Evo y el referendo legal: La última palabra la tendrá el pueblo

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Matías Mongan, APM

El 6 de Diciembre del año pasado, en un mensaje dirigido a todo el pueblo de Bolivia, el Presidente de Bolivia, Evo Morales les propuso a los prefectos opositores someterse a un referéndum revocatorio de los mandatos, para así viabilizar una salida democrática a la crisis existente en el país del Altiplano.

“Les propongo a los prefectos conservadores y no conservadores, a los nueve prefectos del país, someternos juntos a un referéndum revocatorio. Que el pueblo diga si están con el cambio o no están con el cambio, que diga si están con el modelo neoliberal, con la privatización, con las subastas de nuestros recursos naturales, de nuestras empresas, o no. No hay por qué tenerle miedo al pueblo”, afirmó enfáticamente en ese entonces el presidente de todos los bolivianos.

Quince días más tarde, el Ejecutivo presentó al Congreso un proyecto de ley que establecía las características de la consulta.

La iniciativa fue aprobada sin modificaciones por la Cámara de Diputados el sábado 15 de Diciembre del 2007. Luego pasó al Senado donde la oposición, al ser mayoría en el recinto parlamentario, decidió archivar la propuesta: debido a que consideraban que el Presidente Morales tenía –en ese entonces- mayores posibilidades de mantener su cargo que los prefectos de la denominada “medialuna” opositora.

Envalentonados por los resultados conseguidos en el ilegal referéndum autonómico realizado el pasado 4 de mayo en Santa Cruz de la Sierra, los cuales fueron desconocidos tanto por la Corte Nacional Electoral (CNE), como por organismos internacionales, la bancada del partido Poder Democrático Social (Podemos) decidió aprobar el proyecto de ley que da luz verde a la realización del referéndum revocatorio.

“Será una decisión del Presidente si la aprueba o la veta, pero créanme que esto no empeora -la situación actual-, por el contrario va a colaborar para que la situación del país mejore”, afirmó el senador opositor Walter Guiteras.

Como quedó demostrado con lo que ocurrió en Santa Cruz; donde los cívicos cruceños llevaron adelante a toda costa una consulta separatista, a pesar de que eran concientes que estaban actuando al margen de la Constitución; a la oligarquía de la medialuna no le importa el proyecto de país que se está gestando hoy en día Bolivia.

Su única meta es sacar del poder a un Presidente indígena, Evo Morales, elegido democráticamente con el mayor caudal de votos en la historia constitucional de la nación del altiplano: 53,7 por ciento. Por eso, recién ahora avalaron el referéndum revocatorio, porque creen que la imagen del Primer Mandatario se está deteriorando a raíz del reclamo autonómico impulsado por un grupo de familias latifundistas que residen en los departamentos del oriente boliviano.

Asimismo, pretenden evitar que en la próxima semana se ratifique en el Congreso a la nueva Constitución Política del Estado, la cual finalmente fue aprobada -a pesar del bochornoso boicot de los partidos políticos de la derecha boliviana a la Asamblea Constituyente- en diciembre del 2007 en Oruro.

A pesar que en un comienzo en el seno del gobierno hacían hincapié en que esto se trataba de una mera provocación de la oposición, que pretende dañar el proceso de dialogo que busca establecer Evo Morales, en una conferencia de prensa realizada en el Palacio Quemado el Primer Mandatario decidió redoblar la apuesta y aceptó el llamado a referéndum aprobado en el Senado.

“He esperado tanto tiempo al Senado para que pueda aprobar el referéndum revocatorio, esta es una forma de profundizar la democracia en nuestro país; como los políticos no podemos acordar-dialogar fácilmente, qué mejor que el pueblo decida el destino del país, el destino de los presidentes, vicepresidentes, el destino de los prefectos”, aseveró Morales.

En caso de aprobar la norma, todo parece indicar que va a ser así, el Primer Mandatario tiene 90 días para realizar el Referéndum revocatorio.

Según sus propias palabras, la iniciativa apunta a que “en Bolivia se profundice la democracia, a definir en la urnas y no con violencia, definir la diferencias de autoridades en el marco de la legalidad y la constitucionalidad y no mediante algunos referéndums donde no se respeta a las instituciones y a las normas vigentes en el país”.

Acompañado de todo su gabinete, para finalizar Evo Morales enfatizó: “Dijimos sí a las urnas y no a las armas, quiero reiterar nuestra posición (…) de someternos al pueblo y que nos diga quién sirve y quién no sirve para gobernar y servir al pueblo boliviano“.

Para que el Presidente dejé su cargo, el índice de reprobación a la gestión del gobierno boliviano deberá superar la cantidad de votos que la dupla Morales-Alvaro García Linera consiguió en las elecciones presidenciales de Diciembre del 2005: 1.544.374

Según el vocero presidencial, Ivan Canelas, esto no va a suceder ya que la administración masista aún cuenta con el total respaldo de los movimientos sociales que lo llevaron al poder: “El Presidente tiene un alto nivel de preferencia en la opinión pública, según las encuestas, aunque no creemos mucho en ellas, supera el 56 por ciento y eso sólo en las ciudades sin contar en el campo”.

Por ahora, los prefectos de la “medialuna”, en una primera instancia, se mostraron predispuestos a formar parte de la consulta.

De acuerdo a un informe del diario cruceño El Deber, los que tienen más chances de ser derrotados y a la postre perder sus puestos, son las autoridades de La Paz (José Luís Paredes) y Cochabamba (Manfred Reyes Villa).

Sus gobiernos departamentales son considerados como verdaderos bastiones del Movimiento al Socialismo (MAS). Sin dudas, el que más difícil la tiene de los dos es Paredes (alias “Papelucho”), quien deberá convencer de las bondades de su gestión al 66,2 por ciento de los paceños que no lo votaron en las últimas elecciones.

El escenario político boliviano adoptó un giro brusco luego de la decisión de Evo Morales de impulsar el referéndum revocatorio. Con esta arriesgada iniciativa el gobierno logró paralizar por el momento el proceso autonómico impulsado por la “medialuna”.

A pesar del miedo de ciertos sectores sociales hacia la consulta, la Central Obrera Boliviana (COB) la calificó como un asunto de “extrema delicadeza”. Sin embargo, el presidente Morales se muestra confiado en que la mayoría de los bolivianos respalde el proceso de cambio que esta llevando adelante.

Cabe destacar, que el gobierno boliviano, en medio de la crisis suscitada por los intereses separatistas de las elites latifundistas, sólo fue respaldo abiertamente por los integrantes de la Alternativa Bolivariana para las Americas (ALBA), que emitieron un comunicado respaldando la democracia boliviana.

Pero lo interesante sería saber porque el Mecosur como bloque regional –es más consolidado del continente-, o los “gigantes de la región” Argentina y Brasil -los cuales supuestamente pregonan un discurso defensor del proceso de integración sociopolítico en Sudamérica- no hicieron algo parecido.

Según distintos análisis, al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lo único que le importa, es que se garantice la exportación del gas natural boliviano para así paliar el déficit energético que hoy en día se evidencia en el territorio argentino.

Por el otro lado, se sabe que Brasil desde el gobierno dictatorial de Hugo Banzer en Bolivia (1971-1978) ha venido utilizando una política expoliadora de los recursos hidrocarburiferos bolivianos, sobre todo a través de Petrobrás.

Evo Morales en estos últimos dos años ha venido llevando adelante una política soberana en relación a hidrocarburos, ha adoptado medidas concretas -la última fue la nacionalización de cuatro transnacionales petroleras el pasado primero de mayo- que permitieron al estado boliviano retomar el control de los recursos estratégicos para el futuro del país.

Esto obviamente llevó a que se reduzcan las ganancias de las empresas trasnacionales que dominaban el comercio de los hidrocarburos en Bolivia, entre las que se encuentra Petrobrás.

El cuadro de situación nos deja planteado un interrogante final: ¿La ausencia de una condena fuerte de Brasilia hacia el referéndum implementado por los cívicos de Santa Cruz, fue un castigo del gobierno de Lula por el comportamiento “díscolo” del Evo Morales?

Mientras tanto, el futuro de Bolivia y su democracia estará sujeto a la decisión del pueblo boliviano.
 

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