Crisis económica y política en Europa y el retorno de viejos fantasmas

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Los franceses votaron el domingo pasado. Sus resultados demostraron que la crisis económica no viene sola. En una primera aproximación -muy general- a los números éstos parecen responder a una lógica tradicional. El Presidente Nicolas Sarkozy fue derrotado por el candidato de la oposición –el socialista Françoise Hollande- y ello, muy probablemente, será ratificado en la segunda vuelta.

Hasta allí, si bien no es común –en Francia- que un Partido sea desalojado del gobierno en el primer intento de reelección, todo parece normal. La explicación no es tan sencilla cuando nos adentramos un poco más en los guarismos electorales. La tercera fuerza –encabezada por Marine Le Pen-, nacionalistas de derecha según la caracterización que se suele dar en las lecturas políticas tradicionales, sacó cerca del 20%. A esto hay que agregarle que otras dos partidos (izquierdistas y ecologistas), que también crecieron y cuestionan al sistema político tradicional, sumaron otro 20% del electorado.
Ante estos resultados los famosos “mercados” manifestaron –al día siguiente-  su descontento, con una fuerte baja en la cotización de las acciones de varias empresas.
Francia mostró, una vez más, que en Europa hay hartazgo. Parece que no solo están cansados de los fastuosos festejos de Silvio Berlusconi, de las aventuras sexuales de Dominique Strauss-Kahn o de las infelices cacerías de elefantes –en África- del Rey de España. Estos hechos solo exhiben la inmoralidad de sus dirigentes y retroalimentan un sistema que –para reproducirse y mantener su impunidad- se aprovecha de estas imbecilidades. La mayor desazón de grandes sectores radica en que no encuentra diferencias sustanciales entre las fuerzas políticas que gobiernan y sus “naturales” alternativas. En los países más importantes de Europa no hay grandes diferencias entre “oficialismo” y “oposición”. Esta sensación de “cansancio” porque consideran que “todos son iguales” aparece en el horizonte de Francia y varios países europeos. El dato inquietante es la emergencia de fuerzas que suelen caracterizar como un “populismo nacionalista de derecha”. En general estas fuerzas comparten algunos valores nacionalistas como por ejemplo: un fuerte rechazo a la inmigración extranjera, particularmente hacia los musulmanes; un sentimiento crítico hacia el euro y la unidad europea. En algunos casos como el reciente de Francia eso va acompañado de una oposición al FMI, a la OMC, a la participación en la Alianza con Estados Unidos en la OTAN y la búsqueda de un acuerdo con Rusia, país del cual tienen actualmente una fuerte dependencia energética (el mismo acuerdo que procuró hace años Charles de Gaulle).
Un desmenuzamiento del voto francés trae otros datos llamativos, el partido nacionalista tuvo fuerte apoyo en los jóvenes y fue el que recogió el mayor número de votos entre los obreros franceses, preocupados por la pérdida de sus puestos de trabajo.
El crecimiento de este tipo de fuerzas, ahora reflejado en Francia, es un dato de todas las últimas elecciones europeas, veamos algunos porcentajes electorales alcanzados por esta corriente: Austria 28,2%; Suiza 26,6%; Noruega 23%; Finlandia 19%; Hungría 16,6%. También tienen un peso importante en los parlamento de Dinamarca, Holanda, Suecia.
Mientras tanto sigue avanzando la crisis económica, la causa de esta nueva situación en el panorama político y social de la Europa de nuestros días. Se han conocido nuevos datos sobre la situación española que son francamente alarmantes. La nueva política de Mariano Rajoy, abaratando el costo de los despidos, está dando sus frutos: Cada día que pasa hay más desocupados. Hoy uno de cada cuatro españoles está sin trabajo, son -en total- más de 5 millones y medio de personas. Si hablamos de los jóvenes, tenemos que uno de cada dos carece de trabajo, con una economía en franca recesión.
Según opinión del Primer Ministro, David Cameron, a Inglaterra “llegó un tsunami sin advertencia”. Se trata de la noticia que ese país, durante el primer trimestre de este año, también entró en recesión. A pesar de hallarse fuera de la zona del Euro padece una crisis semejante a la del resto de los países de la eurozona.

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