaces de protestar por el abuso innecesario de autoridad.? Y conste que no estamos hablando de hechos aislados, sino más bien de hombres que ingresan a la institución sin ninguna preparación; da la impresión de que no son sometidos a exámenes psicológicos, para saber si son aptos para el desempeño de una función tan delicada como es la de tratar con el público. Porque generalmente a quienes estos carabineros detienen y apalean son gente del pueblo, porque raramente se detiene a un abusivo, borracho y drogadicto de cuello y corbata, que si los hay  y en abundancia (y que disimulan lo más visible la violencia intrafamiliar).

Estamos los chilenos viviendo a la deriva sin saber a que puerto arribar, porque el faro del Estado esta totalmente apagado y a la brava tratan de intentar de formar una nueva derecha, que en ningún caso será tan nueva, ni tan derecha, porque Chile es un país gobernados por troncos viejos. Y no solo de derecha, ya que en la izquierda es peor la hecatombe; allì cada cual jala agua para su molino y trata de revivir a una Concertaciòn que està muerta en vida y con làpida de defunción: “Aquú yacen los retdsos de los traidores concertacionistas".

Los chilenos estamos enfermos y nuestra enfermedad es una enfermedad de conciencia, como decía mi cardióloga: si los chilenos no se cuidan, quién los va a cuidar a ellos.

Ha llegado el tiempo de reflexionar, de pensar y de iniciar una nueva vida, y para ello necesitamos saber que si no tenemos conciencia de nuestra enfermedad, dificilmente nos vamos a curar y seguiremos lamentándonos de las enfermedades que nos agobian.

Y para mejorar nuestra salud, necesitamos hacer realidad una Asamblea Constituyente, con la participación de todos los chilenos.Y dejar allí establecido —con letras de fuego— la dieta que necesitamos para que funcione nuestra conciencia, en la seguridad que seremos capaces de curarnos nosotros mismos sin esperar que otros sean los que estén preocupados por nuestro estado de salud fìsica y espitual.
 

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