«El socialismo del siglo xxi es el allendismo»

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Esteban Silva Cuadra es analista político internacional, columnista en varios medios de Chile, Perú y redes informativas. Durante años trabajó en el Organismo Andino Convenio Hipólito Unanue de la CAN, y posteriormente fue Consejero del Presidente del Perú. Actualmente divide su tiempo entre las causas justas, progresistas y socialistas del continente latinoamericano y África, además de su trabajo como consultor internacional en Perú, Chile y otros países de Latinoamérica.

En lo político es militante del Partido Socialista de Chile. Actualmente es Presidente el Regional América e integra la secretaría de relaciones Internacionales. Junto al senador Alejandro Navarro y otros dirigentes y militantes, vienen de constituir recientemente el Movimiento Amplio Socialista (MAS) que busca recuperar el PS desde la izquierda y ahora postula para ser electo miembro del Comité Central por el Exterior del PS en sus próximas elecciones internas.

-¿Cómo definiría usted la identidad de la nueva izquierda que ha emergido en el continente y tiene la responsabilidad de gobernar en varios países?
-Hace muy pocos años atrás era inimaginable que en América Latina y en el Caribe pudieran llegar por la vía democrática movimientos sociales y de izquierda a los gobiernos. Era impensable porque había la hegemonía incontrarrestable del pensamiento único, había políticas estructurales dictadas por el Fondo Monetario (FMI) Internacional y el Banco Mundial (BM).

La discusión sobre la transformación y el socialismo estaba ausente y no se podía advertir en el escenario de los pueblos una crítica de fondo al neoliberalismo, la búsqueda de alternativas concretas y la necesidad de terminar con la concepción del Estado subsidiario, orientaciones de fondo impuestas nuestros países a finales de los 70 y comienzos de los 80, a sangre y fuego por dictaduras o por la políticas del FMI, particularmente desplegadas en la era Reagan-Thatcher. Es decir, se desreguló y se privatizó con furor la economía y la agenda de los Estados, que cada día eran más reducidos y externalizados.

Mientras caía el muro de Berlin y desaparecía la Unión Soviética, Cuba quedaba nuevamente sola y la revolución sandinista, después años de severo desgaste era derrotada en las urnas. En esa larga y difícil coyuntura global, solo se resaltó hegemónicamente las virtudes de la democracia representativa, enajenándose así, la democracia participativa, el protagonismo popular y consecuentemente con ello, parte importante de los derechos sociales, económicos y culturales de las grandes mayorías, particularmente en los países en desarrollo del Sur .

En ese contexto, y luego de la profunda corrupción y crisis de la llamada IV república en Venezuela, triunfa Hugo Chávez Frías, liderando un vasto movimiento Bolivariano, generando a través de una Asamblea Constituyente una nueva constitución e institucionalidad. Renacionalizando el petróleo y posibilitando un proceso de transformación y protagonismo popular, el que hoy a desembocado, entre otros, en la formulación del socialismo del siglo XXI, la creación del PSUV y en la instalación geopolítica mundial y regional del gobierno de Chávez como un importante referente para los procesos de transformación de esta década.

Otro factor geopolítico relevante es la victoria y reelección de Lula en Brasil, ello es el fruto de un proceso de larga acumulación de luchas y avances de los movimientos de trabajadores y sociales, que dieron origen al Partido de los Trabajadores (PT).

En un país del tamaño de Brasil, con la dependencia y complejidad económica en relación a la economía regional y mundial, Lula representa un cambio muy importante, el ascenso de las demandas sociales populares y de las clases medias y una creciente incorporación del pueblo brasileño al reparto de la torta.

La victoria de Tabaré Vásquez con el Frente Amplio como una alianza de fuerzas sociales y políticas de izquierda y también de centro, expresa una larga acumulación de luchas en el Uruguay. Por otra parte, y con otras características, emergió Evo Morales con el Movimiento al Socialismo (MAS) quién lidera una refundación de Bolivia desde las mayorías y a través de un decisivo e histórico proceso constituyente, absolutamente necesario para avanzar en la transformación de su país. También, en enero del 2007, asumió la presidencia del Ecuador, Rafael Correa con Alianza PAIS y otras fuerzas de izquierda, el cual con un gran liderazgo y hoy con una Asamblea Constituyente instalada y en desarrollo, ha cambiado la correlación de fuerzas en su país para avanzar en una alternativa al neoliberalismo. Si a esto le sumamos la victoria de Daniel Ortega en la Presidencia de Nicaragua, también podemos esperar un cambio progresivo en la correlación de Centro América, el que ya tuvo su primera concreción en Guatemala con la reciente victoria del socialdemócrata Álvaro Colom.

Con la reciente elección de Cristina Fernández de Kichner, Argentina contribuye también, a generar un escenario positivo para el desarrollo y extensión de esta nueva correlación progresista en nuestro continente.

Frente a este nuevo escenario, Chile se encuentra rezagado y los socialistas nos encontramos inmersos en una coalición llena de contradicciones que no da cuenta de este proceso y que no se expresa con la fuerza y definición que requerimos en el gobierno de nuestra Presidenta Michelle Bachelet.

-¿Chile, como contribuye en este proceso político, social y económico?
-Vemos el avance del proceso en lo que representa una mujer socialista con trayectoria como Michelle Bachelet, que asume la presidencia con la necesidad de ampliar la participación social y ciudadana y generar cambios importantes frente a un modelo neoliberal que se instaló en Chile, producto de una dictadura brutal, el que lamentablemente no sufrió una modificación de fondo en su matriz con las reformas establecidas desde 1991, por los gobiernos democráticos encabezados por la Concertación de Partidos por la Democracia.

Por ejemplo, el actual Ministro de Hacienda de la Presidenta Bachelet, el señor Andrés Velasco en un encuentro progresista organizado por los partidarios de la llamada "Tercera Vía" realizado, recientemente en Londres, señaló que el nuevo progresismo es aportar al libre comercio y el crecimiento económico criticando de populistas a todos los nuevos liderazgos emergentes en América latina en clara referencia a Presidentes como Hugo Chávez, Evo Morales y Rafel Correa, entre otros. Sus opiniones trasuntan una profunda concepción neoliberal sobre el crecimiento económico y el libre comercio. Velasco expresa una visión ideológica propia de las nuevas derechas y se ubica claramente en contraposición con lo que él llama nuevos populismos en la región, que es el pensamiento de izquierda en realidad.

Para los socialistas, como partido en el gobierno, el tema que plantea es de fondo. Nosotros lo entendemos exactamente a la inversa de sus planteamientos: El Comercio Justo es Progresista, pero el Libre Comercio No. Primero, porque en el comercio mundial no existe libre comercio está lleno de distorsiones que benefician a los países desarrollados (particularmente del Grupo de los 7) y a los grandes conglomerados financieros y empresas transnacionales.

Los países desarrollados nos piden desregulación y libre comercio, pero practican un alto proteccionismo sobre sus productos, servicios y patentes industriales, financiando gigantescos subsidios a sus producciones y productos en perjuicio de los países en desarrollo como Chile.

Segundo, para que exista un comercio justo, se requiere regular las distorsiones que favorecen la concentración económica y de la propiedad, el monopolio sobre los derechos y patentes industriales, la tecnología y los servicios en el mundo como en Chile. Hay que fortalecer los Estados y sus legislaciones y construir alianzas fuertes en América Latina mejorando nuestra influencia desde UNASUR en las negociaciones internacionales y luego con el resto de los países en desarrollo.

No es posible el comercio justo sin regular a los capitales financieros y especulativos, sin incentivar capitales nacionales con lógica productiva, fortaleciendo la competitividad de las industrias nacionales, particularmente de nuestras PYMES, y recuperar el control soberano sobre nuestros recursos naturales, tales como minería, aguas y pesca, entre otros.

Después de las declaraciones del ministro Velasco, me queda claro que el cambio de rumbo que estamos planteando los socialistas de izquierda hacia una política económica realmente progresista en lo que queda de gobierno de nuestra Presidenta Bachelet, se encuentra muy lejos y por cierto es incompatible con su presencia en el Ministerio de Hacienda.

-¿Cómo se explican las contradictorias alianzas económicas y políticas continentales?
-Es cierto que estamos ante contradicciones. Primero porque los nuevos gobiernos tienen orígenes y tiempos internos diferentes. Unos vienen de fuerzas clásicas e históricas de izquierda, como las del Frente Amplio en Uruguay. Mientras hay otras que son nuevas formaciones políticas y especialmente sociales que rompen y emergen frente a la crisis de las viejas izquierdas. Éste es el caso del MAS en Bolivia y sus procesos de confluencia en torno a lo que es la diversidad que se ha ido construyendo a partir de los cocaleros, los campesinos y los indígenas Tenemos síntesis de confluencias de fuerzas diversas como el Partido de los Trabajadores, donde confluyen desde sectores marxistas de trabajadores y campesinos hasta fuerzas cristianas que llevan a un obrero tornero a la Presidencia de Brasil.

En ese contexto al hablar de la nueva izquierda, nos referimos a un fenómeno impensable, inimaginable hace ocho o diez años. Las contradicciones existentes, expresan la necesidad de un cambio, de una mayor independencia con el centro de poder: los Estados Unidos y sus agresivas políticas imperiales. Vivimos un proceso que está reclamando y pujando por un cambio sustantivo en el mapa de la arquitectura mundial, básicamente en relación al FMI, al BM, a la OMC, con los acuerdos medio ambientales y la ONU en general.

Entonces, ¿se puede hablar de integración y surgimiento de un nuevo pensamiento socialista?
-Veamos lo que pasa en Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas), el ya instalado proceso de integración sudamericano. Sin duda se genera contradicciones, porque como la integración hasta hace poco no era una agenda de los pueblos, sino que una agenda del capital hasta hace apenas cinco años, cada vez que uno plantea, por ejemplo, que tengan más peso las empresas estatales del petróleo y la energía respecto de las privadas; cada vez que se proponen mecanismos de integración de pequeñas y medianas empresas en lógicas de capital productivo asociado frente a las transnacionales, entonces se generan conflictos al interior de la toma de decisión política de los países y en relación con los otros.

Ahí surge la paradoja en el escenario de fuerzas que impulsan la integración, pero que en su propósito, debido al esquema que las antecedió, provocan nuevos debates. Estamos recuperándonos de un proceso que no sólo estaba dormido, sino concentrado en lógicas casi nulas en lo de integración real frente a los ciudadanos y nuestros pueblos Esa recuperación es el gran aporte de esta nueva emergencia de la izquierdas y del progresismo, que irrumpieron también en los salones del poder y en los escenarios oficiales de las Cumbres de Presidentes y Jefes de Estado, dando cuenta de la lucha por un mayor acceso en la redistribución económica y social en América Latina.

Comparemos eso con lo que se decía hace 10 años y cuando había una sola mirada. Se decía que la "utopía terminó", que la izquierda tenía que volverse socialdemocracia y más bien social liberal para sobrevivir administrando sólo lo que se le daba. Eso, sin duda, ha comenzado a cambiar.

-¿El socialismo del siglo XXI tendrá una identidad latinoamericana?
-Eso va a depender de muchos procesos y factores. Por ejemplo, en el caso de Bolivia o Ecuador, que tienen realidades temáticas comunes, depende del avance de sus Asambleas Constituyentes y de con ello lograr constituciones que digan mucho más de la participación ciudadana y la administración de los recursos a favor del conjunto del país, la integración de sectores históricamente marginados. También depende de sus políticas económicas y públicas junto a su capacidad de construir alianzas regionales para generar mejores condiciones para sus respectivos procesos.

En conjunto dependerá de que se materialicen procesos de integración reales, por ejemplo, unas agendas comunes en el tema energético, en la infraestructura conjunta, empresas mixtas públicas. Un ejemplo muy positivo es la constitución y concepción del Banco del Sur.

En el ámbito mundial, hay crecientes confluencias muy importantes entre los pueblos, y determinados Estados del sur tanto nivel bilateral y multilateral. Por ejemplo, la Plataforma de acción del Foro Social Mundial. La discusión sobre la transformación del Sistema de las Naciones Unidas. Es inaceptable que en el futuro sigamos teniendo un Concejo de Seguridad con el veto limitado a unas cuantas potencias o que se desencadenen agresiones e invasiones imperiales como la acontecida en contra de Irak, ignorando toda la legalidad de la ONU. Este es un proceso en curso que reordena el campo de fuerzas internacional.

-¿Existen posibilidades reales de avances de las fuerzas progresistas y socialistas en el continente?
-Siempre hay un riesgo de involución de estas fuerzas democratizadoras En la década de los 70 en casi toda América del Sur tuvimos regímenes de izquierda y conocemos lo que pasó luego en Argentina, Chile, Uruguay, etc. Con los golpes militares gorilas. Por ello éste es un contexto en el que en la medida en que el campo de fuerzas internacionales permita que los países del sur, los países periféricos negociemos con mejores condiciones en temas de un comercio justo, en evitar lógicas como las del ALCA (Acuerdo Libre Comercio de las Américas) frente a lógicas de integración, se podrá avanzar.

En ese sentido, el debate sobre el socialismo del siglo XXI es diverso, plural. Como decía Simón Rodríguez: "O inventamos o erramos". Para ello hay fuentes históricas, procesos que representan la unidad social y política del pueblo que representó e inspiró Salvador Allende en Chile, Tupaj Katari en Bolivia, Lider Seregni en Uruguay, Sandino en Nicaragua, Torrijos en Panamá, Alfaro en Ecuador, José Martí en Cuba, etc, y eso es diverso, no hay una sola fórmula.

Lo que se busca es gestar las condiciones para que todas ellas puedan avanzar. Por eso es fundamental que a unos y otros les vaya bien y, en un mundo global, que se globalicen y se proyecten estas ideas y experiencias.

-¿Cómo actúa el imperialismo en este nuevo escenario?
-Primero, despliegan una alta intoxicación a través del monopolio y la concentración de los medios de comunicación en manos de grandes consorcios. Ellos generan campañas y denuncias periodísticas para decir: "Miren aquí hay dos tipos de izquierdas: una carnívora y otra vegetariana". La primera es la populista, antisistema, que plantea las transformaciones sociales revolucionarias que pone en peligro el capital y apoya todo tipo de subversivos e incluso grupos terroristas. La otra, dicen,-y es la que les gusta mucho- es la que se adapta al capital, que negocia con él abandonando sus propias posiciones y no está dispuesta a realizar grandes cambios. También combinan intervenciones y operaciones concretas, a través de bases militares o procesos como el Plan Colombia. Un ejemplo dramático ha sido el ataque unilateral a territorio ecuatoriano por parte del gobierno de Uribe, apoyado por los EEUU, y luego la operación mediática para validar las supuestas informaciones encontradas en un computador de las FARC con el objetivo de culpar y enlodar internacionalmente a los Presidentes Correa y Chávez.

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