Chile: Terremoto e incendio desnudan desigualdad
Primero fue el terremoto en Iquique, norte de Chile. Esta semana el incendio en Valparaíso, en el centro del país. Distintos fenómenos que siempre tienen a un principal afectado, los pobres. Son ellos los que no pueden elegir dónde vivir, ni construir viviendas adecuadas. En Iquique fueron destruidas 10 mil viviendas, 3 mil en Valparaíso. Ahora la Presidenta Michelle Bachelet ha prometido un “plan maestro” para reconstruir esas viviendas.
Como una paradoja del destino pero que encierra muchas claves del mundo actual, en el año 2003, la ciudad de Valparaíso fue declarada -por UNESCO- Patrimonio de la Humanidad. La belleza de la postal de aquellas viviendas “colgadas” de los cerros fue uno de los motivos invocados. El agua escasa, las calles angostas y pequeñas quebradas cubiertas por basurales hicieron lo suyo y el fuego fue imparable. Las demasiado modestas casas, construidas –sin ton, ni son- por viejos y nuevos habitantes alimentaron las llamas y cuestionaron la hipocresía de regímenes, como el chileno, puestos como modelos de crecimiento y democracia. Ardieron más de mil hectáreas, el saldo reconoce –además de las viviendas- 15 muertos y 11 mil personas sin hogar. Como suele ocurrir en estas situaciones la solidaridad se manifestó en toda su magnitud. Unos 15 mil estudiantes, de diferentes puntos del país acudieron a Valparaíso. Queda para la reflexión individual encontrar las razones por las cuales esa solidaridad juvenil no tiene continuidad en las políticas estatales y los modelos económicos.
La historia de Valparaíso es de recurrentes incendios, un promedio de dos por año, a tal punto que los mapuches le dan el nombre de alimapu (tierra arrasa por el fuego). De modo que nadie puede invocar “sorpresa”. Lo que hay, se repite en muchos otros pueblos y lugares, es desidia, desinterés, hasta que la realidad muestra su rostro más doloroso.
Juan Guahán