De todos modos está frita. – AVE AL HORNO ¿O A LA CACEROLA?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Quiero decir, tragedia es –usamos la misma fuente–: «Obra dramática cuya acción presenta conflictos de apariencia fatal que mueven a compasión y espanto, con el fin de purificar estas pasiones en el espectador y llevarle a considerar el enigma del destino humano, y en la cual la pugna entre libertad y necesidad termina generalmente en un desenlace funesto.»

No olvidemos, por si viniera al caso, que tragedia también quiere decir «Tener un fin desgraciado.»

Los conflictos que mueven fatalmente a compasión y espanto anclan en la certeza de que el animal humano no puede librarse de los que los dioses han dispuesto para él; la libertad es un mito y por ello las pasiones de los personajes –que son su vida– mueven a compasión y espanto: o sea: son una lección a aprender. Que no se aprende.

Como la que, claro, a sus 20 años, el joven subteniente Santelices ni siquiera podía imaginar que existiera. Recién dejada atrás la adolescencia el hoy general activo –o que hasta hace pocas horas (se escribe el jueves siete de febrero de 2008) lo era– aportaba su entusiasmo juvenil a la lucha contra el «demonio comunista» que intentaba liquidar a su país. 14 masacrados en el desierto y en el lugar hasta el que él con porfiada disciplina los llevó, son la huella –en este caso particular– de su obediencia debida.

Nadie odia a Santelices. Nadie felicitó al rey que se acostó con su madre. Sólo que Edipo se sacó los ojos y Santelices ascendió a general. ¿Entienden lo que es una tragedia?

La farsa corre por cuenta de los payasos-polluelos de mamá Oca.

Luego de esconder las garras, uno de esos polluelos (el término polluelo tal vez no sea el más adecuado, pero lo utilizamos para señalar que es menor, en poder, que mamá Oca y que de ella depende su situación, sueldo, auto, secretarias and so on –).

Si no fuera así estaríamos ante una doble tragedia o chiste chileno. Uno de esos atrevidos pajarillos señaló, sin que temblara uno solo de sus músculos faciales, sometidos probablemente a masajes anti envejecimiento, que no tenían en La Moneda la menor idea del historial del general en cuestión.

Cuando la tragedia se devela mentira significa que siempre ha sido farsa; en la farsa no cabe respeto para nadie. Ni siquiera para aquel que, pillado, tuvo –reconocerlo no es aplaudirlo– los buenos modales de renunciar, pero a la jubilación y otras gracias ¡eso sí que no! Tampoco recupera la memoria, a cambio mantiene el perfecto planchado de sus pantalones militaricios. Y el peinado.

TranSantiago dejó de ser trágica estafa para convertirse en ejercicio actoral del ministro a cargo de la comedia. Las gentes –como suelen decir para referirse a esos idiotas de a pie que les pagan los sueldos– actúa de partiquinos en una pieza innoble que, lejos de mejorar su estructura, enseña la podredumbre de sus vigas maestras y contables.

En febrero, mes de vacaciones generales, arrulla desde la tele la prole de mamá Oca: el usuario espera apenas cuatro minutos el paso del bus. Je. El sistema de transporte en febrero tiene un 50% menos pasajeros que en tiempo de trabajo y colegios. Y, a propósito, ¿qué ha sido de las cuantiosas multas extendidas por no prestar el servicio contratado, se han pagado y cobrado?

¡Qué bueno!

Por el sur siguen en la ilegal tarea de echar abajo árboles e invadir propiedades para «hacer estudios»; los estudios son de terreno para construir represas; sólo que cada año hay menos agua. Nadie ha visto los estudios y proyecciones del régimen de lluvias; bue: la Concertraición tampoco vigila otras cosas.

¡Pobre mamá Oca! Si entre junio y julio llega la hora de los chanchos (y más de uno comparte el corral con las aves), el otoño podría ser la de los palmípedos.

Farsa o tragedia. ¿Se atreve a elegir?

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