Desde Guatemala: – MOMENTOS, UN ALTO EN LA JORNADA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

a)

Proximidad

tibieza,

labios suavemente delineando sobre el cuello una clave

de ilusión, de promesa, de fluidez

Ensayan las manos variaciones

sobre el teclado de la piel

y oleadas se desprenden

invaden el cuerpo, olvidan el derredor

dan vueltas

El mundo pertenece a dos, es dos, luego uno, luego dos y así el juego sigue

La danza ha dado inicio:

de un gesto se pasa a otro y a otro y así

el movimiento se instaura, sigue la cadencia del amor,

cuando todo se inflama, rezuma un calor creciente, ambicioso, sediento,

cuando la exploración del otro tiene dos pares de ojos que se cierran

para dejar llevarse por el mar de los sentidos

y mientras los cuerpos se anudan y desanudan, se trasladan, conducen, llevan
y traen algo en lo que cada uno se convierte sin remedio, sin freno ni control

Y cada uno se pierde, dichoso…

y se vuelve a encontrar tiempo después

mirándose a los ojos como si se tratara de seres nuevos,

perdidos y reencontrados

con un ademán de sorpresa y un delicado rubor en las mejillas

b)

Pasos, un sendero… en el trayecto un olor,

profundo, delicioso, que todo lo toma, que todo lo invade,

que nos penetra como un espíritu, al alma

y permite a la memoria reaccionar y disfrutar a los sentidos

es algo tan impalpable y poderoso, tan de aquí, tan de otro mundo.

Pero la evanescencia tan pronto está, como se desvanece, tan pronto impregna, como desaparece y ¿quien pensaría que una flor puede ocasionar tal efecto?

c)

De la constancia, la habilidad, el saber hacer que se heredó y se despliega sin pretensiones, con ánimo nutritivo, de encuentro y fiesta o sólo por el gusto de preservar la especie, entre otras cosas.

Uno puede disponer primero del gusto de hacerlo, de los preparativos, de ir encontrando los ingredientes adecuados, de repasar la receta a fin de no olvidar el procedimiento: que si batir, que si sazonar, que si cortar en finas partes, en trozos gruesos, en rebanadas, que si sofreír o marinar, que si dejar unos minutos con una cobertura a fin de encerrar el calor o bien permitiendo escapar los vapores que llaman y agitan el apetito.

Y la llamada para acudir en familia, en pareja, entre amigos.

La mesa dispuesta, la mesa que a todos nos une en un rito diario, que no por repetido y necesario deja de producirnos gusto. Y mientras las viandas, humeantes, son servidas unas luego de otras, el sabor se nos empieza a meter en la boca, y nos calma los reclamos del hambre, tan exigente, mientras que a la vez nos permite disfrutar eso que se desprende de aquel conjunto, que se topa y diluye en el paladar, y nos provoca un verdadero disfrute y nos calla o nos pone comunicativos y conversadores, mientras se suceden los trocitos, las cucharadas, los líquidos que calman la sed.

¡Dese por satisfecho pues!

d)

El desarrollo de una idea,

su exposición coherente, organizada,

los argumentos empleados, el lenguaje preciso que pone en relieve los matices,

muestra la complejidad, sus relaciones…

que más da si se trata de una lectura o un debate, análisis al fin que nos permite conocer, descubrir una perspectiva distinta de nosotros, del mundo, del universo entero.

Después de todo, ¡es tan placentero saber!

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* Antropóloga.

Textos publicados originalmente en la revista La Cuerda.

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