El PIB verde o la economía y su esencia perdida

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En estos tiempos estamos en presencia del fracaso de la economía como una ciencia que busca la mejor asignación de los recursos para satisfacer las necesidades de los hombres. La expansión acelerada del malestar por sobre el bienestar, en todas las esferas de la vida humana, han dejado caer en un pozo las propuestas económicas basadas en una fe ingenua, por creencias que los mismos economistas se han preocupado de construir a lo largo de la historia, pretendiendo armar un cuerpo conceptual coherente y lógico.

Este conjunto de ideas ha construido instrumentos que sirven a la economía para validarse a sí misma, pero que en poco o nada contribuyen a la ansiada meta de conseguir el desarrollo y el bienestar de la población.

Un ejemplo claro es el de las Cuentas Nacionales, instrumento mediante el cual una nación registra contablemente sus principales movimientos económicos. El Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) es un modelo analítico e integral que proporciona una descripción del proceso económico y de la estructura del aparato productivo, así como de sus cambios a través del tiempo. La sistematización periódica de las Cuentas Nacionales ha hecho posible que los países puedan conocer el comportamiento de sus principales resultados económicos como la producción, el consumo, la inversión, así como el ingreso nacional.

En cuanto a la problemática ecológica, las críticas que cuestionan el SCN, no ponen solamente el acento sobre los límites internos del sistema, en el sentido de que este estaría reflejando efectivamente el bienestar de una población, sino también sobre sus fundamentos teóricos, que muestran a la actividad económica y productiva como un sistema cerrado y autosostenido. Por ello una de las críticas más fundamentales, desde la perspectiva de los problemas ambientales -y que es parte de un consenso ampliamente extendido- es que el agotamiento de los recursos naturales no es considerado como depreciación, entendida ésta como consumo de capital natural.

En el SCN el agotamiento de los recursos naturales aparece contabilizado en la producción. Por lo tanto, la explotación de recursos naturales y su agotamiento tienen el efecto de aumentar el indicador de crecimiento, el Producto Interno Bruto (PIB) y de allí que, mientras más se exploten tales recursos y mayor sea su tasa de agotamiento, mayor será el éxito económico y el bienestar asociado a los indicadores de crecimiento.

La hipótesis de que los recursos naturales son ilimitados y perfectamente substituibles, con la que han trabajado hasta hoy los sistemas de contabilidad macroeconómica y, en general, la teoría económica moderna, esta siendo fuertemente cuestionada.

Por ejemplo, un país que explota sus recursos pesqueros de manera irracional verá aumentado su ingreso, sin hacer ninguna corrección por el agotamiento de su capital natural. Al mismo tiempo este país podrá autorizarse más elevados niveles de consumo sin que ellos puedan ser mantenidos una vez que se agoten sus recursos naturales, a menos que se encuentre algún otro recurso natural para explotar. En este contexto, los indicadores que aporta el SCN no permiten orientar un auténtico desarrollo sustentable.

Si los recursos naturales son tratados como bienes de capital, vale decir, si se trabaja con un concepto de capital más amplio -que incluya al capital natural- y no sólo con el capital físico construido por el hombre, será necesario ajustar el indicador del PIB a medida que los recursos naturales sean extraídos. Para el caso de la industria pesquera, si se corrige de esta manera se obtiene un PIB ajustado o el «PIB verde» de la industria pesquera.

En un intento por lograr avances en esta materia Oceana procedió a contabilizar la utilización de los recursos pesqueros durante la década de los noventa, a fin de ajustar el Producto Interno Bruto Pesquero. De acuerdo a nuestros cálculos la mayor pérdida patrimonial, correspondiente a la depreciación de las biomasas pesqueras, corresponde al año 1996, que ascendió a casi 67.000 millones de pesos1. Le sigue la pérdida de 1993, que superó los 63.000 millones de pesos.

Por lo tanto el «PIB verde» del sector pesquero chileno es la diferencia entre el PIB corriente del sector y la valoración de la depreciación de las biomasas. La principal conclusión del estudio de Oceana es que el PIB tradicional sobreestima el PIB corregido por la depreciación del capital natural marino para siete años, de los diez considerados.

Aunque este resultado es robusto, sólo indica una tendencia, ya que el ajuste realizado de todas maneras no alcanza a medir los reales impactos de la actividad pesquera sobre el capital natural. Para tener una medida mucho más cercana a la realidad es necesario contar con una metodología mucho más sofisticada todavía no desarrollada teóricamente, y tener mayor y mejor información estadística, sobretodo en lo referente a los cálculos de stocks de biomasas pesqueras, que en Chile son bastante precarios.

1 En estos días el dólar estadounidense se cotiza en alrededor de 570 pesos chilenos.

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* Economista. Océana, Oficina para América del Sur y Antártica (www.oceana.org).

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