¿Existe un merengue triste?
M.S.
Para los vendedores de arquetipos de la industria cinematográfica estadounidense establecida en California, en especial desde el advenimiento de las técnicas del sonido, primero, y del color, después, el Caribe —y en general toda América al sur del Río Grande y al sureste de La Florida, era una "explosión de colores, alegría y música". Bueno, no siempre: estaban esos bandidos de la revolución.
No se equivocaron, empero, con eso de explosión de alegría y color con el merengue; el merengue —el nombre proviene de la palabra que designaba una danza africana— es tan propio para los dominicanos como la famosa, en América 
del Sur, Punta Cana. Con la diferencia que el merengue es de todos y Punta Cana es para turistas.
El ritmo es producto, como toda la música popular y los habitantes del continente, del mestizaje: confluyen en él desde la mazurka europea hasta ritmos tribales traídos del África. La percusión se acompaña hoy de acordeón, en un comienzo eran guitarra y güira; luego, en nuestros tiempos, aparecen algunos bronces: saxo y a veces trompeta. Y los coros.
Probablemente esa perla de España que se estira sobre el mar de Las Antillas, Cuba, aportó a sus orígenes con melodías del son. Pero, cualquiera sean sus orígenes, ya a fines del XIX es definitiva, propia y originalmente dominicano
El merenguie es alegre, un ritmo liviano que procura y facilita los 
intercambios sociales. Aún en las situaciones mas adversa el dominicano se deja llevar por el merengue.
Este documental —en rigor un capítulo de la investigación de sones y pasiones del Caribe realizada por TeleSur bucea en el merengiue para sabwr si puede haber alguno melanc´ñolico, triste, solitario como por ejemplo el tango. Al parecer puede haber textos tristes pero la rítmica determina al esperanza del mensaje de los dominicanos al mundo.
Cortesía de TeleSur (www.telesurtv.net).
Producción de TeleSur, 2006, duraciòn: 23.55 minutos)