El saber esotérico

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Nieves y Miro Fuenzalida.*

La atracción esotérica, la retirada de la razón y la vuelta del ocultismo y el irracionalismo, como algunos sospechan, tal vez  radique en la pérdida de confianza en los símbolos establecidos, en el cansancio con el modelo cognitivo de la realidad. Durante la década de los setentas, la industria del entretenimiento, dándose cuenta de  la irresistible atracción del ocultismo, le dio una dimensión popular que había perdido durante la edad del positivismo desencadenando una proliferación de prácticas místicas, ocultas o sagradas que empezaron a poner en duda la creencia de que una creciente secularización acompaña al modernismo.

Uno muy bien podría preguntarse si esta atracción se debe a una pura manipulación mercantil o si hay algo más en ellas que valdría la pena mirar otra vez.
 
No es extraño que en una cultura tecnocráticamente racionalista el ocultismo, el esoterismo y las sociedades secretas sean fenómenos que por mucho tiempo hayan quedado relegados al margen de los estudios sociológicos que consideran a la cultura esotérica como el único ámbito que proporciona significado y orientación en el mundo cotidiano.

Y sin embargo, si quisiéramos lograr una aproximación más sofisticada en la comprensión y cambios de los sistemas culturales, va a ser bien difícil seguir ignorando a la cultura esotérica y la creciente presión de los cultos religiosos que empiezan a competir con  el “establishment” tecnocrático.
 
A pesar de que esoterismo y ocultismo son términos intercambiables en el uso general, la relación entre uno y otro es análoga a la que hay entre la física teorética y la ingeniería. Ocultismo se refiere a prácticas, técnicas o procedimientos que presuponen fuerzas ocultas o escondidas en el cosmos que no pueden ser medidas o reconocidas por los instrumentos de la ciencia moderna.

El conocimiento de estas fuerzas y sus prácticas no son publicas y su transmisión opera en forma ritualizada dentro de un grupo selecto y jerarquizado de miembros que son sometidos a una serie de pruebas antes de ser aceptados. Esotérico se refiere al sistema secreto de creencias filosóficas, al mapa cognitivo de la última realidad en que las técnicas y prácticas ocultas se basan (“magnum opus”, “sub rosa…”) En otras palabras, como dice Edward Tiryakian (Duke University) conocimiento divino, teosófico  de los misterios de la última fuente de poder al que sólo unos pocos iniciados tienen acceso.
 
La relación entre la cultura esotérica y la modernización occidental es bien curiosa. A pesar de que muchos aspectos de la modernidad y de la ideología de la modernización se originaron en la cultura esotérica, es este mismo proceso de racionalización científica e industrial el que redujo a la cultura esotérica a un movimiento subterráneo y marginal.  El modelo cognitivo básico de una realidad subyacente oculta constituida por fuerzas que están  en constante movimiento y tensión es central al pensamiento esotérico y totalmente diferente a la visión armónica, estable y estática que encontramos en  la actitud tradicional.

La ideología de la modernización que evalúa positivamente lo nuevo en contra  de lo antiguo, que ve el despliegue del presente como la liberación del yugo del pasado, es originalmente la ideología de un nuevo orden de cosas en la que es posible encontrar, en su centro mismo, la influencia esotérica.

De acuerdo a los registros históricos entre los siglos XVIII y XIX los Illuminati Weishaupt de Bavaria, la masonería en Francia, Sinn Fein en Irlanda y los Carbonari en Italia y Francia, entre otros, fueron vehículos de protesta con una ideología nacionalista, republicana y anticlerical alimentada por la imaginación y los símbolos de la concepción esotérica de la realidad, especialmente aquellos relacionados con la liberación del hombre de los yugos de la oscuridad extendiendo su influencia al nuevo mundo al que ayudo a romper la dependencia colonial.

Todavía podemos encontrar sus remanentes simbólicos, por ejemplo, en el dólar de Estados Unidos. En su mayor parte estos movimientos lograron establecer regímenes políticos que parcialmente lograron satisfacer estas aspiraciones. Obviamente no siempre y en todo lugar las sociedades secretas pueden ser clasificadas como progresistas. Su lado oscuro fácilmente lo podemos encontrar en la imaginación reaccionaria del Klu Klux Klan en EEUU, los Cagoule en Francia de 1930 y, como dijeron Pauwels y Bergier en el 68, fueron  influencias esotéricas, como las de la orden Thule, las que jugaron un papel encubierto en la formación del nazismo.

La imaginación esotérica, como la historia muestra, puede dispararse en cualquier dirección, lo que indica que, con su fantástica riqueza de símbolos e imágenes, es multivalente en las expresiones políticas a las que puede dar origen.  
 
La imagen positivista de una realidad objetiva independiente del sujeto humano y medible empíricamente es clave en el proceso de la modernización y aquí también, aunque parezca extraño, es posible rastrear las influencias esotéricas en la forma de símbolos, imágenes, prácticas y cosmologías. En el trasfondo de la psicología profunda, por ejemplo, podemos ver la Cábala y el Zohar y la alquimia y la astrología en la química y la astronomía moderna.

Pero, donde con más claridad es posible ver su influencia como  fuente de cambio e innovaciones es en el arte  de  la cultura “avant-garde” de comienzos del siglo XX cuyos valores fueron los de la libertad radical y la desconfianza de las estructuras que se expresaban en  la actividad y los aspectos nihilistas orientada a la destrucción del orden establecido y a la perpetua innovación y renovación de formas. ¿No es esto, de alguna manera, el intento de legitimar gran parte de lo que se consideraba mitología satánica?

La influencia de los temas ocultos, especialmente los que tratan con lo demoníaco en el desarrollo de la cultura avant-garde, se puede ver, dice Tiryakian, como una protesta literaria y política en contra de la institucionalidad racionalista e industrial del nuevo orden burgués. Esta protesta en contra del modernismo, si recordamos correctamente, fue el tema común del movimiento romántico y es aquí donde el esoterismo proporcionó gran parte de los materiales de protesta en contra del nuevo orden social…. “fuerzas obscuras”, rituales mágicos y el mismo diablo se usaron como símbolos de identificación en contra de los valores burgueses en las obras de los románticos (Novalis, Gautier, Nerval, Byron, Lautreamont, Baudelaire…).

Los temas ocultos continuaron en las generaciones posteriores, en los “poetas malditos” (Rimbaud, Verlaine, Yeats, Thomas Mann y André Bretón, el padre del surrealismo junto a Aragón, Eluard, Naville…) que articularon una protesta artística y un radicalismo político cuyas fuentes de inspiración incluyen Marx, Freud y el ocultismo. Su intención fue la creación de una conciencia que permitiera la irrupción de imágenes salvajes que disturben la sensibilidad al despedazar las imágenes estables que conforman el mundo objetivo del sujeto modernista. Su significancia posterior, como algunos analistas han indicado, la vemos como fuente de inspiración en el movimiento revolucionario en Francia de Mayo del 1968.  
 


 

* Escritores y docentes. Residen en Canadá.

En Mediaisla (http://mediaisla.net).

 

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