España: portación de cara

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Hace doce años, los marroquíes Ahmed Tommouhi y Abderrazak Mounib fueron condenados en el marco de una serie de agresiones sexuales ocurridas en Cataluña en 1991. Una de las condenas fue anulada en 1997: pruebas de ADN los exculparon, demostrando la culpabilidad de un español -violador confeso, muy parecido a Tommouhi- y un cómplice no identificado.

La historia completa, según los diarios, se encuentra en: www.geocities.com/eva_bobrow/hemeroteca.html.

Aunque era obvio que debían quedar libres, Tommouhi y Mounib siguieron en prisión. «Si no fuéramos pobres y marroquíes, ya estaríamos en libertad», dijo Ahmed Mounib poco antes de morir. Es que -pese las dudas que persisten sobre su culpabilidad- los recursos de revisión presentados ante la Justicia española no prosperaron.

Mounib murió en la cárcel en 2000. Tommouhi sigue en prisión.

La historia tuvo su minuto de fama mediática, pero enseguida pasó al olvido. Solo una persona, Manuel Borraz, un técnico apasionado por la ciencia, que no es periodista ni miembro de ninguna ONG altruista, reparó en que las heridas causadas por esta horrenda injusticia se mantenían abiertas. Y almacenó la información disponible sobre el caso Tommouhi – Mounib en: www.geocities.com/eva_bobrow/portada.html.

Enfrentar al sistema

Borraz ni siquiera conoce a los protagonistas de esta espantosa injusticia, que se mantiene gracias a una mezcla de desinformación, desdén e hipocresía. «¿A quién le interesa defender a un sospechoso de un caso de violación?».

Manuel Borraz desarmó esa falacia y decidió brindar parte de su tiempo para que -dando a conocer el caso- se reestableciera un cierto orden, una cierta dignidad. Para que la verdad, la ética y la solidaridad, más que bellas palabras al servicio de nada, cedan paso a la acción de la Justicia.

Borraz también quiso que este caso sirviera de precedente y de modelo educativo. Para denunciar que, muchas veces -al emitir una sentencia, al evaluar la exactitud de una identificación-, los tribunales invocan criterios absurdos. Y que en esos criterios no se juegan dictámenes intrascendentes (como el que se podría desprender de un astrólogo sobre su cliente) sino que son decisivas respecto del veredicto de culpabilidad o inocencia de las personas.

Borraz escribió un excelente artículo sobre cómo evaluan los psicólogos la confianza, la seguridad, la firmeza de los testigos. En él dice que la palabra de un testigo -por más honesta que sea- no garantiza su fiabilidad. El artículo se titula «El testigo es de Aries, luego usted es culpable». (www.geocities.com/eva_bobrow/seguvsfiab.html. Muy bueno sería que estén enterados de su contenido todas las personas vinculadas con el ámbito de la Justicia. Porque cada minuto que pasa la desnaturaliza, cada hora que pasa la asemeja más a su antónimo y cada día que se agrega la corrompe, convirtiéndola en algo peor que la injusticia.

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* Periodista, editor del portal www.dios.com.ar.
Los archivos a que hace referencia Agostinelli son producto del trabajo de Eva y Roberto Bobrow.

 

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