»Día de las madres». – ¿CONTRIBUYÓ CON SU MONEDA PARA EL MERCADO?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

¿FELIZ MADRE POR UN DÍA?

El gusano corroe hasta la medula de la planta hasta ultimarlo. El consumismo, como el gusano ha ingresado en los predios más sensibles del ser humano: el sentimiento.

Las necesidades básicas como el alimento, vestimenta, salud, vivienda, educación en los países tercermundistas, resisten con hermetismo y ascetismo.

Francisco Vásquez Carrillo*

El mercado se impone, la libertad económica expone su cinismo. El consumismo, ingresa para extraer los magros ingresos que pueden disponer, sensibilizados por ?El día de la Madre? y entonces se ven presionados para gastar en tarjetas, flores y regalos aterciopelados que ofrece el mercado.

El marketing es una estrategia para vender a incautos. Apela al sentimiento para sensibilizar a aquel que tiene o no, comprometiéndolo salir de compras. El consumismo hace sentir al sujeto en un pervertido, insensible y culpable del mal momento que pueda pasar el homenajeado sino compra un presente. Hay un mercado que se presenta encandilador y victima y un comprador convertido en un victimario si no va de compras.

La cadena no queda ahí. La Madre a causa del bombardeo mediático, espera un presente de sus hij@s, muy a pesar, que se piense que ella sólo espera un abrazo y un beso sincero. Al mercado no le importa la satisfacción de las necesidades básicas y espirituales, le importa alimentar el lucro particular sin importarle la situación real del sujeto comprador.

La globalización y el neoliberalismo juntos, exigen regalos de todo hij@ a su madre. El mensaje directo y sin sublimidades, desaparece las palpitaciones del corazón de dos seres que deben amarse, respetarse y luchar por superar sus problemas económicos y derechos humanos insatisfechos.

Los mercaderes estarán felices, me refiero a las transnacionales, no por nuestra madre abnegada, sino por los millones que habrán acumulado en sus cuentas bancarias.

La Mamapacha, madre Tierra; madre de todos los seres vivos representó para los antiguos andinos un respeto diario. La mujer, nuestra madre humana es la responsable de nuestra vida y del aprendizaje de nuestros primeros pasos, palabras, alegrías, sufrimientos, errores y logros. El ser humano jamás podrá retribuir o pagar a la madre por la disposición y desprendimiento que en lo más profundo desea ver a sus descendientes superarse día a día.

Fenómeno, sólo comparable con la madre Tierra, que ha dejado sobre su epidermis la libertad para vivir sobre ella; pero ahora sabemos gracias a la audacia industrial y afán lucrativo estamos envenenándolo al punto de hacerlo colapsar. Existen sociedades y hombres que por fines de rentabilidad sacrifican el futuro de los demás. Como habemos hijos que olvidamos el origen de nuestra existencia y el sacrificio de la madre, y nos recuerdan los comerciales, justo para el Día de la Madre para golpearnos el pecho un solo día, en vez de los 365 del año (un alivio para la gran mayoría).

De algún modo la historia de la madre, es la historia del nivel de desarrollado de las sociedades. Ella generó el descubrimiento de la agricultura, que devendría en la primera revolución de la humanidad. La madre como la mujer en general, ha sido postergada por la familia, la sociedad y el estado que le ha impuesto un lugar decorativo, de segundo orden cuando es la columna vertebral de la familia.

Es la proletaria de la familia.

El machismo, se camufla en los mercados para colocarlos a nuestras madres en un pedestal sentimental por un día, y luego relegarlos a la intemperie, impidiéndole a su natural derecho a ser protagonista del desarrollo de la humanidad.

Los felices de ésta campaña serán las transnacionales, no por las abnegadas madres, sino porque habrán logrado aumentar sus depósitos bancarios.

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* En http://espanol.groups.yahoo.com/group/accion_educativa.

EL DÍA DE LAS MADRES Y LOS TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN

Maribel Castillo

Tradicionalmente el mundo de las mujeres ha sido el de lo doméstico, de lo cotidiano: los quehaceres de la casa,la atención a los niños, la atención al marido y todas aquellas relaciones sociales necesarias para el funcionamiento de la casa.

La situación económica de las grandes mayorías de la población ha forzado a la participación a la mujer en la esfera de la producción; en nuestro país, según datos oficiales el 94% de las mujeres que trabajan está concentrado en ocupaciones de baja calificación y remuneración, desempeñando actividades ligadas a su rol tradicional, reproduciendo a nivel social aquello que se da en la familia.

La constación de que la subordinación y explotación de las mujeres se ven agudizadas por las condiciones sociales ,económicas generales, es un factor de gran importancia en el proceso de toma de conciencia y participación de las mujeres. Por ello es importante discutir temas que nos preocupan: la pareja, los hijos, la educación,, el papel de la organización,la influencia de la iglesia, de los medios de comunicación,los partidos políticos,instituciones privadas, el gobierno.

La lucha por la liberación de la mujer es una lucha que esta unida a la lucha por la liberación de la clase trabajadora y de todos los sectores oprimidos; es una lucha por la construcción de una sociedad nueva, justa e igualitaria.

Así que no nos vean como las sufridas madres esperando un regalo por el » Día de las madres», somos mucho más que eso, en toda revolución o proceso revolucionario, el papel de la madre trabajadora, ha jugado un rol protagónico y heroico.

En la historia de las luchas de nuestro pueblo, la participación de la madre obrera, campesina, indígena ha sido, y sigue siendo, la parte complementaria de toda la gran lección de heroicidad y valentía que nos han legado nuestros padres.

Todas, mujeres y madres combatientes de nuestro pueblo que lucharon al lado de sus compañeros e hijos en situaciones muchas veces adversas y arriesgadas. Todas lucharon consecuente, firme y decididamente por su pueblo. De la misma manera podríamos nombrar a muchas mujeres y madres heroicas y valientes de todos nuestros pueblos hermanos del mundo.

Carlos Marx escribió en unas de sus obras cumbres que: «Por eso, el trabajo de las mujeres y los niños fue la primera palabra de la aplicación capitalista de la maquinaria. Este poderoso sustituto de trabajo y de obreros se transformó inmediatamente en un medio para aumentar el número de asalariados, colocando a todos los miembros de la familia obrera, sin distinción de sexo ni edad, bajo el dominio inmediato del capital. El trabajo forzado al servicio del capitalista usurpó no sólo el lugar de los juegos infantiles, sino también el trabajo libre dentro de la esfera doméstica, dentro de los límites morales, para la propia familia».
(C. Marx, El Capital. Madrid, Akal Editor, 1976, Vol I, Tomo II, pág. 110).

El capitalismo termina destruyendo la familia, esa unidad biológica indispensable en la sociedad burguesa. Como el salario del hombre, sostén de la familia, resultaba insuficiente para cubrir las necesidades de la misma, la mujer se ve obligada a su vez a buscar trabajo remunerado. Año por año, día tras día, fue creciendo el número de mujeres pertenecientes a la clase trabajadora que abandonaban sus casas para ir a nutrir las filas de las fábricas, para trabajar como obreras, a veces como lavanderas o como criadas.

En la actualidad, desde las primeras horas de la mañana, la mujer trabajadora corre apresurada para llegar a su trabajo; por la noche vuelve precipitadamente a casa para preparar los alimentos y hacer los quehaceres domésticos indispensables. A la mañana siguiente, después de breves horas de sueño, comienza otra vez para la mujer su pesada carga.

No puede, pues, sorprendernos, por tanto, el hecho de que, debido a estas condiciones de vida, se deshagan los lazos familiares y la familia se disuelva cada día más. Poco a poco va desapareciendo todo aquello que convertía a la familia en un todo sólido, todo aquello que constituía sus seguros cimientos, la familia es cada vez menos necesaria a sus propios miembros y al Estado. Las viejas formas familiares se convierten en un obstáculo.

En nombre de la igualdad, de la libertad y del amor, todas las mujeres trabajadoras y todos los hombres trabajadores, entreguémonos al trabajo de construir una sociedad humana socialista, para asegurar que cada persona tenga la felicidad a la cual tiene derecho. Construir el socialismo significa construir una gran familia universal de trabajadores, en la cual, hombres y mujeres, serán ante todo compañeros. Éstas serán las relaciones entre hombres y mujeres en la nueva sociedad.

Estas nuevas relaciones asegurarán a la humanidad todos los goces del llamado amor libre, ennoblecido por una verdadera igualdad social entre compañeros, goces que son desconocidos en la sociedad comercial del régimen capitalista.

En éste día de homenaje a la madre, doy un saludo especial a las Madres de nuestros pueblos, a las Madres trabajadoras que con conciencia de clase proletaria vienen forjando los cimientos y las bases de nuestra libertad, de una nueva vida, de una nueva sociedad.

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De CONFEMEC del Azuay..

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