Chomsky: Cómo reconocer a la «nogente»

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Tampoco supimos nada de los cientos de otros detenidos en prisiones israelíes durante largos periodos sin haber sido acusados formalmente. Entre esos prisioneros anónimos están los hermanos Osama y Mustafa Abu Muamar, civiles secuestrados por las fuerzas israelíes que atacaron Gaza el 24 de junio de 2006, al día siguiente de que Shalit fuera capturado. Los hermanos estaban "desaparecidos" en el sistema penitenciario israelí.

Al margen de lo que pensemos de capturar a un soldado de un ejército que nos ataca, secuestrar civiles es un delito mucho más grave. A menos, claro, que esos civiles sean simples nogentes. Ciertamente, esos delitos no se comparan con muchos otros, por ejemplo, con los crecientes ataques a ciudadanos israelíes beduinos, que viven en el Neguev, en el sur del país. Los beduinos israelíes están siendo expulsados conforme a un nuevo programa, destinado a destruir decenas de aldeas beduinas, a las que habían sido trasladados anteriormente. Por razones benignas, por supuesto. El gabinete israelí explicó que se crearían ahí 10 asentamientos judíos "para atraer nueva población al Neguev". Es decir, para remplazar nogentes con gente legítima. ¿Quién puede ponerle alguna objeción a eso?

Esa extraña especie de nogentes puede encontrarse en todas partes, incluso en Estados Unidos: en las prisiones que son un escándalo internacional, en los comedores públicos, en los deteriorados barrios bajos. Pero los ejemplos son engañosos. La población mundial en su conjunto vacila al borde de un agujero negro.

Tenemos recordatorios cotidianos, incluso de incidentes muy pequeños. Por ejemplo, el mes pasado, cuando los republicanos de la Cámara de Representantes estadunidense bloquearon una reorganización, prácticamente sin costo, para investigar las causas de los extremos climatológicos de 2011 y proporcionar mejores previsiones.

Los republicanos temieron que eso fuera la punta de lanza de la "propaganda" del calentamiento global, un no problema según el catecismo recitado por los aspirantes a la nominación de lo que hace años era un auténtico partido político.

¡Qué pobre y triste especie!

*Profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Cambridge, Massachusetts.
 

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